Capítulo Uno: Londres

4 0 0
                                    

Para ser sincera, Londres siempre me pareció la ciudad de mis sueños, una ciudad perfecta. Pero por favor no me culpen por tan colosal error. Las películas, las series y hasta mi propio padre tienen la culpa. Siempre describieron a la ciudad como este lugar utópico lleno de edificios reconocidos mundialmente, con universidades cuyo prestigio es inimaginable. Sin embargo, se olvidaron de comentarme que nunca para de llover, que rara vez el sol puede ser visto y el tráfico es una pesadilla. De cualquier forma, no puedo culpar a mi padre por mi pequeño error de entendimiento, el nació aquí, uno simplemente no habla mierda del lugar donde fue criado.

Entonces ¿quién soy yo? Mi nombre es Abby Hall, una adolescente estadounidense de dieciséis años quien resulta haberse mudado a Londres hace una semana tras el divorcio de mis padres. Obviamente no paso de la noche a la mañana, se divorciaron hace un año más o menos, asique el último año viví con mi madre en mi hermosa ciudad de Los Ángeles, y ahora, una semana antes de empezar mi último año de bachillerato me encuentro atrapada en Londres. A unas 5.500 millas de la ciudad a la que llamaba hogar.

Déjenme explicarles un poquito de mi vida para que entiendan porque considero mudarme tan trágico. Mi padre es abogado y mi madre cirujana, bastante dura mi vida con padres de ese oficio de por sí que cando tenía tan solo ocho años descubrieron que era una genio. Literalmente una genio. Mi Coeficiente Intelectual es de 130, siendo el estándar entre 90 y 100. Entonces fue cuando tomaron una decisión que afectaría toda mi vida desde ese punto en adelante. Decidieron junto con la directora del colegio al que asistía que me podía saltar un año escolar. ¿Para mí? Un desastre total. ¿Para ellos? La oportunidad de presumirle a sus amigos que su única hija es un fenómeno. Asique a la corta edad de tan solo once años, decidieron que me debería saltar otro año al cual me negué, por supuesto no me escucharon pero me las ingenie para que no lo hagan. Salí triunfante. A la edad de catorce descubrí a mi madre durmiendo con otro hombre, lo que siguió fue el divorcio y desde aquel momento a ahora no me ha sucedido nada interesante aparte de mudarme a Londres.

Asumo que se estarán imaginado que tengo una tonelada de amigos y hago todo aquello que cualquier adolescente de hoy en día hace. Lamento defraudarlos pero no es así. No solo por ser la más pequeña del salón se burlaban de mí, sino que también por ser la más inteligente. Papa solía decirme que ellos lo hacían porque se sentían amenazados y celosos pero con nueve años, me costaba entre porque se sentirían amenazados y celosos de mí. De cualquier forma, me maneje para hacer algunos amigos, y diciendo algunos quiero decir a la única amiga que he podido hacer. Joseline. No me mal interpreten, estoy muy agradecida y feliz por tenerla, pero a veces siento que estaría mejor sola.

En este momento me encuentro mirando a mi padre leer el periódico en esta mesa increíble e innecesariamente grande, en esta enorme y demasiado lujosa casa, en este barrio privado donde se puede oler dinero donde sea, evitando no entrar en una casa equivocada dado que todas se parecen, tratando de actuar que todo se encuentra en perfectas condiciones con mi padre cuando ambos sabemos que no es así.

Porque arrastrar a tu única hija a través del Océano Atlántico a una ciudad que apenas conoce no está bien.

Hace tan solo una semana, estaba extremadamente ansiosa de mudarme, siete días después, cuatro días lluviosos, tres días nublados, veintitrés horas atascada en el tráfico, siete días tratándome de adaptar a la moneda actual, y lo único que puedo pensar es en volver a Los Ángeles, MI ciudad. La ciudad del sol.

Más allá de todo eso, Cuando todo se había tranquilizado en mi antiguo colegio, nadie me hacía Bull ying, me mudo a otro país, a otro grupo de adolescentes idiotas. Pero esta vez va a ser diferente. Ya no tengo más miedo. Si alguien se mete conmigo, va a sufrir.

Decido chequear mi teléfono para ver si tengo algún mensaje, lo cual me resulta gracioso porque antes de mudarme me pelee con Joseline y ella es la única que me podría mandar unos mensajes. Pero no hay mensajes, ni uno solo.

-¿Estas contenta que empezaras las clases el lunes? –Pregunta mi padre con una paz inminente.

-Si, por supuesto, estoy ansiando conocer nuevos estúpidos y tontos adolescentes que solo piensan en tener sexo y saber cuan populares son. –Trato de sonar calma pero estoy fallando con honores.

-Abby para, no vas a volver a Los Ángeles, solo trata de darle una oportunidad a Londres, a penas sales de la casa. Por favor Abigail. –Su cara muestra su irritación.

No pienso volver a discutir con él, yo sé que él me trajo aquí por una mejor educación pero lo único que puedo imaginar es a todos esos inútiles presumiendo sus vacaciones en Argentina, Brasil, Bora Bora, y puedo seguir diciendo destinos con cada letra del abecedario, pero no lo hare. Al final son ricos, ellos pueden. De cualquier forma, yo también soy rica y no podría ser más diferente a ellos. Yo comprendo el sacrificio que hay que hacer para traer dinero a casa.

Exhausta, me dirijo a mi cuarto, o mejor dicho a la cama y muebles donde paso el tiempo para evitar a mi padre. El cuarto por más lujoso que parezca no podría ser más aburrido y triste. Paredes blancas, una cama de madera que parece de la Reina Isabel primera con muebles a juego, repleto de cajas marrones por doquier.

Decido escuchar algo de música y busco mi IPod, ya sé que es 2016 y ya nadie los usa, pero que te puedo decir, no lo puedo dejar ir.

Me recuesto en mi cama, si puedo llamarla así, sé que capaz Casting Cars no es la mejor canción para escuchar en este momento pero estoy triste, extraño caminar por la playa de Santa Mónica. Siempre iba allí cuando me enojaba o solo necesitaba estar sola. Mirar como las olas se creaban a lo lejos en el horizonte y como rompían en la orilla creando una extraña pero reconfortante espuma. Mis padres solían llevarme allí cada domingo, tomábamos un helado y nos sentábamos a mirar el faro. Era mi lugar favorito en todo Los Ángeles.

Papa me llamo para que cenara con el pero no me encuentro con humor, solo cierro los ojos esperando para dormirme y cuando despierte que todo vuelva a ser como era antes.

.each(��:n�y+

Debemos LucharWhere stories live. Discover now