Capítulo 1
La muerte es solo el principio
Desperté y descubrí que había muerto. Me avergüenza un poco admitir que al principio ni siquiera lo noté. Supongo que cuando a una le ocurre algo así, no se despierta y ya sabe que ha pasado a otra vida. A mí, por lo menos, me llevó un poco más de tiempo, a decir verdad, bastante más. Es ahora cuando me doy cuenta de que los vivos están rodeados de sonidos, múltiples y variados sonidos, de su propio cuerpo, pero están tan acostumbrados a ellos que aprenden a ignorarlos. Tal vez por eso no advertí que mi corazón ya no latía y que no necesitaba respirar. Sé que lo típico sería decir que había despertado en un lugar bañado por una potente luz blanca, ¿no? Eso es lo que suele aparecer en las películas, pero tampoco fue así. No hubo ni túneles largos con luces al final, ni todas esas cosas de las que se oye hablar. No había habido ni cielo ni paz para mí. No quiero decir que no exista el cielo, seguramente sí haya uno, pero desde luego yo no había acabado en él. Desperté en la cama de una habitación que no había visto nunca y no había nada a mi alrededor que pudiera reconocer, ni siquiera a mí misma. Esa extraña sensación que se siente cuando comprendes que has muerto no es comparable a ninguna otra en la vida. No se puede explicar con palabras. Pero no recordar nada relacionado con tu pasado… es casi peor. Aunque, empecemos mejor por el principio.