Tal vez lo que más amaba Shannon de salir por las noches era el viento en su rostro, esa sensación etérea de libertad que le otorgaba brincar por los rascacielos. Se sentía dueña del mundo, dueña de una vida junto a las estrellas que en esos momentos no parecían inalcanzables. Inhaló aire tan fuerte como pudo mientras sus pies corrían en automático por los techos de Gotham, disfrutando cada sensación que llegaba a su cuerpo.
Su madre, por otro lado, se centraba en ir por las rutas más cortas de la manera más sigilosa posible, no por ella, sino por su hija. Hunter era su seudónimo y se suponía que ese alter ego estaba fuera de la competencia, eliminado por completo; no podía arriesgarse a que fuera vista, porque eso significaba alertar al murciélago sobre ella.
— La noche está hermosa, má. ¿No podemos quedarnos a disfrutarla por hoy? Mañana podemos ir al banco — sugirió Hunter, mirando la luna anonada.
— Ni pensarlo. Acelera el paso — sentenció Cat Woman en tono duro.
— Ugh, ni Enigma llega a ser tan estirado — Shannon despegó su vista de la luna para comenzar a correr con más fuerza, sin embargo, no notó que frente a ella se alzaba una pequeña chimenea y se dió de lleno contra ella, cayendo de espaldas en el concreto —¡ Maldición! — Chilló, agarrándose el puente de la nariz.
— ¿Está todo bien cariño? — cuestionó Catwoman, deteniéndose unos pasos por delante de su hija.
— Sí, sí. Deberías adelantarte, enseguida voy. Seguiré tu aroma.
La mujer le hizo caso sin preguntar mucho y siguió saltando por los edificios, al fin y al cabo, su niña sabía cuidarse muy bien sola.
— Maldita sea — gruñó una vez sola, tentando las pequeñas gotas de sangre que se metían entre sus guantes —. No estoy más estúpida solo porque sé como amarrarme las agujetas.
Shannon iba a empezar una pequeña pelea consigo, maldiciendo su estupidez, sin embargo, un cambio de aire y aroma en el ambiente causaron que su cuerpo se erizara y entrara en modo alerta, su oído y olfato se agudizó, mientras que de manera inconsciente las garras de sus uñas iban saliendo.
— Vaya, no pensé que los estúpidos rumores sobre ti fueran ciertos. Estabas mejor muerta, aunque creo que nadie te lo dijo.
— Robin — canturreó Hunter, deleitada por volver a escuchar la voz del único chico que había llegado a impresionarla. Guardó las garras y se dió la vuelta, sorprendiéndose de ver a su mejor amigo junto al chico maravilla — y R-Red Hood...
— Te creía muerta, Hunter — dijo el antiheroe en tono neutro, para que solo ella supiera que se lo decía como reproche — ¿Qué estás haciendo aquí?
— ¿Desde cuándo uno ya no tiene el derecho de vagar libremente por los techos? — cuestionó de forma burlona.
— Si estás aquí es porque tú y tu madre pulgosa están planeando algo, ¿no es así? — habló Robin, cruzándose de brazos.
— ¿Quieres tu estrellita en la frente por resolver el acertijo? — cuestionó con sarcasmo.
— Ni lo intenten, saben que podemos frustrar sus planes incluso con los ojos cerrados.
Hunter entrecerró los ojos y su mascara se arrugó un poco junto a su gesto, dándole un aire divertido a la situación. A pequeños pasitos, se acercó a Robin lo suficiente para poder detallar el contorno de su rostro, de sus labios y hasta de su nariz, colocó sus brazos por detrás de su espalda como si aquello le diera un toque de adultez y sonrió.
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Amor Entre Heridas. #DcHeroesAwards
FanfictionEs fuerte, inteligente, hermosa y tan astuta y ágil como lo es un felino. El amor no era parte de sus planes para acabar con la ciudad del desastre, sin embargo, llegó él y su patética sonrisa, sus ojos cansados y un ceño fruncido que podía ver dura...