No más café
-¡Ey! -exclamó una azabache-. Deberías de prestar atención a tu alrededor, ¿sabes?
-Lo siento, no me siento bien.
Y era verdad; antes, permaneció tan hundida en el vacío de sus pensamientos que ni siquiera la voz chillona de su amiga llegó a sus oídos. Los problemas nunca desaparecían, siempre estaban ahí, como un parásito.
-Bueno, eso se solucionará -señaló a la camarera quien traía una taza de café-. El café es la solución a todo, querida Kara.
La comisura de sus labios se elevó un poco, formando una diminuta sonrisa en el rostro de Kara. Luego, sus ojos grisáceos se dirigieron al café, quien de éste brotaba un poco de vapor, después, observó el sitio en donde se encontraba Layla; vacío, como ha veces solía pasarle.
-Disculpe, ¿puede traer una taza de café a mi amiga? Se le han olvidado -avisó Kara mientras sus dedos recorrían la raíz de su cabello acaramelado y lo dirigía hacia atrás, brindándole un aspecto más libre.
-Oh, lo siento, ahora irá alguien más.
Y sin más que decir la camarera, se desvaneció del lugar. La azabache miró hacia ambos lados para luego susurrar cerca de Kara:
-No tenías qué decirle. Ya me las arreglaba yo después con mi amigo el puño y le quitaría el kilo de maquillaje que traía, y así se le va lo olvidadiza.
Ambas carcajadas se podía apreciar en la cafetería. De pronto, unos globos oculares comenzaron a brotarle en la nuca una presión a Kara. Por lo que apagó su tan melodiosa risa quedando en silencio mientras el bullicio crecía.
-Oh, ¡perdón, perdón! Soy nuevo en esto. ¡Cuidado! ¡Perdón! -se disculpaba una dicción masculina relajante mientras que las personas lo ignoraban. Cuando Kara elevó su barbilla para ver quién era el responsable de tal alboroto, sus ojos se agrandaron más de lo normal; aquel camarero traía una taza de café blanca, mientras que su cabello alborotado color castaño le acompañaba con aquellos ojos color grisáceos. Si ella hubiese sido hombre, seguramente se parecería físicamente a él-. ¿Usted encargó el café?
-Sí, gracias. -El joven posó la taza blanquecina sobre la mesa de roble mientras sus pálidas manos se depositaban en aquel delantal ridículo según Kara, que ahora, parecía modificarse por uno tierno.
-¡Disculpe! -llamó la castaña, atrapando la atención de éste antes de perderse por ahí. Se volteó bruscamente y realizó zancadas hasta aproximarse a Kara, para luego sus labios separarse y dejar fluir las vocales con naturalidad.
-¿Qué sucede? -indagó mientras sus ojos le brindaba una calma contagiosa. Despegó una sonrisa que había estado ocultando para luego responder lo siguiente.
-Tengo una duda, ¿cuál es tu nombre? No te había visto por aquí antes.
-Mi nombre es Allen. Me gustaría conocerte algún día pero hoy no será, sino el jefe me regañará -comentó mientras rascaba su nuca nervioso, para luego girar unos 180° grados e ir corriendo hacia una puerta en la cual se colocaba una etiqueta color carmín que citaba SÓLO ENCARGADOS.
ESTÁS LEYENDO
Historias cortas (#ManiaticAwards) ©
De TodoAquí se realizarán historias con una trama y desenlace específico. Son obras que se calificarán por ManiaticAwards :D.