Capítulo 3

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Capítulo 3

Por fin llegó el sábado, Jhon y Kate se largaron para el hotel, mis padres se fueron a una gira del trabajo de mi papá en Londres, así que solo quedamos Nathan y yo. Me levanté temprano para poder alistarme tranquilamente, elegí un enterizo color azul con flores blancas, un abrigo azul que combinaba y unas sandalias blancas. Me maquillé con un look nude, traté de encrespar mis pestañas lo más que pude para que resaltaran detrás de mis anteojos. Mi cabello amaneció increíble así que lo dejé suelto.

Al ser las 9 am vi a Nathan cruzando la calle con rumbo a mi casa. Traía pan, mermelada, chocolate y fruta picada en su mochila, en otras palabras, traía nuestro desayuno de mosqueteros de la infancia. Al recordar todas nuestras aventuras juntos sentí un nudo en la garganta, teníamos muchos años de conocernos.

Desayunamos en la terraza de mi casa viendo hacia el mar. La mañana estaba perfecta, corría una brisa fresca pero no hacía frío, y el sol daba calidez al ambiente, pero tampoco hacía calor.

Cuando terminamos de desayunar, fuimos a andar por la playa. Yo me llevé una canasta, con algo que había preparado para almorzar, una especie de "día de campo". Como la arena era suave, no me molestaba el pie al caminar, además la noche anterior me puse mucho hielo, entonces estaba prácticamente desinflamado. Así que gastamos la mañana recolectando conchas y jugando volleyball a la orilla del mar.

Luego de almorzar sobre una manta debajo de una palmera, fuimos hasta la cueva que Nathan y yo habíamos descubierto cuando estábamos pequeños. Un discreto escondite entre las rocas, que daba a una especie de piscina natural donde el mar llegaba con suavidad a tocar las rocas. Nos sentamos allí para mirar el mar y ver el atardecer, a la vez que escuchábamos la música del Rey del Pop, como en los viejos tiempos.

Nathan empezó a contarme como había sido su vida estos años que estuvo lejos. Me contó que esa noche escuchó a sus papás discutir muy fuerte y hablaban de dinero, no recuerda muy bien pero su mamá le dijo a su papá que el dinero no lo es todo en la vida, que estaba loco. Luego de un rato, dice que corrió a esconderse bajo su cama y se durmió llorando. A la mañana siguiente su mamá empacó todas sus cosas, y se lo llevó a Nueva York, donde su abuela. Allí estuvieron año y medio hasta que un día un hombre algo extraño llegó a buscarlos a su casa. Nathan recuerda que su mamá entró en pánico y apenas este hombre se fue ella y su abuela empacaron todas sus cosas y se lo llevaron fuera del país. Cuando se instalaron en Praga, él intentó con todas sus fuerzas adaptarse, para no preocupar a su mamá, pero le fue bastante difícil. Extrañaba a todos y era un país extraño para él. Su madre lo sobreprotegía mucho, recuerda que lo iba a dejar y a traer a cualquier parte que fuera, no lo dejaba ir a fiestas, ni tener ninguna red social como Facebook. Pero lo que más le duele es que desde que se mudó a Praga no volvió a ver a su papá, tampoco sabía nada de él. Cuando le preguntaba a su madre, ella se ponía nerviosa y le decía que no sabía nada, que él los había traicionado y no quería saber nada de ellos. En lo personal me parece una actitud muy cruel de parte de ella, ese hombre, sea lo que sea, es su padre, Nathan tiene derecho a saber de él. Conforme pasaron los años, Nat llegó a la conclusión de que, o su padre era un mafioso y cumplía una condena en la cárcel, o estaba muerto.

Cuando Nat terminó de contarme esa historia, se le lloraron los ojos, y las lágrimas comenzaron a correrle por las mejillas. Verlo llorar me partió el corazón, así que me puse a llorar también y lo abracé con todas mis fuerzas, quería que sintiera que yo estaba ahí para él, que siempre iba a estar ahí.

Al rato él dejo de llorar y se comenzó a liberar suavemente de mi abrazo, de inmediato yo me quité y cuando me iba a limpiar las lágrimas Nat me agarró la cara, suavemente, y comenzó a secarme las lágrimas con sus manos. Nuestros ojos se cruzaron en una mirada profunda, era como si tratáramos de vernos el fondo del alma el uno al otro, todo estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de las olas, y a lo lejos el sol terminaba de ocultarse en el horizonte. Nathan acomodó mi cabello detrás de mi oreja, y entonces de la nada nos besamos, nos besamos suavemente, con mucha ternura. Entonces sentí que flotaba, sentía mil mariposas en mi estómago por primera vez, de verdad deseaba hacer ese momento eterno. Puse mi mano en su mejilla y la acaricié suavemente. Al cabo de un rato, Nat se detuvo echo su cabeza para atrás unos milímetros hasta separar levemente su boca de la mía, abrió los ojos y me miró fijamente, sentí como mis mejillas se comenzaban a tornar rojas, lo único que pensé fue "diablos, está arrepentido, no debí besarlo así, no debía acariciarlo, maldición maldición maldición". Entonces me puse de pie y le dije: Nat de verdad lo siento mucho, perdóname, eres mi mejor amigo, esto no debió pasar, y salí de ahí tan pronto como mi estúpido pie me lo permitió. Pero Nat no me persiguió.

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