Un nuevo cambio de hogar, le trae a Ryder nuevas historias a su vida. Los sobres de color rojo finalmente se han acabado, pero la amenaza para Ryder sigue estando en papel y lapiz.
Blake Waiting está en la Universidad, alejado de su Padre y lo...
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Ennis mantenía su mirada seria y pensativa mientras miraba el número de teléfono de Beck, el cual tenía en su móvil desde hace ya un par de días, pero por alguna razón en especial no se animaba a marcarlo, ¿Será que le faltaba confianza? Aquello pasaba por la mente del rubio un millón de veces. Ennis frustrado se lanzó de espaldas a su cama y cerró los ojos, no pudo evitar comenzar a pensar en aquel único momento en el que él y Beck habían cruzado un par de palabras. Todo comenzó cuando Ennis caminaba de forma despreocupada a la casa de Ryder aquella noche en la que él no sabía que se estaba realizando una cena bastante importante en esa casa.
– ¿Él señor Kinnes está en su hogar? – le preguntó Ennis al portero de una forma amable, él estaba comenzando a tratar de sonar más gentil, pero aquello no resulta bien de un día para otro, Ennis necesitaba trabajar en aquello.
– Si, él está en casa, pero ahora hay una cena algo especial y no creo que pueda atenderte.
– Bien – dijo Ennis presionando sus labios – Vuelvo mañana – Ennis se giró y comenzó a caminar de regreso a su casa, iba tan distraído en sus pensamientos, que no se percató del chico de cabello negro brillante que estaba sentado en la acera, Ennis paso por atrás de él, sin querer le presionó los dedos a Beck con su zapato y el chico de cabello negro ahogó un grito.
– Maldición – dijo Beck una vez que se giró y vio al rubio de pie a su lado.
– Lo siento – agregó Ennis algo aturdido con la belleza del chico de cabello oscuro – No... no te había visto.
– Pues me di cuenta – dijo Beck, rodeando los ojos y girándose nuevamente para admirar la noche. El antiguo Ennis se habría ido a casa sin importarle que el otro chico lo haya disculpado o no, pero la belleza de Beck lo atraía y lo animaba a quedarse con él, así que rápidamente Ennis inventó una excusa para comenzar a hablar, aunque Beck no se la hacía muy fácil. Si ya es difícil acercarse a alguien para intentar algo, acercarse a Beck era todo un desafío, el chico tenía tan roto el corazón, que cualquier acercamiento hacía él lo tomaba como una amenaza.
– ¿Vas a aceptar mis disculpas? – le pregunto Ennis, esperanzado que el chico dijera algo.
– Si claro – respondió Beck desinteresado, el rubio se quedó de pie allí sin poder pensar en nada más, a Beck le incomodo tanto la presencia de este, que decidió levantarse y regresar a la casa de su primo.
– ¿Cómo te llamas? – Le pregunto Ennis en el momento que Beck se ponía de pie – Yo soy Ennis.
– Yo soy el chico al que casi le revientas los dedos – dijo Beck enfadado, girándose y caminando en dirección a la casa. Ennis no lo pensó, solo actuó, camino hacia Beck y se puso al frente de él.
– Soy Ennis – volvió a decir – Y enserio lamento lo de haberte pisado la mano.
– Bien – susurró Beck, asustado e intimidado por sentirse tan cerca del rubio en aquel momento.
