Llevaba como mucho 30 o 40 minutos desde que había entrado los nuevos al laboratorio, entre ellos una chica de más o menos 1,60 de altura, cabello largo y negro... Si mal no recuerdo su nombre era Camila, en fin, la cuestión era que llevaba casi una hora con el mismo trabajo, suspire fastidiada y fui directo a donde se encontraba, el archivero seguía igual que al principio y la chica solo daba vueltas en círculos intentando acomodar el primer estante por fecha de producción, y para el peor de los casos, se había dejado unos cuantos archivos sin registrar, conclusión? Trabajo mal hecho y una hora perdida.
- ¿Qué se supone que haces?. Mi voz sonó suave, si alarmaba a las demás dejarían de trabajar y encima se burlarían de ella, no quería eso.
- ¡Ni yo lo sé!. Se notaba desesperada y ansiosa, su voz era como la de una ardilla.
- Espera, no grites ni te alteres, yo te ayudo a arreglar los archivos. Le sonreí mientras sacaba todo del primer estante y la ayudaba a registrar, yo registraba y ella guardaba por orden de fecha, así pasaron las horas y a medida que trabajábamos ella más charlaba conmigo, me caía muy bien la verdad, era una chica simple y decidida... Bueno, eso notaba las pocas horas de trabajo que tenía con ella.
El archivero estaba listo, aún quedaba el de la sala y el de mi oficina, al ser la operadora a cargo del lugar, mi oficina era paradero de todos los archivos de finanzas de la empresa, un desorden total, para variar.
- Camila, podrías mañana ayudarme con el archivero rojo de mi oficina? Si no es molestia pues esta de la mierda para ser sincera y no podre sola. Le pedí con cierto pudor pues, acababa de conocerla y si, estaba a mi mando, pero no era de esas jefas extremistas y abusadoras.
- Por supuesto jefa... No tengo ningún problema además, luego de lo de hoy creo que le debo una. Al decir esto me sonrió, su sonrisa me ilumino completamente, era una de las sonrisas más hermosas que había visto jamás, devolví la sonrisa al darme cuenta que la observaba como idiota.
- Camila, puedes tutearme y por favor, Lauren está bien, odio las formalidades para ser sincera. Tome mi mochila y me dirigí a la puerta, pasaba media hora de la hora de salida, estaba agotada y hambrienta.
Mi impresión por la pelinegra era muy grande, era una chica muy simpática, conversadora, alegre, sexy... Con unas caderas muy hermosas y unas curvas... Sacudí mi cabeza, ¿qué clase de pensamientos eran esos? Acababa de conocerla, no podía estar pensando esas cosas de una empleada.
Al llegar a mi casa me di una ducha y me puse mi típico pijama que consistía en una camisa de baloncesto de los Lakers, cene tranquilamente mientras escuchaba música y me acosté a descansar, me fue difícil dormirme, estuve un buen rato pasando por mi mente a esa chica, hasta que lo conseguí.
Me desperté en una rabieta, el despertador era un fastidio y lo odiaba con todo mí ser, de la nada el recuerdo de Camila inundo mi mente y sonreí... Me levante y fui directamente al baño, ducha y lavado de dientes, ya habría tiempo para el desayuno en la oficina.
Tome camino hacia mi trabajo y directamente en el parking estaba ella, radiante al igual que ayer, con un moño, una camisa blanca y una falda negra, perfectamente ajustada a sus curvas, suspire, parecía una niña de 15 años enamorada. Baje del carro y me dirigí donde ella.
- Buenos días Camila. Mi voz estaba algo ronca, pero fue suficiente eso para llamar su atención, volteo a mí y con una sonrisa en sus labios respondió la misma frase, caminamos juntas al ascensor y de ahí a mi oficina, ambas comentando y riendo de alguna que otra tontería.
- Siento mucho el desorden de ayer, la verdad no sabía cómo ordenarlos y no quería molestarte, Lauren. Su voz sonaba apenada al mismo tiempo que agacho la mirada, lo que hacía aún más verídica su disculpa.
- Oh Camz, si es que puedo llamarte así, no tienes que disculparte, yo debería hacerlo pues ni si quiera me tome las molestias de decirte el cómo hacerlo. Le sonreí, no sabía si me permitiría decirle de esa manera, pero me parecía un sobrenombre muy apropiado para ella.
- Claro que puedes, digo... No está mal, estamos entablando una relación laboral. Me sonrió de nuevo y se dirigió al archivero rojo de mi oficina, comenzando a sacar los papeles, esta vez por debajo por lo que la obligo a agacharse, en ese momento fue en el cual mi cabeza exploto, mis ideas se cortaron, como quien apaga la luz de una habitación y solo podía pensar "Damn que culo joder", así estuve casi 20 minutos, mirando su trasero, hasta que mis músculos reaccionaron solos y me pare de la silla caminando hacia ella, un brazo paso por su cintura volteándola a mí, mientras que mi otra mano tomaba su barbilla con suavidad.
- Camz, no me odies por esto. Mi voz sonó suave, para darle lugar a mis labios apoderándose de los suyos en un beso más que fogoso, el que para mi sorpresa, fue correspondido con la misma intensidad, la brusquedad subió, acabé empujándola contra la pared lateral del archivador y cerrando la puerta por dentro, pues alguien podía pasar y joderme el momento, no quería eso. Entre besos y besos mis manos fueron entrando bajo su falda en busca de piel, al llegar sobre su intimidad rasgué las medias que cubrían sus bragas con brutalidad.
- ¡Oye! Eran nuevas Lolo. Ambas reímos tras el comentario para luego volver a besarnos, esta vez mis manos levantaron su falda a toda prisa para empezar a acariciar suavemente, sobre sus bragas, su húmeda intimidad la cual bañaba mis dedos, sentía su respiración aumentar sonoramente, paso de suspiro a jadeos y de estos a gemidos, el ambiente se había caldeado totalmente y mi mente solo pensaba en hacerla mía.
Me arrodillé ante ella, y con suaves caricias subí las manos por sus piernas bajando sus bragas negras de encaje, mientras proporcionaba suaves besos a sus piernas y subía por estas hasta su intimidad, Camila, solo movía su cadera deseosa de más y llevaba sus manos a mi cabeza empujándome contra su cuerpo, obedecía sus indirectas peticiones y pose mi boca sobre su intimidad, mi lengua pasaba rauda sobre sus labios vaginales, al llegar a la cúspide de su intimidad, en cada lamida mi legua presionaba su clítoris, haciéndola dar pequeños espasmos acompañados de gemidos intensos pero no demasiado escandalosos.
- Lauren... Joder no me hagas desear así. Esas palabras lograban prender la fiera que encerraba en mí, mis lamidas se intensificaron mientras que uno de mis dedos se posó en su entrada presionando sin entrar totalmente, ese juego parecía excitarla aún más ya que sus gemidos subieron de volumen, así también como sus espasmos, me incorpore pegando el cuerpo al suyo mientras devoraba sus labios tome profundidad, ahora con dos dedos, sentí como sus paredes se hacían más estrechas a medida que mis dedos entraban en ella, mi boca no se separaba de la suya, mientras que ahora embestía con firmeza su intimidad con mis dedos.
- La... Lauren... ¡Mierda!.
- Se mía Camz... Sabes que lo deseas y deseas que esto se repita. Me apresuraba, pero ella asintió con la cabeza, mi boca se deslizo por su cuello y pecho, desembocando justo sobre su camisa la cual abrí con mi mano libre para poder morder sus pezones aún, sobre la delgada tela del sujetador, sus espasmos se hicieron más fuertes y estando a punto de venirse pare en seco mordiendo su cuello y dando suaves lamidas. Antes de que la menor hablara tape su boca y negué con la cabeza pues alguien había entrado a la oficina y reclamaba por mí, sin prestar atención continúe con los movimientos de los dedos en el interior de la chica, suave pero profundo, sus jadeos se volvieron fuertes, al tener la mano en la boca, me dirigí a su oído y le susurre con una voz provocativa y lasciva.
- Vamos preciosa... No te oprimas, sé que ya no puedes resistir las ganas de venirte. Sonreí y escuche la puerta de mi oficina cerrarse por lo que retire la mano de la boca de la pelinegra y me agache, mientras movía rápidamente los dedos, a cada embestida rozaba mi pulgar en su hinchado clítoris y daba suaves lamidas a lo largo de su vientre, podía oír como los gemidos eran cada vez más y más intensos hasta que fuertes espasmos se apoderaron de su cuerpo asimilando que había llegado al placer máximo. Se abrazó a mí y sonreí, gustosa por lo que pasaba en esos momentos, ambas nos acomodamos la ropa y volvimos al trabajo, entre risas y pequeñas bromas internas entre nosotros fuimos llevando los días, actualmente nunca falta el encuentro... En nuestro archivero rojo.
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El archivero rojo - Oneshoot
Fanfiction¿Quien lo diría? Amor a primera vista fue lo que sintieron ambas, pues con una jefa algo extrovertida y una chica dispuesta, se puede formar una pareja dispareja.