Los primeros rayos del sol despertaron a John informándole de que un nuevo día había empezado, le pareció raro no despertar por los débiles ronroneos de Eric en su oreja o el movimiento de la cama cuando este comenzaba a saltar encima de él.
Despacio y sonriente entro en la habitación del pequeño encontrándosele cubierto por una capa de sudor, dando vueltas sobre sí mismo, la piel erizada y soltando pequeños gemidos que si no fuera por el completo silencio que adornaba la habitación, ni si quiera se escucharían.
-Eric, Eric, despierta- susurro despegando algún que otro mechón de la frente del muchacho- Despierta
Eric despertó sobresaltado y con notable miedo en los ojos, los cuales recorrieron toda la habitación como si fuera la primera vez que veía donde se encontraba.
-¿Qué me está pasando?- pregunto bajando la mirada hacia sus manos
Todo rastro de inocencia se había esfumado de la noche a la mañana.
John se quedó callado mirando a su gatito sorprendido, sabía que esto ocurriría tarde o temprano, estaba mentalizado, pero no tenía ni idea de cómo actuar. Se maldijo en voz baja por no haber hablado con él y haberle explicado que algún día se encontraría mirándose de otra forma totalmente desconocida para él.
-¿Te encuentras bien?
-Me duele- concluyo poniéndose de rodillas encima de la cama- mucho
Varias lágrimas recorrieron por el rostro del pequeño, no por dolor, ni por asombro, sino por miedo de lo que estaba sucediendo. Su voz sonaba mucho más fuerte, venia su habitación demasiado infantil y tenía un placentero dolor entre las piernas.
-¿Dónde gatito?
Le miro detalladamente, ya no veía a su amo como alguien a quien admirar, veía a un hombre notablemente atractivo, moreno, ojos azules como el cielo y unos labios carnoso que cada vez que les humedecía débilmente con la lengua, hacía que Eric quisiera secarlos con sus propios labios.
-Ahí- bajo la mirada débilmente, sonrojándose, nunca había tenido tapujos para expresarse, pero ahora mismo la vergüenza le podía
-Eric habla con claridad- negó con la cabeza- Eric me estás preocupando
El muchacho saltó de la cama alejándose de John, acercándose a la puerta de su baño personal, esquivando varios juguetes y anotando mentalmente que tenía que recoger todo ese desorden.
-¡No pasa nada!
-¿Dónde te duele?- insistió
-¡JOHN, NO PASA NADA, ESTOY BIEN!
Se asustó con su propia voz, aún no se había acostumbrado a su nuevo tono, ni a la facilidad que tenía para sacar las garras y erizar sus orejas.
-¿Por eso estás sudando y tan desorientado que podría decir que ni siquiera sabes dónde está la cocina?
Eric se dio la vuelta quedando enfrente de su amo, pero con la cama entre medias. John le miro de arriba, abajo, intentando buscar algo que le ayudara a superar la crisis mental que tenía en esos momentos.
-Estoy bien- susurro agarrándose la cola, notándola aún más suave de lo normal.
-Ya sé lo que te pasa- susurro John levantando la mirada de la entrepierna del chico- tiene solución, no es nada grave, Eric, a mí también me pasa.
Eric le miro con curiosidad, se acercó despacio, notando como la moqueta cosquilleaba los dedos de sus pies.
-¿Tu... también?- John asintió sonriendo