Lágrimas

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Levy estaba más emocionada que nunca, su Dragón guardián le había prometido llevarla a volar a un hermoso lugar, alejado del castillo en ruinas.   

No había mucho que hacer en ese solitario lugar, cada vez que el Dragón salía al medio día ella se quedaba sola hasta entrado el atardecer. Lo único que podía sacarla del aburrimiento era leer y leer, su Dragón le llevaba libros estupendos cada día y eso la hacía muy feliz. Todos los años que lleva viviendo con él han sido los mejores, cada momento lo atesora como nada en el mundo. Finalmente, más que cariño, se había enamorado de la bestia. Tal vez suene ridículo, pero así era. Una pequeña joven enamorada de un feroz Dragón. 

Ahora que lo pienso —dijo Levy para sí misma, mirando el hermoso cielo azul— no sé el verdadero nombre de Señor Dragón. 

Habían pasado ya siete años y no conocía su verdadero nombre. Él decía que no tenía un nombre realmente, pero Levy no creía esas palabras. ¿Por qué se lo ocultaba? Estaba feliz con el simple hecho de estar a su lado, pero ella quería sentirse más cercana a él.  Llamarlo por su nombre y no con su formal 'Señor Dragón

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El Dragón ya había llegado al Castillo en ruinas para encontrarse nuevamente con Levy. Ella, como siempre saltaba a su garra y lo abrazaba, era tan grande que Levy se preguntaba si podía sentir su pequeño abrazo. 

Ya anocheciendo, Levy se fue a tomar un baño al pozo que había detrás del castillo. Una vez estaba lista se dirigió al gran salón con una gran sonrisa en su rostro, preguntándose qué historia le contaría ahora el Dragón. Cada vez que él volvía al castillo le contaba historias de aventuras que tuvo antes de conocerla o lo que hizo en su día afuera, pero lo último muy rara vez lo decía. 

Fue entonces que su sonrisa se borró y quedó atónita a lo que sus ojos veían. ¿Cómo no pudo escuchar nada antes?... El Dragón estaba tirado en el piso, respirando con dificultad y una gran cantidad de sangre salía de su cuerpo. Sus ojos ardieron, con las lágrimas amenazando por salir. Nunca imagino que vería a su Dragón así. Luego, su mirada se dirigió a un caballero de armadura con una extraña espada apuntando al Dragón. 

  — ¿Q-quién eres? —dijo Levy asustada. Su mirada estaba llena de horror. El hombre volteó a verla y suspiro de alivio. 

¡Princesa! ¡Finalmente, la encuentro! —dijo el hombre acercándose a ella. 

«No puede ser» pensó Levy. 

Entonces recordó el emblema que tenía estampado la capa del caballero, era el mismo del castillo que alguna vez ella habitó. Retrocedió unos pasos hacia atrás, tratando de alejarse del hombre. 

No se asuste princesa, el Dragón que la tuvo prisionera todos estos años, morirá pronto —dijo el hombre con una sonrisa— Sus padres estarán muy felices de volver a verla —este tomó la muñeca de Levy— Vámonos de aquí —dijo para luego llevarla hasta la salida. 

No quería irse, absolutamente no. El Dragón no la tuvo ahí a la fuerza, era su fiel guardián, la cuidaba y ella lo amaba. Su mirada volvió al Dragón, quien no se movía. Inmediatamente, se soltó del agarre de caballero y corrió junto a la bestia y puso sus manos sobre las duras escamas...

  — ¡SEÑOR DRAGÓN! —gritó desesperada. No pudo evitar las lágrimas que ahora salían en grandes cantidades, deslizándose por sus mejillas. Asustada de que estuviera muerto, trato de sacudir su pesada cabeza con todas sus fuerzas, esperando una pequeña reacción de él. Pasaron varios minutos, el caballero trataba de llevársela, pero ella lo impedía. No quería alejarse de él. Finalmente, se rindió, el Dragón no se movía ni un centímetro. Llevó sus manos a su rostro y un grito ahogado salió de su garganta y lloró tanto... como nunca lo había hecho.

«Esto debe ser una horrible pesadilla» pensó Levy.

El caballero esta vez cansado de tratar de llevársela, aprovechó al ver que finalmente se había rendido un poco y la alzó sobre sus hombros. Levy dio patadas, gritó y sollozó por su bestia, repitiendo su desesperada súplica para regresar al lugar que ha llamado su hogar por muchos años. 'Nunca necesitó ser salvada'. Por la simple razón de ser salvada, ahora el Señor Dragón estaba... 

Con lágrimas en los ojos vio la imagen borrosa de su amado Dragón por última vez... 

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Levy se encontraba nuevamente en la corte, de la que alguna vez escapó. Sus padres no la recibieron 'felices' como había dicho el caballero ese día. Al contrario, sus rostros eran enojados y la miraban con indiferencia, castigándola por el resto de su vida. 

La vida de la corte que la ahoga, hace que quería gritar hasta que su garganta sangre, hasta que no tengas más energía para luchar. Cada vez que puede huye a los jardines, corriendo sin parar, descalza a través de las fuentes y canteros, volviendo sólo cuando los guardianes iban a buscarla, sus vestidos siempre volvían desgarrados y cubiertos de barro, por lo que se ganó varios fuertes regaños por parte de su madre. 

Había recibido varias propuestas de matrimonio de prestigiosos príncipes, con grandes fortunas. Pero después de una cita, Levy siempre los rechazaba, no quería pensar en nadie más que no fuese su Dragón, su respuesta siempre iba a ser que no. Aceptaba las citas únicamente porque su madre la obligaba. 

Su sueño de volar rodeaba de llamas y humo a un lugar aún más lejano quedo pendiente y era seguro que jamás lo iba a cumplir... o al menos eso pensaba. Anhelaba las noches en que podía dormir con pesadas escamas como almohada, sabiendo que nada se atrevería hacerle daño mientras su Dragón estaba en guardia. Pero ahora parecía como si todo hubiese sido un sueño...

Dragón de Metal 『Gajevy』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora