cap. 3

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Y así fue. Mi decimoséptimo aniversario fue un horror. Digamos que ni siquiera me dijeron felicidades y allí los cumpleaños eran espectaculares, se podían currar días en hacerte una fiesta para dedicarte el día como te mereces. Estaba leyendo y de repente en la calle se escuchó una voz masculina anunciando lo siguiente:¡han llegado! Yo sabía quién había llegado. Todos lo sabíamos y no tenía ningunas ganas de luchar en ese día especial para mi, pero si lo tenía que hacer no tenía más remedio que actuar de forma rápida y segura tal y cómo me indicaron unos meses atrás para no mostrar falta de inseguridad a los adversarios. No era la primera vez que los de Guerlay se enfrentaban a ese pueblo desgraciado que estaba envuelto por una gran oscuridad, que a veces parecía el mismísimo demonio el que vivía allí. Incluso notaba presión en el pecho cuando de vez en cuando me acercaba a esa villa alejada de donde yo vivía. Mi deber había llegado, mi momento, mi destino se jugaba en esa batalla final y en cierta manera dependía de mí. Tal como me dijo aquella dama. La leyenda de ese reinado cuenta la historia de que una fuerte guerrera no nacida en Guerlay iba a revolucionar el mundo. Desde luego, no iba a pensar de primeras que era yo, pero tampoco podía estar en contra de esta idea ya que sí que es cierto de que vengo de otro lugar y que, actualmente, puedo considerarme una guerrera. Ahora solo hace falta descubrir si esa leyenda se refiere a mi.
Cogí mi arco y espada e inmediatamente me puse en marcha. Se oían gritos mientras bajaba por las escaleras y empecé a pensar si había sido buena idea.

 La dama de blanco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora