Te encontré

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Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Kishimoto. La historia tampoco me pertenece, esta pertenece a AnnaDax y esta historia fue beteada por Aika Yami.

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Hinata estaba corriendo.

Las ramas de los árboles golpeaban su rostro, el aire frío coloreaba sus mejillas y hacía que las lágrimas se formaran en sus ojos blancos. Pero no podía detenerse. Nunca había estado tan cerca de aquella meta. Las venas en su rostro eran completamente visibles. Su Byakugan podía ver a cualquier persona frente a ella.

Aquella persona estaba a sólo unos kilómetros. Tenía que alcanzarlo.

—Hinata, ¡espera!

Kiba estaba intentando seguirle el paso, pero fallaba miserablemente. Incluso Akamaru jadeaba, luchando por respirar.

Sin embargo, ella no podía esperar. Tenía que darse prisa.

Hinata estaba volviendo de una misión con Kiba, Shino, Tenten y Lee cuando su chakra había notado una extraña y poderosa aura. Una con la que no podía equivocarse. La kunoichi, con su cabellera negra alborotada, inspiró profundamente y giró hacia el este, sintiendo todavía aquel presentimiento. Y para estar totalmente segura, había activado su kekkei genkai. Tenía que comprobarlo.

La sucesora del Clan Hyuuga había estado corriendo durante horas. La persona a la que estaba cazando era obviamente consciente de lo que ella estaba haciendo y, si realmente lo hubiera intentado, habría podido correr y esconderse con éxito al menos un par de veces. Pero sus ojos, especiales ojos blancos, no podían fallar. Su determinación no podía abandonarla. Sus amigos y ex—compañeros de equipo corrían tras ella lo más rápido que podían, pisándole los pies, como si fuera obvio que algo no iba bien.

Se estaba acercando. En ese momento, ni siquiera podía escuchar los pesados pasos del perro corriendo, y la voz de su dueño sonaba distante, tanto que casi no podía notarla. Incluso los insectos de Shino se alejaban de ella. Hinata era conocida por ser una de las shinobis más rápidas de su clan. Nuevamente tomó aire, largo y profundamente, y siguió atravesando el bosque. No estaba totalmente segura de dónde se encontraba en ese momento, pero creía que estaba bastante lejos de la parte este de Iwagakure.

Tras la última Guerra Shinobi, el mundo ninja estaba bastante más tranquilo. Las naciones se habían aliado para luchar contra Madara y Obito, todos los hombres y mujeres habían olvidado sus resentimientos y el mundo se había convertido en un mejor lugar. Durante aquellos tres años, los países habían afianzado sus lazos de paz. No estaba preocupada por correr y no saber en qué lugar se encontrara porque incluso siendo la heredera, no tenía autoridad. Lo único que le preocupaba era que podía fallar.

Le dolía la garganta, el rostro... todo su cuerpo, pero no iba a parar. Avanzando de rama en rama, había estado a punto de perder el equilibrio en varias ocasiones. Saltando en el último momento, había podido salvarse un par de caídas donde seguramente hubiera podido fracturarse algo.

Frotando sus ojos, se dio cuenta de que no podría seguir así demasiado tiempo. Le dolían los ojos, y el Byakugan era un poder muy duro de utilizar durante demasiado tiempo. Parpadeó de nuevo, entrecerrando los ojos mientras los frotaba de nuevo, desactivando su línea sucesoria.

No.

La Hyuuga tomó otra bocanada de aire y activó su línea sucesoria de nuevo. Corrió hacia delante, subiendo a la copa de un pino. Iwagakure estaba cubierta de árboles, y estaba dándose cuenta que podría haberse perdido en uno de estos bosques. Pero el muro de árboles frente a ella estaba a punto de terminar. Corrió más y más, antes de parar. Pero no podía verlo.

La locura de una obsesión encantadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora