IV. 5 de enero

56 7 3
                                    

Ha creado un océano en su habitación

a partir de las lágrimas

que a día de hoy

sigue dedicándole.


Todas llevan tu nombre,

de la misma forma que en ella

dio el paso de tatuárselo en su mente

tras imaginarse que tú 

te habías grabado el suyo a fuego

hace un tiempo.


Lo hizo,

confió en ti, 

te dio la mano

y se tiró de cabeza.


Saltó al vacío

con la esperanza

de que tú la seguirías

hasta el fin del mundo,

como tantas otras veces 

le habías prometido.


Pero no lo hiciste

y te dedicaste a ver como,

desde lo más alto,

ella se hacía pedazos 

al dar contra el suelo.


¡Maldita inocencia!

¡Maldita mente!

Que juegan con nosotros 

haciéndonos creer

cosas que no son.


Eran tantas las ganas 

de que él fuese 

la persona que la salvara 

de todas sus caídas,

el que riera junto a ella,

el que la protegiera 

de cualquier peligro.


Perdió la confianza en sí misma,

las ganas de reír,

de salir,

de divertirse,

el sueño, 

la cabeza

y hasta el corazón.


Lo perdió todo menos a él,

porque no puedes perder

algo que nunca has tenido.

BLUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora