Capítulo 2: Beth

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¿Quién me manda a mi meterme en estos fregados?- pensé para mí. El chico es muy guapo, aunque no parece muy joven, tendrá poco más de 30 no sé, es raro ver a este tipo de hombres en un sitio así, suelen estar en el gimnasio no aquí, como el, no pega junto a los libros, aunque sí junto a los de culturismo.

- Sígueme creo que te podré enseñar algo- le dije, no sé cómo hablar con hombres así, es grande, medirá cerca de 1,85 y ojos azules, tiene el pelo corto y por lo que he podido observar, se la pasa mucho en el gimnasio. En que trabajará?

-Claro, tu mandas- me responde, con esa voz ronca que me da escalofríos, al verle entrar me ha sorprendido mucho, me he hecho la coleta rápido y seguro me ha quedado mal, ¿debería soltármela? Que pienso, es solo un cliente más, uno guapo pero solo un cliente.

-De acuerdo, estos son novelas de ficción, aunque también tienen algo de amor pero sobre todo tienen acción y son bastante entretenidos, te pueden enganchar- le cuento, no sé si realmente le interesarían estos libros pero bueno, trabajo aquí desde hace 2 años me he leído la mayoría de los libros y me gusta este barrio, El Raval es bastante bonito y tranquilo, y me voy a la plaza mayor a leer cuando salgo de aquí. Vivo en El Carrer Espí no muy lejos de aquí, siempre suelo estar sola, no hay mucha gente que lea la verdad.

- ¿Te has leído alguno?- me pregunta, lo noto... ¿más cerca? O es cosa mía....

-Casi todos los que hay en esta sección, me entretienen mucho, aunque suelo leer en la plaza mayor- le cuento, ¿porque le cuento eso? Suena un poco triste la verdad

- Seguro que tienes algún hombre esperándote en casa, no deberías estar sola por la calle, puede ser peligroso- me cuenta. ¿Estoy soñando o suena preocupado?

-No tengo ningún hombre en casa, solo un gato y suele ignorarme la verdad, es bastante independiente- le comento, me resulta tan fácil decirle las cosas. Esto me está empezando a resultar incómodo, me giro para al menos mirarle a la cara pero no debería hacerlo, está bastante cerca y casi tengo que levantar la cabeza para mirarlo, soy pequeñita apenas mido 1,60 y a su lado parezco un tapón.

-Pues pienso que deberías tener a algún hombre esperándote en casa, eres demasiado guapa como para quedarte tanto tiempo sola- me dice.

Mi corazón da un respingo, no sé si de sorpresa o simplemente me molesta que crea que necesito protección.

-¿Crees que necesito protección?- le pregunto mirándole a los ojos, dios que ojos, son tan azules que casi dan miedo.

-Puede- Me responde con una sonrisa bastante socarrona.

-¿Y quién crees que debería protegerme? ¿Tú?- le digo sonriendo con dulzura, me siento como una cría traviesa, tomándole el pelo al popular del cole.

-Pues no estaría mal, así podría conocerte más, y seguir admirando esos ojos tan verdes.-Me responde poniéndose serio. Me quedo mirándolo como si estuviera loco, ¿o la que se ha vuelto loca soy yo? Como puede ser que este hombre insinué esas cosas. Creo que debería de terminar de volverme loca y preguntarle si quiere un café después o algo.

-Mm bueno, pues entonces creo que deberíamos tomar un café o algo ¿no?- le digo, me siento esperanzada, no sé porque.

-No me gusta el café- me responde, hay se van mis esperanzas.-Pero una cerveza si la aceptaría- me dice sonriendo con tranquilidad. Siento como sonrío estúpidamente como si estas cosas no me hubieran pasado nunca, cosa que es cierta.

-Me llamo Elisabeth- le digo un poco más tranquila- Aunque todo el mundo me llama Beth-

-Yo soy Gabrael- me responde- aunque algunos amigos me dicen Gab, pero me suena a perro, así que llámame simplemente Gabrael.

Gabrael, menudo nombre, la verdad es que le queda bien el nombre y todo, creo que esta noche va a cambiar un poco mi mundo.

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