Capítulo 1: Gabrael

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Acabé de vestirme frente al espejo de cuerpo entero que hay junto a mi cama, siempre cerca de la ventana, me gusta la luz natural. Vivo en una ciudad más o menos tranquila en un barrio bastante agradable, el barrio El Raval  , ¿la ciudad? Elche.

Me mude de Valencia por trabajo, pero ahora no estoy seguro de querer volver allí, tengo familia sí, pero no les veo de todas formas aun viviendo en la misma ciudad. Como casi todas las tardes, recojo mi bolsa de deporte y salgo de mi casa de camino al gimnasio. Cierro los ojos antes de salir.

-¿Que estoy haciendo con mi vida?- me pregunto a mí mismo. Tengo 32 años y aún sigo soltero, creo que a estas alturas mis padres ya querrían tener nietos, pero eso se le da mejor a mi hermano.

Salgo de casa, al final llegaré tarde y Dominic se enfadará, entrenadores, que se le va a hacer, son las cinco y cuarto, aún tengo tiempo. Hoy decido ir por otro camino, es un poco más largo pero necesito despejarme. Caminando sin mirar a un punto fijo empiezo a mirar los escaparates de los edificios, hubo uno que me llamo la atención así que me pare a echar un vistazo, era una librería, nunca me ha gustado mucho leer así que no comprendo porque me siento tan atraído hacia ese lugar. En ese momento el gimnasio me daba igual, simplemente necesitaba entrar, no sé porque. Me dirijo a la sección deportiva, solo por mirar, necesitaba saber qué era lo que me hacía estar en ese lugar.

-¿Necesita algo?- me pregunto una voz femenina a mis espaldas, su voz al escucharla sin girarme me dio un escalofrío por la espalda.

-No gracias, solo estoy mirando- le respondí sin girarme, me da miedo hacerlo.

Espera un momento, tengo 32 años ¿porque tengo miedo de mirar a una mujer? Me siento estúpido. Al darme la vuelta me doy cuenta de mi error, no tendría que haberme girado a mirarla, ni siquiera debería haber entrado en ese lugar pero al final he entrado y estoy mirando hacia los ojos más verdes que he visto en mi vida.

-De acuerdo si necesita algo, solo avíseme- me responde sin inmutarse y se marcha hacia el mostrador que hay junto a la puerta, del cual no me había dado ni cuenta de que estaba hay. Me quedo mirándola, parece distraída así que aprovecho, no he visto unos ojos tan verdes nunca, ni siquiera en mi hermano y eso que son del mismo color, pero los de ella, brillan, son como de otro planeta.

No es de una belleza deslumbrante, no como las de la televisión, pero tiene algo que la hace única, no es perfecta y no intenta serlo al parecer, tiene el cabello despeinado recogido en una coleta, las pestañas desordenadas y le sobresalían unas ojeras debido al cansancio, en ese instante me pregunto si será por estudios o por sufrir mal de amores.

Decido intentar entablar una conversación para poder escuchar su voz y comprobar sus ojos de cerca, aunque mirándola más detalladamente me fijo en que está leyendo un libro a escondidas debajo del mostrador.

-Perdona, sí que podrías ayudarme- le digo, pero ¿qué hago?

- Claro dime- Se levanta de la silla con una sonrisa y se acerca a mí.

-Verás, no soy muy de leer la verdad y estoy buscando algún hobby nuevo que no sea pasármela en el gimnasio, ¿podrías aconsejarme algo con lo que poder empezar?.- Dios es realmente bonita. ¿Qué hago?

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