capítulo 1

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Nadie cae con estilo cuando recibe un empujón .
Años atrás ,cuando Antonio tenia apenas 12,en su primer día de clases en el colegio al que acababa de cambiarse recibió el empujón de un compañero y cayó a la piscina .Era una broma obligatoria de bienvenida para los nuevos cuando sacó la cabeza del agua vio a un montón de desconocidos riéndose de el .los segundos iniciales fueron patéticos:los manotazos de ahogado el agua en la nariz el pelo en la cara y ese gesto de aleado que no entiende lo que está ocurriendo. Fue el profesor también entre carcajadas quien le extendió la mano para que saliera cuando llegó a su casa su madre le recibió sonriente y con la pregunta habitual ¿Me cuentas tu día con tres palabras?
Y sin pensar Antonio respondió
¡Odio el colegio!
Al rato le confesó lo que sucedió
Tenia los zapatos mojados y la ropa húmeda. Las lágrimas de rabia le resbalaban por las mejillas mientras relataba cómo se habían burlado de el Alba ,en lugar de consolar a su hijo por el mal rato se agachó y le ordenó:
- Quiero que mañana mismo te inscribas en las clases extracurriculares de natación
-¡NO QUIERO !
-Lo harás ,Antonio . La próxima vez que caigas al agua que sólo se te arruinen los zapatos ... No el orgullo . Y que las únicas manos que te saquen de ahí sean las tuyas ,¿De acuerdo?
Un mes después de aquel suceso Alba partió para España sin boleto de regreso y Antonio volvió a sentir que se quedaba sin aire .
Desde pequeño se había acostumbrado a hacer maletas.vivió hasta los 4 años en casa de los abuelos , luego se mudó al departamento que su madre y dos amigas compartían en el centro de la ciudad y el siguiente destino fue el departamento de dos dormitorios que su madre logró comprar con sudor e hipoteca en la calle Lisboa. Fue entonces cuando vino el desastre y la maleta final para ambos .
La empresa en la que ella trabajaba amaneció un día cerrada sin explicación alguna , el dueño había sacado del banco todo lo que quedaba y su ultima inversión de peso fue un candado metálico con el que cerro la puerta.
Antonio tenia 12 años cuando hicieron las maletas juntos por ultima vez solo que en esa oportunidad los rumbos serian distintos. Alba su madre no encontró mas opciones y decidió irse del país, probar suerte lejos, reventarse el alma en un lugar donde la vergüenza del fracaso tuviera testigos anónimos. El se quedaría en casa de Beatríz , la única tía y su madre volaría a Madrid. El plazo para el reencuentro lo marcaba el dinero :cuando hubiera suficiente se reunirían de nuevo
-ya eres un hombrecito -le dijo su madre el día de la despedida, con esa palabra que sonaba a trampa, a no se te ocurra llorar , a no hagamos una escena porque entonces nos quebraremos los dos eres fuerte y se que entiendes que debo irme porque esto sera lo mejor para ambos.
Antonio tenia los ojos enlagunados, pero había prometido que no lloraría.
-prometeme que regresaras ma
-te lo prometo
Alba era una fiel militante de la alegría aunque a sus 29 años le habían caído encima varios aguaceros, ella siempre decía que la sonrisa era un buen salvavidas, que la ilusión era un motor mas fuerte que el de un cohete espacial no importaba cuán complicadas se pusieran las cosas ella se sacudía, volteaba a ver a su hijo , sonreía y le decía:no es tan grave vas a ver que salimos de esta pero aquel día cuando se despedían, el se dio cuenta de que por primera vez su madre estaba fingiendo la sonrisa , los labios y la barbilla le temblaban y la mirada era como una nube gris a punto de desplomarse -Anda regalame un beso y una sonrisa le dijo Alba y Antonio tuvo que fingir también . se mordió el labio inferior se dejo abrazar, se dejo besar, y luego vio al taxi partir.
No lloró. Ahí no. Era un hombrecito.
Esa misma tarde, con un nudo en la garganta se lanzó al agua en la clase de natación , y durante diez minutos nado con todas sus fuerzas, con todo su dolor. Cuando salio de la piscina un compañero le dijo : "tienes los ojos rojos ". Y Antonio mintió :"Es por el cloro".
El agua dejo de ser la razón de sus miedos y se convirtió en su desafío permanente para reaccionar cuando perdia el piso. Aveces se exigía a si mismo cruzar la piscina sin sacar la cabeza para tomar aire, llevaba sus pulmones al limite solo para demostrarse cuanto era capaz de resistir. Otras veces lloraba en el agua, como cuando se llora debajo de la ducha y sus lágrimas escapaban sin que nadie pudiera descubrir su fragilidad.

La Lluvia Sabe PorqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora