2º. Poder volver a casa

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Bueno, ahora que ya sabeis como funciona el mundo en el que vivo, es hora de contaros mi historia; más bien, mi vida.

Todo empezó el día en el que a mi hermano y a mí nos adoptó el señor (_ _ N). Se podría decir que es (de alguna manera)
una forma paterna para mí y mi hermano.
No tengo ningún recuerdo de mi anterior familia, y prefiero no recordar nada. Mi única familia es mi hermano,
quien me dio un nombre, Yuhi (sol del atardecer). A cambio, yo le di el nombre de Yamato (calma total).
Siempre que estoy con él, me siento tranquila y me alejo de todos los problemas.

El señor (_ _ N) nos adoptó cuando Yamato tenía 13 años, y yo 8.
Recuerdo que antes de eso, estabamos en un lugar muy lejano, un pueblo entre las montañas de otro país (nunca me dijo cual).
Yamato me contó que la gente del pueblo nos mantenía. Cuando esa gente se enteró de lo que era (un lobo),
dejamos de recibirr ayuda de su parte,
y empezamos a ser marginados por la gente que nos mantenía. En ese momento, apareció el señor (__ N), quien nos dijo:

--Mocos (moco = niño pequeño), si prometeis no darme problemas en el futuro, os daré un lugar al que volver-.

Mi hermano estaba asustado. Un hombre alto con la cara muy tapada por el frío, nos acababa de decir que nos fuaeramos con él. Mi hermano, confuso, le dijo:

-- ¿Por qué, quién eres?-.

-- Quiero que vengais conmigo, a mi casa, os acogeré en mi hogar. Lo único que teneis
que hacer es acompañarme hasta casa. Me podeis llamar señor (_ _ N).Y, por ahora, seré la persona que os rescatará de vuestro sufrimiento...-.

Recuerdo bien la primera impresión que me provocó su aspecto: un hombre alto, con un cabello tan oscuro como el carbón,
de piel pálida, ojos de color ceniza, con una mirada apagada y vacía, parecía que le faltaba algo.

Mi hermano, pensando lo mejor para mi, decidió que era la mejor opción el irse con el señor (_ _ N). Yamato y yo
no estamos unidos por sangre, aunque estamos realmente muy unidos.
El señorito resultó tener una propiedad en Japón, y nos tuvimos que ir hasta ahí en avión.
Era una casa grande, espaciosa, con jardín; pero era demasiado grande para una persona.

Desde la entrada a la propiedad hasta la puerta de la casa, había un camino de piedras planas. Las habitaciones de la casa eran innecesariamente espaciosas. Había tres mayordomos y una cocinera, algo trofolla (gordita).
Tuve que aprender a comer bien con palillos, ya que los utilizaba a modo de pincho para comer.

Aún sigo teniendo alguna dificultad que otra hablando el japonés, ya que tuve que aprender primero inglés y despues japonés.
No había ido a una escuela en mi vida, asi que lo tuve bastante difícil el adaptarme.
Tampoco había socializado antes (vamos, que no tenía amigos). Y para colmo, mi hermano estaba en otro grado superior al mío.
Esa fue la primera vez que me tuve que enfrentar a la vida yo sola.

El señorito (el señor (_ _ N)) decidió que debía quedarme en casa y dar clases particulares, ya que, si llegaba a transformarme
en el colegio, entrarían en pánico. Me Yamato me educó los cursos de 4º de la escuela elemental hasta 1º de la escuela media.
Yamato tenía que comenzar a centrarse en sus estudios y no podía seguir educándome.
Cuando crecí un poco, me entraron dudas de por qué el señorito se había ido a tomar por saco para adoptarnos. También tuvo que a
prender otro idioma para entenderse con la gente; para que tanto esfuerzo, ¿solo por nosotros?, lo dudo.
Le dige lo que pensaba a mi hermano,:

- Olle, Yamato, ¿Por qué el señorito nos hace esto? O sea, no es que nos haga sufrir ni nada, pero... ¿Por qué?-.

-- No lo sé. Tampoco pienso que sea una buena idea preguntarle, ¿no crees?, si no, ya nos hubiera contado algo. Cuando
hallamos cogido un poco más de confianza le preguntamos, ¿vale?-.

-- Vale-. En esa época, todo lo que decía Yamato, para mí era ley.

Empecé a ir al colegio con 12 años. Si os digo la verdad no lo tengo coo un buen recuerdo, por lo menos los primeros años.
Poco a poco, aprendí que la gente solo se fija en lo que eres, no se fijan en absoluto en como eres.
A partir de ahí, crean sus propias espectativas sobre tí, y no veas lo que jode el que te digan cosas que eres o piensas,
cuando en relidad eres completamente difirente a como te describen. Intentaba corregirlos, pero no les interesaba
saber que estaban equivocados.

Aprendí a no odiarme por no cumplir sus espectativas. Que les den, pensaba; y claro, es que es eso.
Si no les gusta como soy, que se jodan, no voy a cambiar (y si cambio será queriendo por mi propia voluntad, como debe ser).
Al final conseguí hacer amigos, no se como, pero lo conseguí.
Estaba bien esa vida, ya que, ahora todo es completamente distinto.

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