Song #2: Shut Up!

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Shut Up!

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—Que sí, tienes toda la razón —bufó, sacándole una sonrisa a su compañero de clase y, ahora, su compañero para el trabajo de clase.

Odiaba a Nezu, pero más le odiaba a él.

Vio su sonrisa arrogante con una mueca de fastidio. ¿Ya estaba contento? Oh por Dios, ¡era un pesado! ¡Se creía un superdotado o algo! ¿Por qué si era tan listo no iba a un instituto especializado y le dejaba en paz?

—Bien, Sawada, entonces nos veremos mañana para empezar a hacer el trabajo —anunció el insoportable de su compañero—. Espero no llegues tarde como siempre.

Tuvo que contener sus ganas de tirarle la silla en la que estaba sentado a la cara hasta que se marchó. Suspiró, ¿se podía ser más... arrogante, insoportable, pesado, idiota?

Mochida era todo eso y más. ¡Se creía que el mundo giraba alrededor suyo! ¡Por Dios, ni que fuera el centro del universo!

Solo por sacar unas buenas notas y ser bueno en los deportes, se creía que tenía la solución a los problemas de todos. ¡Por favor! Si él supiera su vida, ja, seguro que no aguantaba ni uno de los espartanos entrenamientos con Reborn.

Le daban ganas de decirle: «si eres tan listo y sabes todo, dime cómo hacer para no soportar torturas diarias sin ser asesinado por Reborn. Oh, y ya de paso, dime cómo cambiar mi sangre para no ser descendiente de Primo y no tener que asumir un puesto como jefe de la mafia».

Se quedaría en blanco, fijo. Y además, todo de lo que presumía era de algo en lo que era superado. ¿Estudios? ¡Gokudera-kun era un genio! ¿Deportes? ¡Yamamoto era la estrella!

Y pese a todo, le criticaba a él. Vale, debería estar acostumbrado ya que su apodo era bien conocido y no muy agradable. ¡Pero es que no era por su torpeza por la que le criticaba cada rato!

Quizá que «Dame-Tsuna», el desastre del instituto, empezara a llegarle a los talones e incluso le superara en ciertos aspectos, suponía que debía meterse más con él para que su autoestima bajase.

¡Buena suerte! Él no tenía siquiera la culpa, todo era obra y gracia del diablo apodado Reborn, quien le había impartido clases especiales de las suyas —en las que puedes morir si no apruebas— y sus entrenamientos espartanos para que mejorara sus calificaciones y su habilidad en educación física. Pobre de él como trajera malas notas.

¡Que fuera a reclamarle a Reborn, a ver cómo salía! Posiblemente, su tutor no tuviera piedad de él, ¿qué le costaba cargárselo? Aumentaría su fama como asesino número uno.

Oh, quizá sí fuera buena idea el decirle a Mochida que tuviese una «agradable charla» con su querido diablo personal.

Sonreía maléficamente al pensar en esa posibilidad mientras pasaba por uno de los pasillos del instituto, cuando se encontró con unos cuantos matones que parecían bastante enfadados con él y le cortaron el paso.

—¡Sawada, desgraciado! —exclamó uno—. ¿Qué es eso de que eres más fuerte que nosotros? ¡Repítelo si te atreves!

—¿Q-qué? —parpadeó sorprendido—. Yo nunca he dicho eso...

—¡Mentiroso, Mochida nos lo ha dicho! —refutó otro—. ¡Te vas a enterar!

Se preparó para esquivar los ataques cuando una figura se puso delante suya, paralizando a los cuatro matones.

Era natural que se quedaran así, pues estaban frente a alguien que era más fuerte que todos ellos y no se molestaba en ocultarlo.

—Herbívoros, como no os vayáis ahora mismo os morderé hasta la muerte —con un rápido asentimiento y totalmente acobardados, se fueron sin decir palabra.

Simple lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora