Nací en 1517 no se si fue una desgracia o una bendición, pero bueno, muchos dicen que soy un afortunado al nacer en una familia aristócrata o como bien decían de sangre azul, llena de grandes poderes mágicos, como siempre me repetía mi madre.
Odiaba vivir ahí pero por el hecho de tantas reglas y modales de conducta que tenía que aprender por mi familia, y a esto sumarle que tenía que controlar mis poderes, ya sé para nadie sería una tortura tener todos los poderes del universo.
Mi familia está integrada por mi padre un ser con increíbles poderes capaz de hacer lo imposible, aunque de muy mal carácter; mi madre una mujer extremadamente bella, amada y envidiada, diosa de la vida y de la muerte, más benévola no se podía ser; mi adorada hermana podía hacer cualquier cosa, si hacía lo decidía pero floja en extremo; y por último yo, tonto e ingenuo como decía mi padre, carente del poder de mi familia, pero eso sí con una belleza envidiable como mi madre y mis tías decían, una piel blanca y tersa a más no poder, ojos azules, un cabello negro azabache.
Gracias a mis poderes de pequeño podía comprender todo lo que pasaba en mi alrededor, no podía hablar, pero podía escuchar.
-Mi bebé, tan bello y el siguiente en el trono- mi madre me hablaba con una ternura y con cierto amor en sus palabras. – tu padre te ama, y haría cualquier cosa por ti.
Al decir estas palabras entro una pequeña niña no mayor a 6 años, rubia con unos ojos color miel y un destello en su mirada, llevaba un vestido dorado, digno de una princesa, pero con actitud de una diablilla.
- Mamá ¿Quién es bebé y porque les dices que mi papi lo va a querer mucho? – lo decía con una mezcla de sentimientos distintos sorpresa, enojo y tristeza.
- Es tu hermano mi amor, es Marcus, y lo tendrás que querer mucho y proteger si algo nos pasara- la pequeña la miro con detenimiento como si no supiera que es lo que pasara, pero algo en su mirada cambio y empezó a brincar de alegría
- Sí mamá, yo lo cuidaré siempre, es mi bebé, están bonito, ¡Dámelo! Quiero cargarlo- mi madre la miro con cierta desconfianza por su edad, pero al hacerle un puchero, con su carita de no rompo ni un plato, que acepto.
Con cierta dificultad me cargo, pero en todo momento mi madre vigilaba atenta, no solo por el hecho de que fuera descuidada al cargarme, sino que siendo tan pequeña y por la emoción del momento no pudiera controlar sus poderes y me lastimara.
- Hermanito- ella dijo con emoción y amor – siempre te querré y te cuidare.
Y así pasaron ocho años, todos unidos, pero mi padre distante arreglando los problemas de un reino lejos de donde estábamos, aun no lo conocía, y moría de ansias por verlo, mi magia se hacía más fuerte y a la vez incontrolable.
- ¡Mami! Quiero ver a mi papi ¡ahora!, ya no quiero esperar- y en ese momento de enojo, logre proyectar un espejo, no como siempre los había visto, este era distinto... podía ver lo que hacía y no era nada bueno...- ¡Marcus!, ¿Qué estás haciendo? – estaba muy enojada, nunca me había hablado así.
- Mami, ¿Por qué papi está besando a otra mujer? – las lágrimas brotaban de mis mejillas, no quería que mi papi besara a otra mujer. En eso mi madre inmediatamente cerro el portal, se veía diferente, no sabía que era lo que pasaba.
- Marcus... no puedes hacer esas cosas- estaba pensativa, no sabía que decirme, estaba pensativa – no controlas tus poderes, que bueno que fue esto y no te hiciste daño.
- Pero mami, solo quería ver a mi papi, ¿Quién era esa mujer y porque la besaba en la boca?
Mi madre no sabía que decir y ella solo se limitó a responder. - No es nadie-.
Y así paso un año y el rey no regresaba a casa, mi mamá se la pasaba llorando por las todas las noches y ella decía que estaba bien cada vez que se lo preguntaban. Pero eso si Nina mi hermana y yo nos la pasábamos haciendo travesuras para divertirla y se sintiera mejor...
- ¡Niños! ¡Dejen de levitar al gato! – una pequeña carcajada salió de sus hermosos labios. - Están Castiga... – no puedo terminar la frase porque en ese preciso instante entro la sirvienta corriendo y gritando...
- ¡Señora!, Su Majestad ha llegado, viene montado en su caballo blanco y su ejército de 100 hombres. – Mi madre solo asintió y nos mandó a cambiar para recibir a nuestro padre.
Estaba sumamente nervioso y emocionado era la primera vez que veía a mi padre ''El Rey' desde esa terrible vez que lo vi con esa mujer, además por fin vería el hombre en el que me había vuelto.
- ¡Nina! ¿Cómo es nuestro padre? – ella si había tenido la oportunidad de ver a nuestro padre antes de ir a defender nuestras tierras de los invasores.
- Él es... mmm lindo, es maravilloso... me quería mucho, bueno eso decía mi mamá, yo tan solo tenía dos años cuando él se fue.
Todos en el castillo estaban emocionados, gritaban y alababan a mi padre el cual aún no había entrado al castillo, ya que nosotros lo teníamos que recibir, por lo mismo mi mamá con un hechizo que ella había inventado para traernos a su lado cuando estuviéramos en peligro, lo invoco, y en solo unos momentos ya estábamos con ella.
- Mamá porque hiciste eso, me siento mareada- Nina se quejó como de costumbre y mi madre solo se limitó a sonreírle y llevarnos agarrados de las manos a la puerta enorme del castillo.
Y si mi padre ''el Rey'' que tanto ansiaba ver por fin estaba ahí en su hermoso caballo blanco, aunque lucia de mal carácter. Ya cuando por fin se bajó de su cabello, no puede controlarme, mi cuerpo y mi mente no respondían y salí corriendo para abrazarlo y decirle cuando lo había extrañado.
No sabía que era lo que había pasado, pero sentía que mi mejilla ardía y estaba tirado en el suelo.
- Niño estúpido, ¿Que tu madre no te ha enseñado a no hacer esas cosas de niñas? - su tono era muy severo y autoritario – No vuelvas hacer esas cosas o lo pagaras muy caro, lárgate de mi vita.
Salí corriendo de allí para dirigirme a mi habitación, pero Nina salió corriendo detrás de mí, me alcanzo.
- Marcus no te pongas así, papá no quiso tratarte así, de seguro viene cansado, ya sabes que viene de muy lejos- sonaba muy madura, pero a la vez decepcionada por el comportamiento de mi padre.
- No digas mentiras Nina, papi no me quiere, él me odia – no podía soportar el inmenso nudo en la garganta que sentía, que me solté a llorar desconsoladamente, Nina solo trataba de abrazarme y repetía una y otra vez – Todo estará bien, yo te cuidare.
Y unas palabras brotaron de mi boca para decirle – Te quiero Nina, eres la única que me quiere. –Y así pasaron 4 años, yo ya tenía 13 años y Nina tenía 18 años, ella ya era toda una mujer, pretendida y enviada por las demás chicas del pueblo, ella no solo contaba con una belleza deslumbrante, sino que también era inteligente y sagaz, capaz de hacer cualquier hechizo y poción que se propusiera si es que no tenía flojera.
Siempre estábamos juntos y nos contábamos todo... aunque últimamente estaba muy distante y no me quería decir que era lo que le pasaba desde aquel día que...
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Hola a todos, estoy iniciando a escribir esto, nunca lo había intentado y espero mejorar con el tiempo.
La historia irá algo lenta pero quiero que queden bien los cimientos por así decirlo.
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LAS MEMORIAS DE UN VIEJO HECHICERO
Roman d'amourTodos buscan un verdadero amor, y yo lo encontré, pero una series de eventos me lo hicieron perder... No una sino varias veces que les contaré... Esta historia es algo irreverente, poco convencional, por lo regular no estará basada en una sola época...