Capítulo 1.- Sola.

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Sonó mi despertador a las 6:00 am y me levanté de la cama de un salto sin haber podido dormir, otra vez. 

Bajé a preparar el desayuno de todos, waffles para Adina, una barra de granola y una manzana para Angela. Acomodé la comida de cada quien en su lugar de siempre y regresé a mi habitación.

Me puse mi beanie negro favorito y antes de que pudiera escapar...

—¡Hayley!— escuché el armonioso y relajante llamado de mi madrastra, Pamela.

Ugh.

Bajé las escaleras y la encontré de brazos cruzados con su manzana en la mano.

—Me llamaste.

—¿Y el desayuno de Archie?— preguntó mirándome hacia abajo, por supuesto que sabía que él no me había pedido nada.

—Él no me pidió nada...

—¿Y eso es excusa para no tenerle nada preparado?— me interrumpió con su usual tono de superioridad.

Ugh.

—¿Qué es lo que quiere desayunar?— pregunté desinteresada.

—¿Por qué no le preguntas tú?

Su estúpido tono me estaba molestando. Rápidamente saqué mi teléfono y fingí mandarle un mensaje ya que no tenía su número de teléfono.

Volví mi vista a Pamela.

Archer no desea desayunar aquí— mencioné con el mismo desinterés de hace un momento.

—A mí me parece que sí, prepara un waffle ahora.— ordenó amenazante.

Suspiré y me dirigí a la cocina en donde mis hermanastras estaban desayunando.

—Buenos días, Hayles— me saludó Adina, ganándose una mirada de desaprobación de su hermana.

Ignoré su comentario.

—Los waffles te quedaron deliciosos— dijo levantando su plato y sus cubiertos sucios y llevándolos al lavabo.

Ignoré su comentario de nuevo esperando a que cerrara la boca.

—Nos vemos en la escuela— se despidió saliendo de la cocina.

Bufé internamente y me dispuse a hacer el dichoso waffle de Pamela.

—No esperes lo mismo de mí.

Angela comentó con el mismo tono de superioridad de su mamá mientras se ponía de pie.

Decidí no responder restándole interés  simplemente concentrándome en colocar la masa restante en la nevera.

—Nos vemos mami.

Esta le sonrió a su mamá, quien estaba observándome de pie en el marco de la puerta y le devolvió la sonrisa.

Angela se marchó y una vez que el waffle de Pamela estuvo listo lo serví.

Me obligué a limpiar la mesa en donde había comido Angela y arrojé al cesto de la basura los residuos de su manzana mientras Pamela seguía observando cada uno de mis movimientos desde su lugar.

Una vez que acabé me dispuse a subir a mi habitación para tomar mi mochila, pero al pasar por su lado ella me detuvo apretando mi brazo tan fuerte que podía sentir sus puntiagudas uñas clavarse en mi piel.

Por reflejo aguanté el dolor, pero tratándose de Pamela tenía que mostrarle que me hacía daño o si no se molestaría más así que puse mi mejor cara de sufrimiento.

—¿Por qué eres tan grosera? ¿No vas a desearme provecho? Eso es muy descortés de tu parte.

Su tono amenazante no lograba asustarme pero podía notar en sus ojos que estaba disfrutando causarme dolor y eso lograba alarmarme solo un poquito.

—Creí que era para Archer...

Sorpresa se reflejó en sus ojos por mi respuesta. Siempre tenía respuestas para provocaciones como estas pero nunca para Pamela. 

—¡¿Qué dijiste?!— esa sorpresa rápidamente se transformó en enojo, genial, ahora estaba enojada.

—Nada, provecho— dije sintiendo ardor y un tibio líquido en el lugar en donde me estaba agarrando. Ella me soltó e inmediatamente me giré para marcharme pero sus palabras me frenaron.

—¿Te he dado permiso de marcharte?— preguntó amenazante. Me giré para enfrentarla pero al instante deseché la idea.

—¿Puedo irme a la escuela ya?— pedí conservando la calma.

—Puedes— respondió en tono burlón metiéndose a la cocina.

Por instinto toqué el lugar donde me había enterrado sus sucias uñas falsas, ahora mi hoodie roja tenía manchas rojas más oscuras alrededor de la manga, bufando subí a mi habitación, me quité mi hoodie roja y la arrojé por ahí para cambiarla por una negra, tomé mi mochila y salí corriendo de la casa hacia la escuela. Solo tenía quince minutos para llegar y el camino a la escuela era de veinte, caminando claro.

Corrí sin parar hasta llegar a la escuela, entré por el estacionamiento tratando de pasar desapercibida entre los alumnos, una vez que entré al enorme edificio llegué a mi casillero a sacar el libro que necesitaría.

—Hola, Hayley— me saludó una suave voz muy familiar.

—Emma— respondí sonando más fría de lo que esperaba.

—Solo quería saber cómo estabas hoy— preguntó dulcemente, sus brillantes ojos marrones llenos de interés en mí eran abrumadores.

Suspiré, Emma es una linda chica que se preocupa por mí, una vez vio cuando me molestaban y desde entonces insiste en hacerme compañía, pero me rehúso a aceptarla, no puedo arriesgarme a que me agrade y se convierta en una debilidad.

"En este negocio no puedes darte el lujo de tener sentimientos hacia alguien. Sentimiento se traduce en debilidad y no puedes dejar que tus debilidades te dominen, porque tus enemigos tratarán de sacar provecho y tus subordinados también. Recuerda, estar sola es lo que se necesita, mantenerte sola es lo que te protege".

Esas fueron las últimas palabras que mi padre decidió comunicarme justo antes de fingir su muerte y dejarme en las asquerosas garras de mi madrastra Pamela. Pero a pesar de todo, esas palabras era una horrible y apestosa verdad... y si quería mantenerme con vida, a mí y a esta horrible excusa de familia que mi papá me pidió proteger, tenía que hacerlo sola.

Y Las Mentiras Que Quieres SentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora