Capítulo 2: la primer lluvia de noviembre.

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El aroma a café inundó sus fosas nasales en cuanto puso un pie en la cafetería, de inmediato se dirigió a ordenar un expreso, y en la espera su ya conocido cómplice llego a sentarse frente a ella, iba tan normal como siempre: sus vestimentas negras y botas estilo militar.
—Danielle, debemos planear algo ya —la camarera se acercó preguntando qué le podía servir—... Un té negro —respondió sin prestar demasiada atención y prosiguió con la charla—. Te decía que debemos planear algo, o movernos ya —la chica asintió—; como no hemos encontrado más pistas que nos conduzcan a un lugar dentro de Canadá consideró que lo más sensato es partir a Europa antes de que alguien se de cuenta de la nueva traición de Joseph. Ahora bien, para que no se nos escapara nada estuve revisando la biblioteca y descubrí que les llego un nuevo tomo, por lo que me entere aparentemente este libro fue recién descubierto enterrado cerca del palacio de Buckingham, habla también de lo que nos interesa, y, esta vez no necesitamos escurrirnos para poder tenerlo —la camarera depósito el té sobre la mesa— resulta que no se necesita más que una identificación de alguien de la CIA o alguna organización secreta para poder sacar los libros de la biblioteca.
—Entonces es tú turno de ir en cubierto, ya que eres tan bueno falsificando cosas es más adecuando que vayas tú, además de que a ti no te conocen —Edward espolvoreó azúcar morena en su té—; y ahora que lo pienso podemos hacerles una mala jugada a los matones esos, podemos tomar una de las hojas limpias del diario de viaje y escribir un texto que los mande a un lugar completamente erróneo que además de hacernos ganar tiempo nos divertirá un poco —Ed sonrió rodando los ojos.
—Eres todo un caso, Danielle —la chica se rió.
Después de planificar más cosas a detalle y tomar decisiones de un impacto menor los dos jóvenes se pusieron en marcha; Edward se dirigió a su casa, así podría preparar todo para la misión que era solo en dos días; mientras que Danielle reservaba vuelos a París para dentro de cinco días, y esto era cosa que todavía tenía que discutir con Joseph, pero para eso habría tiempo cuando llegase a su casa.
A las tres y cuarto recién llegaba a su casa donde podía notarse fácilmente que la comida estaba más que lista, dirigiéndose así al comedor en que ya podíamos ver a su hermano sentado esperando el menú del día de hoy.
—¿De nuevo no vino papá? —Phil asintió.
—Demasiado trabajo en la oficina, ya sabes —Danielle se sentó frente a él y un instante después Joseph entro y colocó los diversos alimentos en la mesa.
—Danielle, no te escuche llegar —la joven le dedico una sonrisa sin gracia—. Bueno, he preparado la comida ya que supuse que siguen viviendo a base de comida asiática o algo así.
—No es necesariamente asiática, también comemos...
—Italiana, sí —hizo una media sonrisa, y se sentó—, conozco perfectamente la adición por la pasta de Danielle —la antes mencionada seguía callada contemplado atentamente a Joseph.
—Claro —se sirvió una porción de lo que había preparado Joseph, la verdad es que cocinaba de maravilla y evidentemente no se podía resistir a algo como eso—, pero no es el asunto de discusión. Tengo planeado el viaje a Francia dentro de cinco días; si quieres Phil, puedes venir. Pero ahora, necesito llegar a la casa de tu familia Joseph, como no quiero tantas incomodidades fingiré ser tu novia, como si hubiésemos regresado o algo por el estilo y Ed es novio de mi hermano —este alzo una ceja—, aunque si Phil no viene pues es tu mejor amigo —Joseph asintió—. Hice la reservación  los boletos, solo espero cooperes en el plan y...
—Sí, le llamaré para decirle que voy a ir a casa de la abuela con unos amigos —le sonrió y ella se metió una cucharada de pasta en la boca.
—Perfecto —hablo después de haber tragado—; espero puedan terminar los preparativos del viaje, yo solo como y me voy que tengo que arreglar unas cosas con Ed —después de zanjar el tema lo único que se escuchaba en el comedor era el sonido de los cubiertos contra la cerámica de los platos.

—Podemos poner que se iba a Holanda o algo cerca de los Países Bajos —Danielle se quedó pensando antes de responder la propuesta de Edward.
—En verdad preferiría mandarlos a Australia, pero debo de ser elocuente así que Holanda es perfecto, busca algún sitio olvidado en Holanda y ese será su destino —Edward asintió y se puso a ello en su computadora.
Danielle se encontraba sentada en la cama contemplando como hacia un borrador de lo acordado y luego arreglaba lo detallas para llegar a un producto final; luego basándose en la caligrafía del manuscrito que le había llevado como muestra para hacerlo más real empezó a transcribir con tinta y pluma su redacción del computador. El parecido al final era increíble, la verdad es que Edward era una maravilla en todo lo que hacía y Danielle seguía preguntándose por qué no se había enamorado de él en lugar de Joseph.
—Es perfecto —Ed se rió—, solo falta mandar a que Joseph entregue esto unos días antes de que nos marchemos.
—¿En verdad tenemos que quedarnos en su casa? —la joven suspiro.
—Sabes que no lo quiero, tendré que inventar una mentira tan terrible sobre una ruptura menos horrible, y una súplica por su parte para que regresemos —Edward se río.
—Claro, creo que la parte más horrible te la llevas tú. No imagino lo incomoda que te sentirás —la chica se pasó la mano por la cara—. Ojalá esto fuera en Florida en casa de playa de tu abuela, así ni siquiera lo tendrías que llevar.
—Sí, ojalá las cosas fueran así —se levanto de la cama—. Ya me voy Ed, creo que esta noche si ira mi padre a la casa y necesito decirle que nos vamos a Francia unos días.
—Te acompaño a la puerta, solo —abrió un cajón y sacó un libro—, aquí lo tienes, —Danielle sonrió de oreja a oreja.
—Me sorprendes más cada día; quédatelo por favor, ahora mismo no traigo donde esconderlo, pero dime ¿qué descubriste ya?
—Pues hay una conexión de pasadizos en Londres, no sé a dónde llevan, la página de los planos esta arrancada, pero si que deben llevar a algún lugar importante, sin embargo, la conexión va por toda la ciudad prácticamente... Necesitamos un lugar en concreto, no podemos recorrer todo los pasadizos, que eventualmente lo haríamos si hace falta.
—Eventualmente —sonrió—. Vamos, se hace noche... —los dos caminaron hasta el umbral de la puerta del departamento de Edward.
—Danielle —ella hizo un ademán para que prosiguiera—. Uhm, bueno... Esto es raro, y yo no acostumbro a asistir a estas cosas pero ¿quieres ir al baile conmigo? —Danielle lo miró confundida.
—¿Qué baile Ed? –él se río.
—Bueno, como faltas a clases todo el tiempo no me parecería raro que no te enteraras, pero el invierno se acerca, por lo tanto el baile es este fin de semana.
Danielle se quedó helada, los recuerdos del baile de disfraces al que asistió con Joseph se pasaron por su mente; aquella fría noche del último día de octubre, con las hojas naranjas tapizando el suelo, la forma en la que se divirtieron aquel día... Y luego, luego todo sucedió, justo cuando volvían a casa de Danielle, donde Joseph decidió parar en medio de la nada, la mirada que tenía cuando abrió el maletero y sacó una pistola apuntándole justo en el corazón. Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, y tomó aire intentando recobrar la postura.
—Hey —su amigo la acerco a él—, lo lamento; si no quieres ir solo dilo, no pasa nada.
—No —de tapo la cara con sus manos—; está bien, te acompañaré al baile.
—El sábado, pasó por ti a las ocho —ella se despidió de Edward antes de subir al carro y arrancar.
Mientras iba conduciendo a casa los recuerdos fueron avivándose más. Joseph gritándole, diciendo que todo el tiempo había mentido respecto al noviazgo, que le daba lastima que alguien tan astuta como ella hubiese creído en él, y cuando le sonrió cínicamente antes de golpearla con la pistola en la cabeza, dejándola botada en una carretera hasta que no despertó, empapada, por la primer lluvia de noviembre.

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