Pero el tiempo pasa, las relaciones se agotan, las personas se cansan, las estaciones terminan y las rosas se marchitan.
Todo tiene un inicio y un final, y así como la rosa que una vez empezó a germinar y creció, ésta así mismo empezó a marchitar.
La primavera pasó en un suspiro, aquella fragante brisa primaveral pasó como una estrella fugaz, como una estela de la cual sólo quedó su aroma, que poco a poco empezó a cambiar por el olor de una rosa al marchitar.
En verano, así como el primero, el tiempo pasaba inexorable, sin perdón; con tantos asuntos y deberes pendientes que nos hicieron olvidarnos durante un tiempo que pudo empezar a destruirlo todo. Y lo hizo.
El tiempo fue el primer pétalo en caer.
En el otoño, con el poco frío que empezaba a inundar nuestros corazones, se podía percibier el cambio. Nuestras conversaciones antes llenas de cariño, a veces hasta de una timidez inocente aún, fueron reemplazados por mecánicos saludos y conversaciones cortas y triviales a las que muchas veces les faltó incluso un punto final e incluso un "te hablo luego".
Y así el silencio fue el segundo pétalo en marchitar y caer.
Luego el miedo que dejamos que nos controlara se apoderó de nuestros corazones, se adueñó de nuestros miedos para tergiversarlos en pesadillas e inundar nuestra cabeza. Aquella inseguridad simplemente nos consumió, empezando a llover sobre nuestra rosa junto a un viento tan fuerte que terminó por derribar otra de sus hojas.
La inseguridad fue el tercer pétalo en caer.
Y por último, ese mismo invierno, la maldita distancia.
Nosotras habíamos soportado ya varios obstáculos, pasó mucho tiempo. Éramos distantes, sí; pero...al alejarme más...¿Simplemente dejaste de cuidar nuestra rosa? ¿Fui yo la única que intentó hacerla crecer?
La distancia, el último pétalo que cayó antes de que nuestra rosa se marchitara por completo.
Con el pétalo que la distancia se llevó, todos los demás se desplomaron sobre la nieve, sin ventisca helada que los soplara. Y en vano fueron nuestros esfuerzos.
A pesar de ellos, y en un par de años...simplemente fue muriendo de a poco, en realidad fue muy corto el tiempo en el que se pudo contemplar su belleza.
Aquella rosa negra que quiso vivir simplemente...marchitó.
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Perdona que cuente nuestra historia como fue.
Siempre vivirás en mí como el recuerdo de alguien por quien estuve dispuesta a dejarlo todo, y quien al faltarme me dejó sin nada.
-L.E.
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Estaciones.
Historia CortaLa vida nunca es estable, la vida transcurre sin parar; la vida cambia para bien, otras veces para mal. A veces cambia de maneras que no advertimos y otras en las que nos cambia la manera de verla. Pero es seguro, para cada uno de estos cambios hay...