Capítulo 1

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—Cariño, ten cuidado al salir, regresa antes del atardecer— Acarició su rostro con ternura y le sonrió amenamente— Recuerda que eres la flor más preciada de mi jardín, Perséfone.

—Lo sé, madre— Tomó la mano de su madre y la soltó despues de darle un apretón — Estaré con las ninfas, ellas cuidaran mi camino.

—Ve con cuidado — Repitió.

Perséfone caminó fuera de la vista de su madre, alegrándose cuando sus delicadas sandalias tocaban el pasto del bosque y el color verde rodeaba su cuerpo. Sus rojizos dorados y finos cabellos volaban con la suave y cálida ventisca, mientras que las ninfas mas bellas se acercaban a ella con amor. Todo animal y ser viviente que conocía a Perséfone terminaba endulzado de su encanto inocente.

—La bella Perséfone, que puede ser comparada con una flor y ganarle a esta — Comentó la ninfa del lago que estaba cerca —¿Cuál es la razón para que nos honres con tu visita?

—Solo quería visitar el bosque, ver y sentir la naturaleza— Se sentó en el suelo y su delicado y corto vestido blanco cubrió algunas flores como si fuese un manto— Hace un día precioso.

—Si, como siempre, señorita Perséfone— Comentó la ninfa más pequeña— Pero le aconsejo que tenga cuidado con los alrededores, últimamente algunas plantas han muerto...

—¡Shht! ¡No espantes a la señorita! — La calló la ninfa verde, ninfa de los árboles— Al parecer alguien quiso visitarnos a nuestro bello Jardín, producto de tu madre, querida, aunque puede que no con buenas intenciones.

—Oh... No creo que pueda hacernos algo, mucho menos en el territorio de mi madre, que además es custodiado por Zeus— Sonrió y sus profundos y bellos ojos verdes pasearon por el paisaje frente a ella— Tal vez esa persona solo quiere tener la vista que nosotras tenemos ahora.

Se equivocaba.

Días antes, el Dios Hades se encontraba paseando en el Tártaro infinitamente aburrido. Pensó en ir a visitar las almas humanas que sufrían al caer en este terrible lugar.

Se divertía al verlas retorcerse ante sus malos actos y que a pesar de todo, muchas de ellas no pensaban siquiera en el arrepentimiento.

Su traje negro empezaba a darle calor, era de suponerse. Regresó a su palacio, porque admitamoslo, era un palacio por dónde lo vieras. Puede que el lugar sea terrible, pero representaba todos los males y pecados de la sociedad. Por tanto la Lujuria y la Ostentosidad estaban en el plato del día a día. Su castillo era precioso, aunque era tan espacioso que no había momento en que no se diera cuenta lo solo que estaba.

—Mi Dios Hades, se ve muy atractivo con ese traje puesto.

El hombre volteó al escuchar esa seductora voz. Era la ninfa de las flores, siempre estaba ahí visitándolo, sus feroces ojos de marrón rojizo lo vieron deseosos.

—Un placer verte de nuevo, ninfa.

La mujer envolvió sus brazos en el hombre y se acerco con el plan de besarlo en su mente.

—¿Qué estas haciendo?— La empujó— ¿Crees que tienes el derecho de venir y besarme cuando quieras, ninfa?

—Lo siento, mi Dios Hades— Se alejo de él, sumisa— Y-Yo, pensé...

Pero ambos fueron callados cuando escucharon un sonido que empezaba a retumbar por el tártaro.

¿Qué es esto? ¿Qué está sonando?

Era un sonido suave. Realmente suave y melodioso. Hades quedó impresionado cuando escuchó aquella música. Era preciosa, y el quería guardarla en una cajita y escucharla para siempre.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2019 ⏰

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