La busco.

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Aunque la haya tenido mil veces,
La busco,
Aunque haya llorado en su pecho por lo que me daba o no me daba,
La busco,
Aunque haya cometido crímenes en mi nombre,
La busco,
Si amáis a Madame Roland sabéis que hablo,
Sinó sigue leyendo,
La vi,
desnuda,
Al nacer,
Y la perdí al ponerme un nombre,
La vi sucia,
En un parque,
Jugando con el barro,
Hasta que me limpiaron las manos y con una lágrima le dije adiós,
Mil tardes,
Hasta cumplidos los once años,
La vi en aquel bar,
Ella ebria,
Con sensatez de persona sobria,
Diciéndome que me invitaba a un tercio más,
Para entrar en mi,
Parece sexual,
Pero era un control que me daba alas,
Pero se despedía de mi al limpiarme las zapatillas en el felpudo,
Lleno de mierda,
Pero no más que mi cuerpo al acabar esa noche,
Y se despedía de mi,
Con un ritmo extraño en el cuerpo,
Sábado a sábado,
La vi en el altar,
Llorando por mi,
Al ponerme el anillo,
Se fue,
Quizás pensando que no la quería,
Quizás pensando que no la necesitaba,
La vi en aquel tren diciendo:
"Sube, a donde sea, vuela",
Seguí mi camino como siempre,
Y se fue en aquel vagón,
Diciéndome adiós con un pañuelo en la mano,
Como esas películas de la segunda guerra mundial,
Donde en el tren se iba lo mas preciado,
La vi por última vez y esta no me soltó la mano,
Con mi último aliento le dije:
"No me abandones LIBERTAD, siempre te fui fiel"
Como la isla de Midas aparecía y desaparecía de mi vida, hasta que cogí su tesoro de dentro,
Y yació para siempre a mi lado,
Y sobretodo me condenó,
Me condenó a ser libre.

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