Capítulo 3: Sorprendido
Estaba teniendo una buena mañana, aunque, insoportablemente aburrida. Desde que terminó la última campaña y, a la espera de nuevos proyectos, se pasaba los días haciendo presupuestos, contestando correos y echando una mano a sus compañeros, si alguno de ellos se lo pedía. Miró el enorme reloj digital, para tratarse de una agencia de publicidad y, para más inri, del departamento de creatividad, era bastante horrible. Un cubo negro, en cuyas cuatro paredes laterales, parpadeaban los dígitos en rojo. Se suponía que era retro, para Jensen, daba asco. Lo único bueno que tenía en ese momento, es que estaba marcando las diez. ¿Qué mejor hora para escaparse hasta la máquina de café?
Echó un vistazo a las ventanas que tenía abiertas en el ordenador y guardó todos los cambios antes de iniciar su merecido descanso. Unos nudillos, golpeando sobre la negra superficie lacada de su mesa, llamaron su atención. Elevando la vista de la pantalla, se encontró con el semblante serio del Sr. Rickman, que le miraba fijamente.
- Ackles, a mi despacho – dijo señalando con el dedo la puerta de su oficina – Ahora – recalcó, caminando ya hacia el mismo.
Jensen le miró preocupado, antes de apresurarse a seguirle. Cruzó la puerta del despacho, treinta segundos detrás de su jefe, cerrándola tras él con cuidado. Cuando se giró, el Sr. Rickman ya estaba sentándose tras su impresionante mesa de caoba oscura. El hombre hizo un gesto con la mano, indicándole que tomara asiento. Su rostro parecía más serio de lo habitual y, de cierta manera, molesto. Jensen trató de hacer un rápido repaso mental, tratando de localizar lo que fuera que hubiera hecho mal, pero no se le ocurría nada. El directivo abrió un portafolios, que descansaba en la mesa frente a él, y le echo un vistazo rápido, levantó la vista de los documentos y fijó la mirada en él.
- Voy a ser claro con usted, Ackles. No me gusta que me mangoneen – dijo en tono, ahora ya, claramente molesto. – No estoy para nada de acuerdo en esto y así lo he hecho saber; pero, la competencia es dura, esta es una nueva cuenta y bastante importante, por cierto. No puedo permitirme perderla. – Jensen le escuchaba con atención, pero sus ojos, mostraban claramente, que no sabía a que se estaba refiriendo su jefe.
- ¿Conoce Padaleki's Enterprise? – pregunta serio. Los ojos de Jensen se abren como platos. Es una de las empresas más importantes del estado.
- Si – contesta parcamente.
- ¿Qué puede decirme sobre ella?
- Es la empresa líder del sector de la hostelería aquí, en Texas, la quinta del país. Poseen hoteles, restaurantes, salas de fiestas y bares de copas. También tienen un departamento de asesoramiento para pequeñas empresas o particulares que quieran iniciarse en el sector. Gestionan los contactos para el alquiler, venta o traspaso de locales, la logística para los equipamientos y la mayor base de datos de proveedores de todo el país. En el 2015, sus ganancias aumentaron en un veinticinco por ciento, y en el 2016, un cuarenta y siete, este año podría duplicarse.
Jensen se había repuesto de la primera impresión, en la que pensaba que el motivo de estar en el despacho de su jefe, era que había hecho algo mal; y adoptó su mejor tono profesional, demostrando que estaba al día, seguro y firme, lo que pareció agradar a su jefe que asintió satisfecho.
- ¿Conoce a su presidente? – Jensen pensó durante unos segundos, buceando en su cabeza, buscando lo datos. De algo debía servir leer tres periódicos de economía diarios.
- Veamos..., Jared Padalecki..., 34 o 35 años. Prácticamente desconocido a nivel público, no va a ningún acto y ni siquiera se presenta a cualquiera de los homenajes o reconocimientos que le hacen, a los que acude su hermana en representación. Empezó a los 18 años, montando un bar de copas con un amigo, dos años después, poseía tres locales y compraba su primer restaurante, buena calidad, seriedad; supo rodearse de buenos profesionales, convirtiendo en éxito todo lo que pasa por sus manos. Ahora mismo posee cinco hoteles, unos treinta restaurantes y otros tantos locales nocturnos. Es el Zuckerberg de la hostelería.
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¿Confías en mi?
FanfictionJensen tenía una vida, una que posiblemente no le gustaba, es más, podía afirmar que no le gustaba, pero era la que le había tocado y lo tenía asumido. Por eso, aún no entendía como había podido llegar al punto en el que se encontraba, tan diametral...