Vivo.

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Narrador

La lluvía no pareció detenerse hasta las 3 am, a partir de ese horario la calma reinó en la ciudad, solo quedaba disfrutar de la corta noche de otoño.

Un niño perdido había encontrado algo, no lo que buscaba, pero algo que quizá le ayudaría a encontrar eso, lo anhela, lo pide a gritos.

Ahora estaba en un lugar desconocido con gente desconocida, pero no parecía peligroso, o al menos nunca llegó a estar en una situación así para medir la magnitud de ésta y compararla, pero a esta altura solo tenía dos opciones; morir o seguir adelante.

Las gotas de su empapado cabello chocaban con la madera de la mesa acomodada frente a él, el ambiente se basaba en un estilo de comedor mezclado con una cocina, puesto que había una mesa, claro, un refrigerador, una alacena, y una cocina. Solo habían dos puertas, una que iba a la salida y otra que se dirigía a la escalera por la que aquel muchacho había subido.

Nunca llegó a oír su nombre, así que, por más que lo necesite, no podía llamarle.

Y debía admitir lo pobre de su situación, tenía raspones en sus rodillas y codos, además de que era difícil de ignorar los golpes que había recibido anteriormente en su rostro y espalda, y no se los hizo él mismo, estaba claro que un adulto fue el culpable, no uno, dos, aquellos que se supone y deberían protegerle a toda costa fueron los primeros en lastimar su frágil cuerpo.

Ya llevaba años en esta vida, su padre tenía un buen trabajo, pero era un hombre violento que no dudaría ni un instante en darle una bofetada si decía algo que estuviera en contra de sus creencias, si rompía algo, si lo hacía enojar en resumen, mientras que él recibía los golpes, su madre aguantaba simple abuso verbal que luego descargaba en el pequeño.

Años viviendo así, prefería huir antes que morir en esa casa.

Y, admite que hizo un trabajo promedio ocultando todo esto, pero llegó a un punto en el que desarrolló otros problemas, y eso causó que su mente se inundara en tristeza, odio, desprecio, todo lo que podía empujarle a tomar esta decisión.

Y ahí estaba.

Perdido.

Unos golpeteos suaves se escucharon por la madera de los escalones, y aquel muchacho de cabello fantasía tomó asiento frente a él, arrastrando la silla suavemente sobre la alfombra que separaba los muebles del concreto.

— Bueno, es hora de hablar.— Pronunció mientras se acomodaba en su sitio, buscando a toda costa hacer contacto visual con el más bajo.

— Por lo que veo, te perdiste, ¿viniste solo? — A pesar de que su tono no sonaba amenazante, unas simples palabras que traían recuerdos bastaban para que el de ojoa verdes se sintiera totalmente intimidado, no podía pronunciar una palabra, solo podía responder con gestos.

Y así lo hizo, movió su cabeza de arriba a abajo, demostrando un "si".

— Entonces...¿escapaste?

Justo en el clavo.

Para sorpresa de el único adulto presente, logró oír una respuesta más fundamentada ésta vez, a pesar de que parecía más una excusa para cambiar de tema. — ¿Tienes dónde escribir? —

Su vista se despegó de la madera húmeda frente a él, y fue directo al rostro impropio.

—...Bueno, si así quieres hacer las cosas.— Pronunció mientras volvía a ponerse de pie, se vio como se dirigía hacia la alacena, escuchaba el ruido de papeles moviéndose y demás.

Se denotaba la tensión en el ambiente, al menos uno de los dos lo sentía, es que esta a completamente fuera de lugar y no sabía qué debería hacer, ¿qué le iba a ocurrir?

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2017 ⏰

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~Buscando el final feliz~ [FNAF-Frexy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora