Muchas veces llegan problemas a nuestra vida y no sabemos cuál es el motivo. Y nos carcome la cabeza el saber si es una prueba de Dios o es el castigo por algo que hicimos mal. Pueden llegar a ser cualquiera de los dos, pero también hay otra opción. Puede ser una enseñanza. Muchas veces estamos aferrados a algo que logramos; a algo que hicimos perfectamente genial; lo bueno que somos en determinada área; lo mucho que hemos logrado; lo mucho que trabajamos y nos esforzamos; o de como todo lo que está a nuestro alrededor está en nuestro absoluto control, pero Dios nos dice que eso es orgullo. Y el orgullo es la primera de las cosas que nos separa de Dios. ¿Por qué? Porque tomamos un lugar que no nos corresponde; el de Dios. Y cuando nos creemos Dios, desplazamos a Dios de su lugar y le decimos "Todo bien con tu plan maestro, pero desde acá puedo yo sola." Y no permitimos que Dios dirija todo, con todo lo que hizo implica. Es obvio que si tomamos la ruta del "Todo lo puedo hacer yo sola", vamos a terminar muy mal. Porque definitivamente no podemos solas. Dios dice claramente que la apariencia de las cosas que hemos logrado es muy bonita, se ve realmente bien. Pero, en realidad, es muy débil. Y cualquier ataque del Diablo o problema se vendrá abajo en un segundo. El ser humano de por sí crea mentiras para engañarse y aparentar que todo está bien, y prefiere arreglar los desastres que ha hecho y los problemas que se le vienen encima con "soluciones", que es como tapar una grieta de veinte centímetros en una pared con cinta adhesiva. Y lo preferimos porque dentro de todo estamos en el control, está en nuestras manos. Dejárselo a Dios es un golpe directo al orgullo. Es admitir que bueno, nuestros planes no son tan buenos y eficientes.
"El lecho que hicieron es demasiado corto, no caben en él; las frazadas son demasiado angostas y no los cubren."
Por lo tanto, Dios dice que va a poner a prueba todo lo que hemos hecho y todo lo que somos, para probar si es resistente y está hecho con las intenciones correctas. Y ahí viene el desastre, lo que no sirve se destruye porque nos estorba y no estaba bien hecho. Para nosotros es una catástrofe pero para Dios es una oportunidad de enseñarnos como se hacen las cosas. Tal vez nos lo trató de explicar varias veces, nos lo dijo con palabras muy sencillas y fáciles de entender pero realmente no lo estábamos escuchando por cualquier motivo. Y de nuevo somos hijos del rigor, y nuestra única manera de entender es con una buena zurra.
Pero, luego de que nuestra vida es puesta a prueba y después de que quede lo que realmente está bien hecho Dios nos va a confiar una piedra para que podamos construir sobre una buena base de confianza; firme y resistente. Es decir Jesús, y su obra de salvación. Admitirlo es admitir que no podemos solas. A esta piedra ninguna prueba, ni ningún ataque la va a derribar. Lo que hemos conseguido va a estar seguro, y ya no vamos a tener que idear "soluciones" o buscar la forma de huir (Mucho trabajo, cargarse de responsabilidad, buscar "distracciones", etc.)
Y en ese momento ya no vamos a tener orgullo de cosas que se ven bien pero en realidad son débiles y poco confiables, si no que el Mismo Dios va a ser nuestro orgullo. Porque todo nos va bien gracias a Él, todo fluye como se supone que lo tiene que hacer cuando jugamos el juego de Dios y no tratamos de que Dios juegue nuestro juego. Ya no ideamos planes y le pedimos al Señor que nos bendiga, o tratamos de que Dios corra al lado nuestro. Si no, que nos paramos a preguntarle qué es lo que él quiere. Muchas veces Dios no está en la carrera, sino que está sentado a un costado en un estado de quietud y nos invita a que lo acompañemos porque sabe que necesitamos un descanso, que necesitamos que nos repare y nos de fuerza, o necesita contarnos a dónde tenemos que ir y como tenemos que llegar. De nada sirve correr sin ningún propósito. Nos parece mejor estar en medio de la acción, cargados de actividades porque el mundo va a decir "Oh miren como se esfuerza, miren como trabaja", pero en realidad no estamos yendo a ningún lado y nos estamos agotando en vano y cuando llegue el momento de correr el verdadero camino de Dios, nos va a encontrar destrozados y sin fuerzas. Y vamos a perder.
Dios quiere enseñarnos cuál es la manera correcta de hacer las cosas para que todo vaya bien, y eso implica dejar de correr de un lado para el otro y sentarnos a sus pies, quietos y callados, a escuchar la manera correcta de vivir nuestra vida.
"Entonces, por fin, el propio Señor Todopoderoso será tu corona de gloria, la diadéma de belleza para los que queden en su pueblo. El señor dará – anhelo de justicia y – gran valor para que peleen – defendiendo sus puertas. "
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Reseña Sobre Una Crisis
RomanceQué se hace cuando la tormenta cae fuerte, cuando el miedo parece carcomer tu alma. Qué se hace cuando todas las posibles vías de escape parecen estar totalmente cerradas o son inexistentes. Cómo se reacciona cuando nos sentimos atrapados. ...