John se sorprendió cuando su amigo entró en su casa con el pequeño chico híbrido de orejas y cola de gato.
-¿Por qué?- preguntó cuando Mike dejo al pequeño, completamente dormido, en el sofá y le ofreció una maleta llena de juguetes y algún cambio de ropa.
-Lorene no quiere tenerle en casa cuando nazca el bebé- expuso- ya sabes que nunca llegó a fiarse de él.
-Y... ¿Por qué yo?
-Te conoce y cuando te he pedido que le cuides, él es feliz- informó- Por favor, cuida de él
Mike se acercó al pequeño y le acaricio débilmente, le dolía tener que deshacerse de él, le había cuidado desde que tenía poco más de 2 meses de vida, le había enseñado débilmente a hablar, poco a poco había dejado de verle como un hibrido y rápidamente se convirtió en otro más de la familia, hasta que Mike conoció a Lorene y esta, aunque era normal encontrarse pequeños muchachos con rasgos felinos, le veía como una aberración a la raza humana y comenzó a tratarle como una mascota, comía en un plato con su nombre, dormía en la calle cuando se portaba mal y consiguió que Mike decidiera entre el pequeño que crecía en sus entrañas o el muchacho de ojos rasgados.
-¿Sabe que viene a quedarse para siempre?- pregunto John echando una mirada dentro de la maleta que anteriormente le había ofrecido Mike
-No- concluyó- cree que venimos de visita
-¿Qué le digo cuando despierte? ¿La verdad?
-¿Qué he sido tan cobarde de callarme cuando mi mujer me puso entre la espada y la pared? no, dile que le quiero, pero que ya no puedo cuidar de él, pero que eso no significa que deje de verle. ¿Me dejaras verle?
-Sigue siendo tu gatito, tú le criaste.
El pequeño salto del sofá sobresaltado por el ruido de la puerta al cerrarse, rápidamente se sentó en el suelo agarrándose la cola con delicadeza y bajando las orejas enterrándolas en su pelo. Estaba asustado, no por estar solo en el lugar, si no, porque no percibía el olor al perfume de su amo, nada olía a Mike. Su amo no se encontraba con él.
-¿Eric? ¿Te acuerdas de mí?- preguntó John mientas se sentaba en el suelo poniéndose a su altura- Gatito
-¿Mike ya no quiere a Eric?- sollozo acurrucándose más sobre sí mismo- Mike ya no quiere a Eric- afirmo- Eric no debió de morder la pared, Mike le dijo que era un gato malo
El mayor se acercó a él con miedo de espantarle, no era la primera vez que había cuidado de él, pero si la primera vez que intentaba consolarle.
-Gatito- susurro alzando su mano para acariciarle el pelo- Mike si te quiere, solo que no puede cuidarte, por eso te cuidare yo
-Eric es un gato malo
-No, no eres malo, solo estás creciendo
John comenzó a acariciarle, provocando que este comenzara a ronronear y a mover su cabeza cuando no notaba el tacto de la mano en su cabeza.
-¿John quiere a Eric?- pregunto levantando las orejas rápidamente haciendo que John riera al ver como varios mechones de pelo caian divertidamente sobre su frente
-John quiere mucho a Eric
Rápidamente y sin darse cuenta, este se abalanzo sobre John haciendo que ambos terminaran rodando por el suelo.
-Eric también quiere a John.
John consiguió que el pequeño se adaptara rápidamente a su nuevo hogar, a sus nuevos horarios, a su nuevo amo.
Eric estaba feliz, hacía tiempo que no le trataban así, se levantaba temprano para saltar encima de la cama del mayor, despertándole y pidiéndole de comer, luego en las horas que John trabajaba, Eric se dedicaba a investigar toda la casa, hasta que un día encontró el cesto de la ropa sucia, desde entonces se dedicaba a sacar toda la ropa y meterse dentro, para hacer al mayor buscarle en cuanto llegaba a casa, aunque este sabía dónde se encontraba, ya que siempre su cola le delataba, recorría la casa varios minutos llamándole e ignorando las risas del pequeño, y luego pasaban el resto del día juntos, haciendo alguna locura que se le ocurría o simplemente John acariciaba a Eric mientras veían una película, la cual no solían hacer caso, ya que el joven se aburría con facilidad y se inventaba cualquier excusa para volver a tirar al mayor al suelo y jugar con él.