Jueves 25 de diciembre del 2014
7:34 PMDespués de que escucharon la voz de su madre acercándose, instintivamente se separaron tan rápido como pudieron y cuando Barb entró a la habitación para avisarles sobre la cena, los gemelos ya estaban como a un metro de distancia entre sí, fingiendo que veían las cajas de sus regalos muy curiosamente. En pocos segundos, se formó una extraña tensión en la habitación, tensión que Barb parecía no percibir aún.
"Veo que ya se entregaron su regalo de gemelos, ¿no?" Dijo Barb mientras los veía recargada en el marco de la puerta. Se alegró tanto por ellos que enseguida expresó con mucho entusiasmo:
"¡Hay, mis bellos gemelitos! ¡Me encanta verlos tan unidos!"
Dicho esto, la alegre mujer se dio la vuelta y caminó de regreso para terminar de servir la cena. Justo después de salir de ahí, el inocente comentario de su madre provocó en Max y Phoebe una leve risa involuntaria, pues a veces les apenaba un poco que ella siguiera hablándoles como si fueran bebés, considerando que ya tenían 16 años. Pero no les molestaba tanto.
En ese instante, pudieron escuchar a Barb diciendo a lo lejos:
"¡No se tarden mucho o se enfriará la cena!" Gritó Barb desde el pasillo.
"¡Ya vamos mamá!" Le respondió Max elevando la voz.
La tensión entre ellos parecía haber disminuido, pero no pasó mucho tiempo antes de que volvieran a verse el uno al otro, justo como hace unos momentos, y peor aún, sin decirse una sola palabra.
En momentos así, Max ya habría hecho algún comentario bobo, o simplemente la ignoraría y se iría a la cocina para cenar, pero no esta vez. Los nervios de Phoebe comenzaron a crecer, y ver directamente los ojos café oscuro de su gemelo a menos de un metro de distancia, no ayudaba en nada, pues casi podía ver su propio reflejo en ellos.
Ella se encontraba ya un poco exaltada y no entendía como él parecía tan calmado, pues incluso le sonrió mientras se miraban fijamente. Pronto volvió a pensar que algo raro debía pasar con él. Sin importar lo mucho que hubiera cambiado, no había forma de que él fuera tan amable con ella, o al menos no desde que eran niños. Todas estas cosas volaban por su mente hasta de pronto, él rompió el silencio:
"Será mejor que vayamos a cenar. Podemos hablar de esto más tarde Pheebs." Afirmó Max, sonriendo al final, como pocas veces lo había hecho. Pero la forma tan especial en que la miró en seguida, fue lo que la dejó casi sin aliento.
"S... sí... claro." Trató de responder ella con cierta dificultad.
Acto seguido, ambos se dirigieron hacia las escaleras para salir de su habitación, pero mientras Phoebe subía no pudo evitar ver con detenimiento la guarida. Dado los confusos momentos que pasó desde que llegó ahí abajo, no se había percatado de que ahora parecía haber más decoraciones navideñas ahí, muchas más que las que había traído el día anterior. Supuso que él había instalado lo demás gracias a su repentino espíritu navideño, así que le restó importancia y continuó subiendo junto a él.
Pero antes de que pudiera salir, Phoebe se dio cuenta de que algo faltaba, o mejor dicho alguien, y por más que volteó a ver a todas partes, no pudo encontrar al mejor amigo de Max:
"¿Dónde está Colosso?" Pensó ella, luego se detuvo justo detrás de Max.
Él ya empezaba a abrir la puerta de su habitación, pero antes de que diera un paso fuera de ahí, volteó con ella y se hizo a un lado para dejarla salir primero, indicándole el camino con su brazo extendido.
"Las damas primero." Dijo él sin dejar de mirar sus ojos color chocolate.
"Emm... gracias." Le respondió la adolescente, sorprendida por su amable gesto.
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Un sueño de Phoebe
FanfictionMax no fue el único que tuvo un sueño la noche antes de navidad. Mientras él soñaba con los tres espíritus, Phoebe estaba teniendo su propio sueño. ¿Es esto lo que ella desea en realidad? (Thundercest)