Capítulo 2: Negros recuerdos

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La oscuridad poco a poco se transformó en día. Camily se levantó, se ducho y tomó el desayuno mientras su padre revisaba su agenda y tomaba nota de sus obligaciones del día.

-Hija, te vez espantosa, ¿no descansas te como se debe, Verdad? -Le preguntó su padre, observándola por encima de sus anteojos, mientras la señalaba con el lápiz.

- y mi madre, ¿no llegó anoche? - de inmediato quiso evadir la pregunta, prefería éso a tener que tartamudear al mentir. Eso la delataría.

- si hija, pero llegó tarde. Esos largos turnos es el hospital están desgastando la salud de tu madre - argumento el hombre con gesto preocupado mientras quitaba sus anteojos.

- ¿creen que deba visitar un médico? - pregunto su madre en tono burlón ya que ella era uno.

- Buenos días amor - la Dr. Saenz se acercó cariñosa como siempre con su esposo - ¿que tal descansas te?.

Camily los detallaba un poco melancólica, ya que ellos ignoraban el infierno que ella vivía cada día y los odio, odio a ambos por ni siquiera notar el extraño comportamiento de su propia hija.

Tomó el café de su padre y le dio un sorbo, para comprobar cuan caliente estaba.
El café se encontraba en la temperatura exacta, asi que lo lanzó a sus padres.

En sus rostros comenzaron a formarse ampollas de sangre, las cuales le causaron náuseas. Un líquido amargo subió de su estómago a su boca y la hizo toser.

- Cariño, ¿te encuentras bien? - su madre se acercó preocupada.

- tengo que irme, el colegio no da espera.

Tras salir de su casa, se paró en seco, miró al cielo y comenzó a recordar la primera vez que había tenido esos horribles pensamiento asesinos.

Era un año castigado por las lluvias, hacía unos meses su madre le había regalado un perro para su cumpleaños número 13, Camily le puso como nombre Tonky.

El cachorro era muy hiperativo y corría por toda la casa sin cesar. El reloj marcaba las 5:15 pm, la hora de llegada de su padre y la niñera estaba impaciente por partir, ya que se acercaba una tormenta. El tic tac de el reloj  resonaba en los oídos de la joven y se le sumaron los ladridos inquietantes de Tonky a una pelota bajo el sofá, los golpes que causaba la niñera, dándole con el paraguas al reluciente piso, un ensordecedor trueno y el rechinar de la puerta al abrirse con lentitud.

El corazón de Camily latía sin parar, causándole un leve dolor en el pecho. Al abriese la puerta por completo la pelota que Tonky ya tenia en su boca,  se escapó y salio disparada de la casa y el cachorro tras ella, al salir la niñera, sin percatarse lanzó la pelota a la calle y el cachorro ladraba sin parar, pero no salio a buscarla, por el aguacero que estaba cayendo. Camily perdió la razón, arrancó el cable del teléfono, lo envolvió en el cuello del can y lo estranguló con todas sus fuerzas. Su padre intentaba soltarle el cable del cuello al desdichado cachorro, pero ella no se lo permitía; para cuando logró hacerlo, el pobre perro estaba muerto.

Camily se paró en la entrada de la casa mirando en dirección a la pelota, el sonido de unas llantas quemando la carretera la hicieron percatarse de que Tonky había sido atropellado al salir de casa por su pelota.

SUEÑO  HOMICIDA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora