1: Atrapada.

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Con mi vestido negro azotando la parte trasera de mis muslos, me dirigí a un pasillo lleno de gente, mostrando una ocasional "sí nos conocemos pero por favor, no me hables" sonrisa a las parejas mayores que se acercaban hacia mi peligrosamente para pellizcarme las mejillas; ellos eran demasiado senil para darse cuenta de que en realidad no tienen ni la menor idea de quién era yo, y tenía la intención de que siguiera siendo así.

Llegando a la puerta de la iglesia, me percaté de que ésta se hallaba cerrada, emitiendo un suspiro derrotado. Tenía que evitar mezclarme entre la gente a toda costa, y quedar estancada en un espacio repleto de personas que pensaban que me conocían, y manejar la distancia que debía mantener hacia ellos para evitar una conversación indeseada resultaba ser extremadamente difícil.

Peiné con una mano mi flequillo castaño, soplando hacia arriba en los pedazos caídos. Justo cuando me di cuenta de que yo también podría sentarme en la acera antes de que alguien notara que no tenía idea de quién era yo o por qué me invitaron, alguien hizo exactamente lo que estaba esperando evitar.

"¿Fuiste invitada, amor? No creo que nos conozcamos.", un joven rubio, a quien reconocí como el padrino de la designada boda, preguntó incrédulamente, luciendo como si estuviera a segundos de acompañarme fuera de la iglesia para que me retirara.

Sus ojos azules se estrecharon en cuanto me dio una sola mirada, sus cejas permanecían en una línea recta. El traje sujetado a su cuerpo era de un color gris ceniza, una corbata rosa a rayas colgaba alrededor de su cuello, y sus zapatos de vestir estaban perfectamente pulidos.

Me percaté de que el mismo atuendo adornaba a otros cuatro hombres, emparejados con los vestidos de otras cinco mujeres; era fácil de adivinar que él pertenecía a los hombres del cortejo, y posiblemente, él era el padrino de la boda.

"Así jodidamente es." , mentalmente herví.

"Por supuesto que lo hacemos. Somos, uhm, primos segundos.", contesté tropezando con mi propia mentira, maldiciéndome a mi misma por ser tan descuidada.

Por lo general, tengo mi historia perfectamente preparada y coordinada, nunca luzco como si yo no perteneciera a la multitud de seres queridos excesivamente bien vestidos con las mejillas manchadas de lágrimas.

"Yo no tengo ningún primo segundo, y tu acepto es exageradamente falso.", el muchacho respondió con un gruñido bajo, capturándome con la guardia baja.

Daba por seguro que había acertado con mi acento irlandés.

Al contemplar mi respuesta, las amplias puertas de la iglesia se abrieron y mis ojos pasearon de un lado a otro mostrándome a ellos y al joven con el ceño fruncido que tenía en frente.

"Escucha.", escupí apretando mis dientes y dejando caer mi 'exageradamente falso' acento irlandés. Superando mis ingenios sobre mi, continué diciendo: "Sólo háznos un favor y olvídate de esto, ¿Está bien, rubiecito? No querrás hacer ningún desastre aquí."

No podía creer que me habían atrapado. En dos años de actividad, jamás hubo una vez en la que alguien especuló en mi contra diciendo que yo era un fraude antes de la gran revelación, y mucho menos, había sido descubierta. Y me aseguré como el infierno de no dejar a alguien involucrado en lo que yo hacía.

El apuesto, rubio Diablo, necesitaba ocuparse de sus propios asuntos, o que entonces Dios me ayude, porque estaba a punto de darme una rabieta.

"Será mejor que te marches antes de que llame a seguridad. No quiero hacerlo, pero no me dejas otra opción. Ustedes, las fans, son increíblemente dedicadas y todo, pero ésta es la boda de mi hermano. Que te escabullas furtivamente para verme me hace sentir como una mierda absoluta. Éste es su día, no el mío.", él divagó, emocionado con sus manos.

the wedding crasher » nh. AU | spanish.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora