1. Parte única.

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Sabía que no podría decirle, nunca podría decirle lo que él pensaba; él amaba a otro, pero estaba con su actual pareja (a quién realmente no amaba)…, o eso era lo que él creía.

¿Cómo decirle a tu novio que amas a su hermano?

No podría decirle, no debía…, nunca lo haría; y cuando él se cansase de su presencia, desaparecería, no volvería a hablar, ni con él, ni con su hermano.

−Debemos hablar− Al estar perdido en sus pensamientos, no se había percatado de la presencia de su novio; su corazón dio un gran brinco… ¿finalmente lo terminaría?−…, siento que esto no es lo de antes− Tragando saliva forzosa y pesadamente, sintió cómo sus manos iniciaron a temblar.

− ¿M-me vas a terminar?− Tartamudeó, sin mirarlo a la cara; aunque no lo amaba, le dolía dejarlo: se había acostumbrado tanto a tenerlo revoloteando alrededor, que no sabría qué hacer el tiempo que no estaría con él.

−No, por mi parte, los sentimientos siguen igual, incluso más fuertes…, pero siento que de ti, ya no es igual, ¿me equivoco?− Ante la pregunta, intuitivamente negó, levemente con la cabeza, no era de mentir− Por eso, te pido una semana, siete días para volver a enamorarte; sino puedo hacerlo, te dejaré el camino libre con mi hermano; aunque me duela, yo solo quiero que seas feliz, y por ende, lo mejor para ti−. El de cabellos rubios miró a su novio, viendo las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

−Fre-…

− ¡NO! ¡No lo sientas por mí…! …Es estúpido e inútil; acaso, ¿eso haría que yo dejase de sentir cosas por ti? ¿Eso haría que me volvieses a amar?− A cada palabra que salía de la boca del pelinegro, una aguja le clavaba en el alma, en lo más profundo de su pecho.

−Una semana− Reiteró. Golden se mordió el labio fuertemente−; por favor, vuelve a enamorarme−; susurró finalmente.

Día uno: sonrisa.

Estaban en casa del pelinegro, como era de costumbre, sin embargo, esta vez, algo fallaba; Fred no sonreía, tampoco había rastro de ello o algún indicio de risa, ni siquiera algún rastro de felicidad en él.

Todos estaban preocupados por eso.

−Fred− Lo llamó el rubio, denotando la preocupación que sentía en su tono.

− ¿Qué quieres, lamparín?− Los ojos “muertos” del llamado se posaron en los grises de Golden, poniéndose notoriamente vidriosos al instante.

−Hoy…brillé tanto que Jeffrey se calló por la escalera− Murmuró el rubio, recordando el incidente de la mañana.

En la habitación de Fred, resonó un sonido parecido a un intento de risa, más, la sincera sonrisa seguía ahí.

−Gracias− Ambos sabían que aquello no venía al caso, pero comprendieron perfectamente a lo que se refería; tampoco se necesitaron más palabras, el abrazo luego de eso, por parte del rubio, dijo más de la que jamás podrían pronunciar.

Entonces Golden lo notó: amaba la sonrisa de su novio.

Día dos: risa.

Habían salido en una cita, o eso se suponía, pues, el pelinegro la había pasado masajeándose con Usagi, al menos eso había visto Golden; eso provocó que no intentase llamar la atención del contrario, quién, por su parte tampoco se esforzó.

Seven days to fall in love [Goldred]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora