Capitulo I: La Criatura del Bosque

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Astrid Wilson era una niña de 8 años que vivía con sus padres, Richard y Camila Wilson, en un pueblo llamado Everdrill, situado cerca de los bosques de Canadá.

Corría el año de 1995 y Astrid, después de haber recibido un gran regaño por sus padres, por haber roto la ventana del Señor Jefferson, su vecino, decide escaparse al bosque cerca de su hogar, que para su mala suerte estaba nevando y se notaba que se iba a incrementar la nieve con una fuerte tormenta que se avecinaba poco a poco.

Después de media hora de deambular y llorar sin sentido alguno, Astrid se sentía cansada y algo molesta después de lo sucedido, entonces decide sentarse en un tronco para descansar un rato, pero de repente escucha el sonido de auxilio de un alce que parecía herido -¿Qué será ese gran ruido? -dijo ella con un poco de miedo.

Al seguir el desgarrador sonido de dolor, Astrid, se encuentra con una criatura sumamente extraña, que estaba descuartizando y devorándose a un pobre alce —¿Quién eres tú? —preguntó Astrid con voz temblorosa. La criatura al escucharla, volteó a verla y dejando a su presa de un lado decidió caminar hacia ella lentamente y allí fue donde Astrid vio más detenidamente el físico de la criatura, el cual tenia un cuerpo oscuro y un tanto humanoide, era muy alto y delgado también, la criatura al acercase más, dejó que ella pudiera observar sus ojos los cuales eran redondos y blancos completamente, también poseía unas grandes y afiladas garras que tenía en sus manos.

La criatura, al estar completamente cerca de Astrid, dice la criatura con voz grave y firme:
—Parece que no eres de aquí pequeña niña.
—Escapé de mi hogar por un capricho mio y vine a parar a este bosque —contestó ella con mucho miedo.
—Bueno, parece que tienes que regresar, tus padres han de estar preocupados -dijo la criatura.
—¿Pero, no vas a comerme? —preguntó ella.
—Claro que no, algo en mi me detiene a devorarte, pero no sé que es —respondió el.

Después de oír eso, Astrid se sintió un poco más segura a su lado, por lo cual decidió regresar a casa acompañada de su nuevo amigo —¿Acaso tienes algún nombre? —dijo ella cuestionando a la criatura.
—No tengo, desde que tengo memoria, nadie me ha asignado un nombre -respondió él.
—Entendido, te llamaré Bestia —exclamó la pequeña —, ¿Qué te parece?
—Me gusta —respondió Bestia con voz grave y un tono alegre.

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