Segundo encuentro

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-Aaaah...!- se escuchaba un grito ensordecedor, haciendo eco fuera del armario de limpieza.
Fernanda volteó asustada y tan pálida como lo hubiera estado cualquiera en una situación similar, aferrándose con una mano a la puerta y con la otra en el pecho, sintiendo el agitado palpitar de su corazón, con los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas, tratando de distinguir alguna figura entre tanta oscuridad sin mayores resultados cabe decir.
Entonces un par de brazos rodearon su cintura aferrándola con fuerza mientras el cuerpo de Fernanda se retorcía entre ellos buscando un escape plausible, forcejeando, más no logrando nada comenzó a llorar, con el fétido aliento de la bestia tan cerca suyo que le daban arcadas, y el asfixiante minúsculo espacio no era de mucha ayuda, de tanto forcejeo la bestia la estaba lastimando con sus garras de dos de sus brazos y Fernanda sentía su sangre caliente escurrirse, al mismo tiempo que la bestia hacia jirones la ropa de Fernanda y le dejaba arañazos en el cuerpo, manchando los jirones de su ropa de una mezcla de sangre coagulada y viscosidad del cuerpo de la bestia.
Afuera el armario se encontraba Hiroki, que al salir del salón segundos después de Fernanda con los materiales de limpieza en sus manos, en camino al cuarto de limpieza vio a Fernanda entrar dentro de este y como después unos gritos de dolor desgarradores salían de adentro.

Comenzando a correr en su auxilio y soltando de golpe los materiales, trató de abrir la puerta, pero al darse cuenta que estaba con seguro enloqueció, gritaba el nombre de Fernanda teniendo como respuesta gritos y sonidos raros como gruñidos detrás de la puerta; su última opción era romperla, así que apurado retrocedió una pasos para luego correr y propinarle una fuerte patada a la puerta, lo hizo varias veces, rompiendo el cerrojo y corriendo dentro, sabía que pudo haber lastimado a su amiga con semejante golpe.
Adentro fue cuando la vio, para su sorpresa y sumo desagrado, ella se encontraba tumbada inconsciente sobre un pequeño charco de sangre fresca, con el cuerpo magullado, restos de una sustancia negra en sus manos y uniforme, siendo este último apenas un trapo hecho jirones y con el cabello desarreglado y disperso; haciendo de está una de las escenas más traumáticas de su corta vida y mirando a su alrededor sin encontrar ni rastro de quien le hizo eso a Fernanda.
-!Fer! !háblame! !que sucedió! !Fer! !maldición!- y con suma delicadeza, con temor a lastimarla más, Hiroki la tomó en brazos llevándola rápidamente a la enfermería, pero para su mala suerte la enfermera ya se había retirado y la enfermería estaba cerrada.
Pensando en una manera de ayudarla se le ocurrió llevársela consigo a su casa, un idea realmente tentadora, hasta que reparo nuevamente en su aspecto dándose cuenta que llevarla en dichas condiciones por las calles más transitadas de la ciudad no sería tan buena idea y más rápido terminaría en prisión que en su casa.
Sin verse con otra opción, y recostando a Fernanda a un costado de la puerta, Hiroki saltó hasta el marco de la ventana de la enfermería pasando entre los barrotes con facilidad por su delgada contextura y abrió la puerta desde el otro lado, volviendo a cargar a Fernanda y recostándola en una de las camillas lo más alejada de la puerta posible, mientras iba por su uniforme de educación física a su casillero, raramente no se cruzó con nadie en la instalación.
Ayudado con alcohol, agua oxigenada y un paño húmedo comenzó a limpiar y desinfectar las heridas de Fernanda, al tiempo que se abstenía de mirar mucho sus curvas le quitó el "uniforme" y le puso su uniforme de educación física para que esté más cubierta y de alguna forma protegida. Las horas pasaron mientras esperaba que Fernanda recuperara la conciencia, de pronto escuchó un quejido a su lado.
Al voltearse se encontró con Fernanda tratando de levantarse, palpando la superficie de la camilla intentando acostumbrarse a la luz.
Hiroki se acercó a ella rápidamente, tomándola del hombro para que lo mire pero Fernanda, pensando que era esa "cosa", lo empujó con todas sus fuerzas que tenía en el momento derribándolo y salió disparada hacia la puerta, pero a medio camino cayó gracias a no poder ver la mochila de Hiroki bajo sus pies por tal oscuridad, dándole tiempo a Hiroki de levantarse e ir tras ella esta vez procurando llamarla por su nombre antes de abrazarla con fuerza.
-¡¿Hiroki?! ¡¿qué no te dijeron que no debes asustar así a las mujeres en una habitación desconocida en medio de la noche?! ¡casi me matas de un infarto!-
-shhh..., deja de gritar que si el guardia nos descubre creerán que yo te dejé así y terminaré en prisión, a parte de invadir la enfermería- la regaño Hiroki al no ser apreciado su buena voluntad de ayudarla.
-¿seguimos en la escuela?-
-si, seguimos aquí desde que te encontré moribunda en el armario de limpieza- Hiroki le lanzó una mirada suspicaz, como quien exige una explicación -¿Qué fue lo que pasó?- dijo serio después de una pausa.
-ya deja de mirarme así que este no es el mejor lugar para hablar- renuentemente Fernanda evadió su mirada y desviando el tema preguntó- ¿mi madre no me llamó?-
-no lo hizo, ¿estás segura que no salió de viaje?-
-no lo sé, pero espero que lo haya hecho, no sería bueno que me viera en estas condiciones-
-touché, entonces vamos a mi casa, me debes una buena explicación por esto, allá la llamas-
-de acuerdo, tranquilo Hiro, ¿Qué hora es?-
-son las 5:30 de la tarde, ¿por?-
-a estas horas el guardia vigila la entrada, debemos aprovechar y salir por la puerta trasera- sabiamente dijo Fernanda
-y tú cómo sabes eso?- la miró dudoso
-solo digamos que lo sé, ¿de acuerdo?- dirigió una mirada altanera a Hiroki- ahora andando que no tenemos toda la vida-
-pero solo son las 5:30- aclaró Hiroki
-es solo un decir Hiroki, solo sígueme y no hagas ruido-

Solo una pesadilla ¿CIERTO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora