Another wizard

Discucion matutina

Desde aquel día en que fuiste con charles al callejón Diagon no parabas de alucinar con lo que viste, incluso tus libros del colegio eran tan entretenidos que en esos meses que hiciste la espera  a septiembre te habías leído todos los libros, incluso el de historia moderna de la magia que fue más un obsequio de tu abogado para que pudieras adaptarte rápido.

Ya era de noche en tu habitación y con nerviosismo mirabas la gran ventana que tenía pegatinas en forma de estrellas que compraste en el callejón Diagon aquel día pues mañana sería el última vez que las mirarás ya que te irías a Hogwarts.

Tu cuarto a diferencia de toda esa seca y sobria casa era de color azul eléctrico con dibujos y fotografías que emanaban tanta alegría y calides que simulaban a tu hogar en México, y como buen decorador frustrado tomaste tu tiempo para arreglarlo a tu gusto con los obsequios de Charles.

Ahora que lo recordabas tu madre también te había enviado el mejor obsequio de ingreso a clases que te pudieron dar en toda la vida. Tus piernas caminaron hasta una percha donde una pequeña pelusa verde dormitaba tranquilamente, con diversión sonreias al ver que unos pequeños ojitos negros parecían asomarse de ese plumaje.

- vaya que duermes. mamá dijo que debía darte de comer fruta de niebla y gusanos.

Aquella ave te miro ariscamente y con su larga y colorida cola te dio un azote en la cara, no estaba de humor por el viaje que hizo de mexico hasta Inglaterra cargando una caja diez veces más grande que el.
- pinshi quetzal- murmuraste.

La caja  con obsequios que Miriam te envío estaba llena desde golosinas, juguetes ( tu anaconda que te ganaste en la feria), lápices,bolígrafo , materiales escolares y una cartulina por que siempre las necesitabas.

Mañana sería un día maravilloso pues no sólo sería tu entrada a hogwarts si no que tu querida madre estaría pronto viviendo en esta  casa  y podrías desasenté de la insoportable de victoria y su madre Amelia que te hicieron en esos meses la vida de cuadritos.
Con esa dulce expectativa te fuiste a la cama abrazando tu anaconda de peluche .

La mañana llego con un clima un poco soleado, tus ojos se abrieron soñolientos y sentías un extraño peso en tu cabeza. El quetzal que tu madre te envío te miraba con severidad y picoteaba tu cabeza reclamando comida.

- como chingas- murmuraste fastidiado- espera  que no más me hecho otros cinco minutos...AUCH! - pero aquel animal poco le importaba que era demasiado temprano y te forzaba a levantarte a picotazos.

- ya deja de picarme plumero!- te levantaste de un salto y sacaste de la enorme caja de la esquina un frasco de gusanos.- ahí tienes, atascare!.

Minutos más tarde cuando  te aseaste y cambiaste salías del cuarto  un poco más renovado y con una energía similar a la de una bala.
Bajaste con entusiasmo las escaleras y vistes que tu útil abogado estaba sentado en la mesa compartiendo desayuno con las dos viejas insoportables, parecían discutir muy acaloradamente.

(Pov del narrador)

-El Niño ya lo decidió- dijo Charles molesto por la testadures de la rubia mujer frente a el.

- no voy a marcharme de esta casa, me pertenece  mucho más que a esa mujerzuela.- la voz de Amelia sonaba chillona y molesta.

- Alphonse dejo estipulado que la voluntad del "nuevo señor Darling", su hijo debía ser aceptada como una orden suya.- charles molesto tomó  su té manchando su bigote con el líquido.

- se razonable Charles!, el aún es menor de edad, no tiene...- victoria había querido  intervenir ante la discusión, pero su voz parecía poco importante para el viejo mago.