Después de comer, hacia la una y media del mediodía yo ya le esperaba en su mesa lista con mi ordenador. Me había arreglado un poco, me había recogido el pelo para no llevarlo suelto y desaliñado como casi siempre solía estar. Mi pelo a veces parece tener vida propia. También había ido al baño para lavarme la cara y despejarme, y también me di un poco de brillo en los labios. Pero, ¿Para qué arreglarme? ¿Para Marc? Ni hablar. Luego pensé que era raro que se demorara tanto, él siempre tan puntual. Escuche pasos detrás de mí, por fin ya había llegado. No, espera, lo que oigo son tacones. Me giró y ahí está Sonia, de brazos cruzados y mirándome.
-¿Arreglada para la ocasión? –me preguntó burlona.
-Ya ves, pero no te preocupes. –sonreí y le guiñe un ojo. –Él solo tiene ojos para ti.
Me sonrío un segundo, se dio la vuelta y se fue dando zancadas hacía su mesa. ¡Qué picada!. Giré mi silla para acomodarme en la mesa de nuevo, y Marc ya estaba sentado mirándome con no muy buena cara.
-¿Empezamos?
Asentí.
-Bueno aquí he traído toda la información sobre el caso, he tardado porque el torpe de Mateo no encontraba los papeles. Tú redacta esto. –Me acerca el papel. –Todo sobre la víctima y familiares. Yo redactaré el asesinato y la investigación en curso.
Me encantaba su voz, era grave pero agradable, también me gustaba mirarle para que engañarnos. Esos ojos, esa cara… Despierta. Me dije, no es hora de quedarse embobada, tengo que redactar lo que me ha pedido. ¿Dónde está el papel? Aquí. Me di cuenta que, en otras palabras yo hacía lo simple para no cagarla, y Marc lo difícil. Aunque también podría agradecérselo.
-Me gustaría que me lo entregases para las cuatro ¿Si? Bueno, puedes irte.
Había pensado en quedarme en su mesa pero, por lo que veo él no.
-Lo tendré más que acabado a las cuatro. A las tres lo podría tener listo sin problemas, que lo sepas.
-Pues entrégamelo a las tres, por mí perfecto. –Me sonrió de medio lado.
Yo asentí. Recogí todo sobre su mesa y me fui a la mía. ¿Para qué habría abierto la boca? A las tres. Falta poco más de una hora. No sé si me dará tiempo. Habrá que intentarlo. Subrayé lo más importante, lo repasé. Lo ordené todo, lo repasé. Copié todo en el ordenador. Lo repasé. Quería todo perfecto para entregárselo a Marc. Me fundí tanto a repasar, copiar y pegar y todo para darme cuenta que eran las cuatro y cuarto. Me levanté de golpe. ¡Ni a las tres, pero tampoco a las cuatro! Marc me va a matar. Cogí mi ordenador y fui corriendo a su mesa. No levanto la mirada, casi no me atreví a hablarle.
-He… He terminado –Seguía con la mirada gacha. –Lo siento Marc, se me fue la hora. Mira, aquí lo tienes todo. Voy a prepararte un café y te dejo un poco de tiempo si quieres echarle un vistazo.
Asintió aún sin mirarme y fui a la cafetería. Me preparé un café con leche para mí y me lo tomé allí mismo y después preparé un café solo para llevárselo a Marc por las molestias. Paré para charlar con Carla unos cinco minutos, le dije que tenía prisa. Me encontré a Marc leyendo mi trabajo y le deje el café a su lado.
Gracias. –Mientras leía le dio un sorbo. –Excelente.
¿Mi trabajo? –Le mire sonriente de alegría.
El café.
Fruncí el ceño y me cruce de brazos. Idiota. Espere de pie para su veredicto aunque tenía ganas de irme a casa y perderle de vista. Se cree el mejor, se cree superior. Y por fin habló.
-Está bien. –Me miro y yo le miré. Marc supo que quería oír algo más que un simple “bien”. –Es adecuado, he encontrado un par de faltas no muy importantes y un punto que no me convence pero, servirá.
Suspiré. Le gritaría un par de cosas si no estuviéramos más de sesenta personas en la sala. Pero lo que no pude aguantar fue sentarme frente a él y decírselo cara a cara.
-Eres increíble. ¿Te das cuenta lo borde que eres? Deberías de trabajar solo y por tu cuenta porque al igual que tú no aguantas a otros, ellos tampoco te tragan. Y si no quieres trabajar conmigo díselo a Víctor. Yo solo acepté porque él me lo pidió.
Asintió y me miro. Después empezó a reírse, tan alto que los compañeros más cercanos se giraron hacia él asombrados. Le hice un ademán para que se callara. Paro de reírse y se me acercó, bastante como para que mi nariz rozara la suya.
-¿Crees que me importa esta gente? Además, yo pedí a Víctor que me pusiera contigo. –Se levantó cogió su USB donde guardó todo lo redactado y se fue. Me quede unos segundos en su mesa pensando porque de todos quiso trabajar conmigo.
Volví a mi mesa con la mirada de Sonia puesta en mí todo el rato. Se cree que no le veo la cara de asco que pone cuando la miró de reojo. Después de revisar los emails y hacer un par de fotocopias llegó la hora de volver a casa. Esperaba en la estación de metro cuando un hombre alto con un abrigo enorme y largo me dio un pequeño empujón.
-Oye, ten más cuidado. –Mire su cara y le reconocí enseguida. -¿Marc?
Nunca me lo había encontrado antes en el metro, por eso me sorprendió. Sonrío y me guiño un ojo.
-Voy obtener más información sobre el asesinato del que tratamos. Deberías darme tu móvil, ya sabes, y te mantengo informada. –Accedí y se lo dije mientras él lo marcaba para guardarlo.
-Bien, te llamaré. –Guardó su móvil y me pregunto a qué hora llegaba el tren.
-Supuestamente a las siete en punto. –Miré mi reloj. –Pero se está retrasando.
-Como tú con el trabajo.
Le mire y le saque la lengua. Reímos los dos, no siempre Marc era tan despreciable, parecía que esta vez quería caer bien.

ESTÁS LEYENDO
Corazón helado.
RomanceNora empieza a trabajar en una oficina de un periódico local de Barcelona donde conoce a compañeros como las que serán sus dos mejores amigas Ana y Carla y a Marc, un joven inteligente y reservado que es el más atractivo de toda la oficina, pero al...