Hoy es viernes, me quedé sin alimentos en mi refrigerador. Obviamente mi madre me obligaría a comprarlos, ya que los Sábados y Domingos, está cerrado el almacén de la esquina.
Eran las 15:30 p.m. y bajaba las escaleras de madera blanca de mi casa, daba pasos cortos y silenciosos para que mi madre no se diera cuenta de mi presencia y me obligara a ir.
-Te dejé la lista sobre la mesa, no son muchas cosas. No vuelvas tan tarde que tengo que hacer el almuerzo.- Me pregunté cómo sintió mi presencia sin ni si quiera haberse dado vuelta.
-Está bien.- Dije sin más, y bufando. Porque ni ganas tenía de salir.
Agarré las llaves y una campera super fina, estábamos en casi primavera, pero siempre se sentía un poco de viento fresco. Tenía puesto una remera blanca con un estampado de gatitos, unos shorts y unas Vans. Me esperaba un viaje de media hora hasta allí, ya que vivo en un pueblito, de solo pensarlo me estresé.
Siendo las 16:00 p.m ya estaba en el supermercado, por cierto, estaba lleno. Agarré las pocas cosas que estaban en la lista y las metí en el carrito, había visto un chocolate con oreos y lo metí también. Total ese era premio por venir hasta aquí.
Iba tan tranquila hasta que ví que estaban casi todas las filas llenas, excepto la fila 8, que esa estaba cerrada.
Esperé casi diez minutos y visualicé que la fila 8, estaba siendo abierta por un chico. Literalmente fui corriendo con el carrito para ser la primera a quien atiendan.
Allí había un chico, con cabello castaño claro, un poco tirando a rubio y unos ojos celestes, tan profundos que simplemente quería mirarlos por horas, literalmente lo miré unos minutos y creí haberlo puesto un poco incómodo.
-Puedes comenzar a colocar las cosas en la cinta, por favor- Dijo un poco tímido.
-S-si claro, lo siento- Dije con un tono de vergüenza. No queria decirle nada, de igual forma ¿Qué podría decirle a un cajero?
Mientras colocaba mis cosas en la cinta de la caja, miré su placa y decía "Lucas", que lindo nombre. Subí un poco la mirada y volví a ver sus ojos celestes, son como dos mares profundos.
-Señorita, aquí tiene el ticket.- Dijo extendiendo su mano para dármelo, obvio.
Estaba por agarrarlo y nuestras manos en ese momento se chocaron, cayendo el ticket al piso.
Los dos al mismo tiempo nos agachamos y nuestras manos se volvieron a juntar. Mis latidos aumentaron, e inmediatamente comencé a sonrojarme. Ese momento parecía eterno.-L-lo siento.-Volví a fijarme en su placa- L-Lucas. - En este instante mi cara debe estar como un tomate.
Por favor chicos, pueden darse cariños en otro lado, pero apresurence que tengo cosas que hacer- Dijo un señor de gran edad, calvo con ropa formal y unas pantuflas.
Lo único que me faltaba era seguir pasando vergüenza.
Nos levantamos y solamente le pagué, y me fuí con mis cosas. Quizás quiera volver otro día, y no solo para comprar cosas. Sino para volver a verlo, quiero volver a ver esos ojos que parecían dos mares profundos.
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El Cajero Del Supermercado
Teen FictionLara, una chica común con una simple lista para el supermercado. Lucas, un cajero que solo hace su trabajo con una linda sonrisa. Una historia de amor juvenil y un toque de comedia. -Historia corta- 《Todos los derechos reservados》 《En proceso》