Fue pasando el tiempo, cada vez habían más lecciones. Me enseñaste el sado, el cual no me gustó mucho... recuerdo esa tarde cuando me llevaste al club. Me dijiste que mi boca era solo tuya y de nadie más. Acepté con gusto, siempre y cuando sea viceversa también. Apenas entramos el ambiente fue tenso. Todo era color rojo sangre y negro. No había mucha iluminación, ese lugar no me gustaba. Entramos a un salón privado, había una mesa llena con juguetes de torturas, placenteras según tú. Apenas dijiste eso volteaste a mirarme y dijiste "tranquila, pequeña, si no te gusta, estamos fuera" te miré asustada y me entendiste a la perfección. Agarraste mi mano y salimos del lugar. Tú me entendías tan bien.
También me enseñaste qué era el sexo swinger. Eso si me fascinó... pero había un problema. Yo era menor de edad, tú eras mayor. Lo que hacíamos era ilegal; la gente, los otros swingers, no querían involucrarse. Tuvimos que estar solo los dos.
Recuerdo la vez en que fuiste a recogerme del colegio por primera vez. En la salida estabas tú esperándome con un coche nuevo. Un ferrari negro, precioso. Todos quedaron alucinados cuando me plantaste un besote y las flores, oh Dios las flores. Yo, la verdad, no quería que nadie se enterara, pero con ese detallazo, cómo no querer presumirte.
Después de dos meses de una estupenda relación, surgió un problema. Y no uno cualquiera... uno muy muy grande y peligroso.
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Mi historia
Teen FictionUna historia de amor. Una historia de sexo. Una historia de alcohol. Una historia adolescente. Una historia. Mi historia.