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Capítulo 3

Mi vestido era sencillo como solían ser mis ropas, salvo cuando mi padre me obligaba a vestir algo para alguna de sus fiestas y era negro, ya que, de acuerdo a las normas, debía guardar luto.

Cuando llegué al salón donde cenaríamos, me encontré con la sorpresa al notar que cenaría sola, el conde parecía que no estaba dispuesto a brindarme su compañía ni siquiera en pequeños momentos.

Entre en el cuarto, me dedique a mirar todo cuanto me rodeaba, muy en el fondo a pesar de los castigos y deseos de mi padre, seguía siendo un alma curiosa. La mesa era de una lustrosa madera color caoba y las sillas le hacían juego, tapizadas de terciopelo bordo. El mayordomo entro y corrió una silla, esperando a que yo tomase asiento para arrimarla.

-Muchas gracias.

Otro joven entro por la misma puerta, cargando una bandeja, mire que los cubiertos y las copas estaban colocadas perfectamente y me apene por los sirvientes que se habían tomado tanto trabajo, solo por mí.

Sabía que no era momento para decirle al mayordomo lo que estaba pensando, esperaría a que me acompañase hasta mi habitación y entonces le diría. La comida estaba deliciosa y el postre que me sirvieron parecía hecho con unas manos mágicas. No pude evitar recordar como mi madre solía decirme que cuando mi corazón se llenara de penas, buscase algo dulce con lo que alivianarlas.... ¡ay mama! ¡cuánta razón tenías!

Termine de cenar y tal como esperaba Carson me acompaño hasta el corredor de los dormitorios.

-Disculpe, Carson.

-Usted dirá milady. - Me dijo, posando por un segundo sus ojos oscuros rodeados de pequeñas arrugas alrededor.

-Es una lástima que el servicio se tome tantas molestias para servirme la cena a mi sola. Creo que podría cenar en mi habitación –ante de la cara de sorpresa del pobre hombre decidí añadir – Si al Conde Bradford le parece bien, por supuesto.

-Para nada milady. Usted es la invitada de su señoría, no puedo tomarme la libertad de que cene en su habitación. Creo que es algo que debería hablar con el amo.

-Está bien- acepte, deseando más que nada evitarle problemas al pobre hombre.

-Si es todo lo que puedo hacer por usted, le deseo buenas noches Milady.

-Muchas gracias Carson. Dígale de mi parte a la cocinera que la cena estuvo deliciosa. Buenas noches. - tome el candelabro de su mano e ingrese en mi alcoba para encontrar a Molly parada esperándome.

- ¿Ya cenaste, Molly? - pregunte mientras desprendía la interminable cantidad de botones que cerraban la espalda de mi vestido.

-No señorita, la servidumbre cena después- dijo mientras acomodaba el vestido.

- ¿Podrías contarme algo sobre la gente que trabaja aquí? Solo conozco a los señores Perkins y a Carson. - Odiaba sentirme como una chismosa, pero quería sentirme menos extraña en cuanto al nuevo entorno que ahora me rodeaba.

-Bueno, la señora Robinson es la cocinera, y mi hermana Susan suele ayudarle. Además del Sr. Carson y el Sr. Perkins, esta Thomas y Henry, que son los encargados de servir durante las comidas y el sr. Mason es el valet del amo. Hay dos chicas más, Johana y Gwen, que se encargan de limpiar, encender el fuego y cosas así.

Comparativamente tenían mucho menos personal que el que había imaginado para una abadía tan grande.

-Espero que no creas que soy muy metida, es solo que me siento un poco perdida- dije tratando de justificarme.

-No es propio de una persona como yo juzgarla señorita. - respondió y note un cierto rubor en su rostro.

Me acosté luego de que ella hubiera desarmado mi peinado y lo hubiera suplantado por una trenza suelta.

-Molly, quiero que seas sincera conmigo, yo considero que tú y yo somos iguales, así que de ahora en adelante me gustaría que te expresaras con libertad conmigo.

Mi pedido pareció tomarla desprevenida, porque solo asintió y se marchó.

Yo apague las velas y me dedique a oír los ruidos de la noche. El viento mecía las hojas de los abedules del camino; un búho custodiaba la noche desde un árbol cercano, lo que me permitía oírlo y así, encontrar la paz para sumergirme en mis sueños.

James's POV

La noche caía y yo me dedicaba a ver como el astro lunar hacia su aparición. Me sentía mal por haber dejado a mi nueva pupila, cenando sola, pero hacia mucho que no compartía la mesa con alguien extraño y la noche no era mi mejor momento. Por ello, decidí que la acompañaría al día siguiente, en el desayuno y vería como resultaba, tal vez, no terminaba siendo demasiado molesta.

Un golpe en la puerta me saco de mis pensamientos.

-Adelante- Carson apareció ante mí.

-Disculpe, señor.

-No hay problema Carson. ¿qué ocurre?

-La señorita Shepard ya se retiró a sus aposentos. Venia por si deseaba que le sirviera la cena.

-No, gracias Carson. Dígame, ¿qué le pareció nuestra invitada? - Si alguien podría darme una opinión justa seria el hombre que ahora se encontraba de pie frente a mí, no solo era mi mayordomo, me conocía desde que había nacido y en algunas circunstancias había actuado como si fuese mi padre y mi mejor amigo.

-No creo que este bien que yo haga juicios sobre sus invitados Milord.

-Vamos vamos Carson. Sabe que cuando estamos solos no tiene que ser tan reservado, dígame lo que opina de esa señorita.

-Es una dama muy sencilla y curiosa, mira todo con ojos inexpertos. Cuando la acompañe a su alcoba, me dijo que le parecía mejor que en adelante ella cenara en su habitación, así el servicio no tendría tanto trabajo.

Miré al hombre que estaba parado frente a mí, tratando de encontrar un rastro de broma en sus palabras, pero luego recordé que hablaba de Carson, el no bromeaba. Esa joven no se estaba pareciendo a lo que yo había pensado encontrar bajo mi techo. Mi mayordomo malinterpreto que me hubiese quedado mirándolo, ya que siguió hablando:

-Por supuesto le dije que era algo que debía hablar con usted señor.

-No te preocupes- dije tratando de tranquilizarlo. -Mañana cuando su doncella vaya a despertarla, asegúrate de que le diga que la acompañare a desayunar.

-Por supuesto Milord.

- ¿A quién asignaste como su doncella?

-La más joven de las hermanas Harrison, Molly, señor.

Recordé perfectamente de quien me hablaba ni bien lo dijo.

-Me parece bien, es una joven muy tranquila.

-Sí señor.

-Bueno. Buenas noches Carson. No quiero que se haga más tarde para su cena.

-No hay cuidado señor. Buenas noches, me retiro.

Una vez que volví a estar solo, me sumergí en mis pensamientos acompañado de un vaso de whisky, largas horas después, conseguí sumergirme en un profundo sueño esperando que el próximo amanecer, trajese consigo mejores cosas... como por ejemplo a la señorita Shepard. 

Mr. ScareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora