Prólogo

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¿Cuando fue...


-¡Yuuri, ven aquí!


que perdí mi motivación?


-¡Esta noche tenemos como invitado especial al guitarrista de la mundialmente famosa banda Eros; démosle un aplauso a Katsuki Yuuri!

El sonido de la multitud aplaudiendo aturdió mis oídos, y los reflectores me dificultaban el ver correctamente.
No quería estar ahí.

-Cuéntanos, Yuuri, ¿qué opinas sobre el que ahora todos te califiquen como el mejor guitarrista de la época? ¿Ha causado conflictos esto con los demás integrantes de la banda, Jean y Leo?

Respuestas programadas cual máquina sin capacidad de pensamiento, sonrisas vacías.

-Por supuesto que no.- Esbocé una enorme sonrisa- ¡Todos nos llevamos de maravilla! Leo y Jean son muy talentosos, y eso es lo que mantiene a Eros...

¿Cuándo fue que me acostumbré a eso?

.

-¡Yuuri! ¿Cómo puedes decir que piensas dejar la banda?

El rostro de mi manager y productor del programa que me lanzó al estrellato, el mismísimo Phichit Chulanont, expresaba enojo y confusión.

-No hagas escándalo, Phichit...- me limité a desviar la mirada

Este hizo uno de sus típicos berrinches, acusándome de su estrés y su falta de tiempo con sus amados hámsters. Solo escuché sus quejas, evitando que alguna risa se me escapara por la actitud del moreno.
Ya estaba acostumbrado.

-Ah. - mi teléfono interrumpió mis pensamientos, devolviéndome a la realidad- Dame un segundo...

A pesar de que Phichit continuó lanzando quejas, contesté el teléfono.

-¿Hola?

-¡Yuuri! ¿Cómo estás? Te vi en el programa de anoche, ¡eres genial!

La voz de Yuko me dio cierta relajación y cambio de ambiente. Respondí que me encontraba bien, y devolví la pregunta.

-Bien, todos aquí lo estamos...- hizo silencio un rato, desconcertándome- Llamaba porque... Verás...

Antes de notarlo, me encontraba frente a un colorido kinder con un enorme patio, viendo como los niños salían entusiasmados al ver a sus padres. 'Necesito que recojas a mis niñas, Nishigori y yo estamos de viaje y la niñera nos falló...' fue lo que me dijo. Sin pensarlo acepté, feliz de poder librarme por al menos unos instantes de mi otro yo.

-¿Por qué tardan tanto...?

Me acerqué a una de las mujeres que portaban un azul uniforme con el logo del kinder para preguntar por las niñas. Esta, como todos, se me quedó mirando. Deseé el haber cambiado mi estilo antes de salir, eso me facilitaba mucho las cosas, ya que la mayoría de las personas me ignoraban.

-Ah, este... - su rostro había enrojecido, tartamudeaba- ¿se refiere a los de la clase del profesor Nikiforov? Ellos siempre salen un poco más tarde, pero puede ir a verlos si desea. Están un poco más allá...

Seguí las instrucciones de la mujer, algo confundido. ¿Por qué se quedarían más tiempo? Conociendo a esas niñas, lo más seguro es que querrían huir de la escuela...

-Sensei, ¿puede tocar una vez más?

-¿De nuevo? Ah, Lutz...

Logré ver lo más hermoso que jamás había encontrado.

-Esta es la última, ¿bien? Ya es hora de irse...

El peliblanco maestro se hallaba sosteniendo un violín, mirando enternecido a los niños que lo veían tristes al escuchar la palabra 'irse'. Este esbozó una preciosa sonrisa, y levantó el violín, colocándolo sobre su hombro.
No sabía que tanto podía afectarme ese hecho.

La primera nota que tocó, la siguiente, y la siguiente a esa. La melodía era preciosa, envolviéndote en un sentimiento de nostalgia y alegría, como si te devolviese la vida, te sanara.
Él se veía tan feliz.

La primera vez que lo vi, fue cuando decidí que necesitaba conocerlo, aprender de él, tocar junto a él...
El corazón me dio un vuelco, sentí la sangre subir a mis mejillas.

Viktor Nikiforov me enamoró la primera vez que lo vi.

The Perfect Key (Yuri On Ice AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora