Capítulo 1. La Guardia

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«Creías que eras débil, pero te han estado mintiendo»

💫 🔮 💫

Konoha, 6 de Septiembre de 2017

Mei tenía 19 años y era una sensei, su equipo estaba conformado por una pequeña niña con cabello rubio y ojos jade, más dos niños -ambos de cabello negro-, uno de ellos poseía el byakugan y el otro simplemente tenía ojos color azul, contrastando mágicamente con su cabello oscuro. La castaña había tenido la suerte de que le hayan tocado unos chicos tan encantadores y dulces, aunque sí, tenían sus pequeños defectos, pero ella realmente los apreciaba. Las misiones que más amaba ella era la de rescatar mascotas, le encantaba saber que había protegido con ayuda de sus estudiantes a un pequeño e indefenso animal.
Ese día se encontraban camino a la oficina de la Quinta Hokage, Mei iba sonriente como todos los días, Akemi, la pequeña rubia, simplemente se dedicaba a admirar la Aldea y el Hyuga se limitaba a hablar con Daisuke [*Hay un Daisuke Matsuzaka el la vida real, pero no sé muy bien quién es, lo buscaré y les diré*]. De todos, Daisuke era el más callado y sereno de los tres, era tímido hasta cierto punto, más tenía una determinación para cuando se trataba de entrenar, que a Mei y a sus compañeros de equipo les sorprendía.
Ryunosuke era más extrovertido y nada tímido, a comparación de Daisuke, él más bien era muy hablador.
Akemi, a comparación de los dos azabaches, era una chica muy sensible y a veces podía llegar a comportarse de forma muy impulsiva, pero tenía un gran corazón.
Cuando por fin estuvieron en la oficina de la rubia ella les proporcionó la misión de ir en busca de un gato blanco y de cola eaponjada según lo que mostraba la fotografía que la dueña les había mostrado. Mei estaba emocionada por la misión, mientras que Ryunosuke se quejaba de esta, ya que creía que eran lo suficientemente fuertes como para que les otorgaran una misión de rango más alto. Daisuke tan solo se mantenía en silencio, pero Akemi, por el contrario, regañaba a Ryunosuke por su comportamiento algo infantil e inmaduro.
Y es que a Ryunosuke no le molestaba -en realidad- tanto el hecho de que fuera una misión de bajo rango, su verdadero problema era que, para ese tipo de misiones era requerido -estratégicamente- usar unas diademas con orejas de felino color negras. Según él, lucían olímpicamente ridículos, aunque Mei no creía lo mismo, ella pensaba que su equipo y ella lucían tiernos y adorables. Lamentablemente Daisuke y Ryunosuke no pensaban igual que ella y Akemi. Comenzaron su búsqueda y llegaron a la conclusión de que el pequeño y travieso felino se había escapado al bosque, ya sabiendo eso se dirigieron con rapidez hasta ahí y lo buscaron de nueva cuenta.
-Odio esto, ni siquiera es seguro que lo encontremos -opinó Ryunosuke con molestia, a lo que Akemi reaccionó dándole un pequeño golpe en la nuca con su palma.
-Querías una misión de rango más alto, pero te rindes de una como esta -se expresó Akemi y rodó los ojos-. Eres un baka, Ryunosuke.
-Tú cierra la boca, Akemi -bufó Ryunosuke, cruzándose de brazos.
-Vámos, chicos, dejen de pelear -dijo Mei mientras los miraba con dulzura-. Ryunosuke, no digas que no lo encontraremos, claro que lo haremos -exclamó, decidida y con confianza mientras les proporcionaba una pequeña sonrisa-, tú solo confía.
-Lo ves, Ryunosuke, Mei-sensei tiene razón -apoyó la rubia a Mei, subiendo la mirada al camino.
Daisuke volteó los ojos, gracias a la inmadurez de sus compañeros, sin embargo, no se atrevió a participar en su pequeña discusión sobre el famoso gato, dando ahí por zanjado el asunto.
-Chicos, vamos a separarnos -habló Mei en voz baja y miró a sus alumnos, buscando alguna reacción en éstos.
-¡Pero, Mei-sensei...! -se quejó la rubia de ojos jade, pero antes de terminar la oración cerró la boca y asintió a la órden de su querida sensei.
-Estarán bien, confío en ustedes. Cualquier novedad que ocurra corran aquí inmediatamente, ¿de acuerdo?
«Si se topan con algún... problema no actúen solos, ¿entendieron? -preguntó la castaña, observando a su equipo con preocupación, ella sabía que esa parte del bosque era peligrosa y no quería arriesgar mucho a sus alumnos-. No quiero que vayan muy lejos.
-¿Y eso porqué, Mei-sensei? -se atrevió a preguntar Ryunosuke.
La mirada de la castaña se desvío hacia el suelo, dudando entre decir la verdad de la razón de su preocupación o simplemente callar. Pero bien sabía que sus alumnos merecían una respuesta, y se las dio, les dijo el porqué del miedo de ella hacia el bosque.
-Cuando era más pequeña que ustedes, cuando aún estaba en la Academia, perdí a mi madre -comenzó a hablar con cautela-. Las personas dijeron que la vieron por ultima vez por estas partes del bosque, pero no se supo más allá de eso -se limitó a decir, sin dar muchos detalles de la desaparición de su madre.
Sus alumnos mostraron pena hacia ella, y aún más Akemi, ya que a ella le había sucedido algo parecido, sin embargo no de esa forma, sus padres habían muerto en el ataque del zorro y ahora la rubia vivía con sus tíos. Así que la pequeña entendía en gran parte su dolor.
-Mei-sensei -la llamó Daisuke en voz baja. La castaña lo miró, esperando que el azbache de ojos turquesa hablara y eso hizo-, si nosotros también nos perdiéramos en el bosque..., ¿irías a buscarnos?
Aquella pregunta la sorprendió en gran parte, y sus estudiantes mostraron más interés por lo que estuviese apunto de decir, sin embargo Mei se había quedado muda y no porque tal vez dudara de la respuesta, no, más bien no quería ni imaginar perder a otra persona querida en su vida.
-No digas eso, Daisuke, eso no pasará. Estarán bien -les aseguró su sensei.
-Pero, ¿irías? -indagó, de nuevo el azabache.
-Claro que lo haría, Daisuke -susurró, para luego mirarlos a todos y acercarlos a ella, formando un abrazo grupal-. Siempre iría a buscarlos, chicos.

honey eyes | PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora