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Ione es mi nombre.

También se escribe Yone, pero a mi siempre me gustó así.

Significa "tan bella como las violetas" y es originario de la antigua Grecia, la cuna de la civilización humana, del lenguaje, y sobretodo del arte.

Siempre me gusto el arte. Siempre me rodeo, aunque no me daba cuenta. Al principio por la palabra en sí, después por lo que conlleva el ser un artista.

Fui, una chiquilla traviesa que correteaba por la casa de mi abuela pidiendo guerra y atención, canturreando y bailando a escondidas, o delante de un espejo. Cada día me convertía en una cosa; un día era una estrella de rock, al siguiente actriz, al siguiente churrera, otro día podía ser un poni, o un superheroe, incluso podía ser un objeto, una bicicleta o una hoja de papel.

Una chiquilla de 7 años que aprendió a escribir su nombre, con mucha ayuda. "Ione" no es un nombre muy peculiar, me decían. Cuando lo aprendí a escribir, me sentía una verdadera diosa, superior a los demás.

Hay que reconocerlo, desde niña, quise sobresalir.
Con eso no quiero decir que sea egocéntrica ni mucho menos, pero si orgullosa. Es algo que hay que reconocer. El orgullo me supera.

Fui una niña que a los 10 años, empeze a cantar, en audiciones navideñas; villancicos y coros llenaban mi casa de alegría y humor. Tocaba el piano, y con eso quiero decir que unas teclillas de nada, aunque no hace falta decir, que mi abuela y demás familiares, ya me veían como una pianista.

Fui una chica que a los 13 seguía jugando. Me creía mayor, una verdadera adolescente. Quería salir y pasármelo bien, como hacían las chicas en la tele. A los 13 me enamore por primera vez. Sentí, "las mariposas en estómago" y mis ganas de estar con aquel chico toda la vida, de tenerlo para mi, y de sentir celos de cualquier niñata que le mirara o se riera con él. Un día en clase, me dijo:

- "si me dices lo que me regalarás por mi cumpleaños, te responderé a lo que quieras".
-"¿Por quien estas?, le pregunte yo con una sonrisa traviesa. Entonces fue cuando casi en un susurro me dijo:
-Tu"

Aquel día fue feliz para mi. A partir de ese día, me distancie de el, cuando la cosa debía de ser al revés.

Pintaba, pintaba en mi casa, en el suelo, en el colegio, y en la calle. Me gustaba mostrar opiniones y pensamientos.

Me cambiaron de colegio. Pero me supe adaptar excelentemente. Conocía a mas personas, amigas, y chicos por los que perdía la cabeza.

Fui una adolescente de 16 años, que ya salia sola con sus amigas y que ya tomaba decisiones. Estudiaba, estudiaba no mucho, pero lo suficiente para salirme con la mía y aprobar, algunas asignaturas por los pelos, otras notables. A los 16, seguía siendo una cabra loca, algo madura, pero loca. Quería algo en mi futuro, pero no sabia el que. Algo que estudiar con lo que fuera feliz el resto de mi vida.

Me aficione a la historia y a la literatura. Leía como una autentica moto.

También comencé a escribir y al poco tiempo, entre en una compañía teatral, algo andaba pendiente en mi mente, me gustaba actuar, y ya lo hacia en obras escolares, pero esta vez seria algo serio.

Ya no me enamoraba de cualquiera, es mas me replanteaba lo que significaba el amor para mi, lo que de verdad sentía y quería.

Tuve mis primeros pensamientos eróticos. El profesor de historia, una de las asignaturas que mas amaba, me los provocaba.
Era mas mayor obviamente, contaría con unos 40 años, es decir mas de 20 años mayor que yo. A pesar de su edad, yo le veía como un hombre atractivo. Contaba con una cara delgada y morena, en la que resaltaba su nariz, sus ojos hundidos, de un color café; su frente que se arrugaba cada vez que apoyaba en ella sus manos; y lo que mas me hacia estremecerme, su amplia sonrisa, tan agradable, tan bonita y llamativa, que me embrujo.
Cuando sonreía dos hoyos se formaban al rededor de su boca, como si de paréntesis se trataran.

Tenía una melena negra, con unas pocas canas, que no las tapaba, por "respetar la vejez" como decía él. La lucia de manera despeinada.

Su cuerpo era delgado, y ejercitado para alguien de su edad.
Recuerdo, que tenía la rodilla mal de un golpe jugando al fútbol, y que siempre entraba en clase con brío.

No solo me excitaba por su físico, si no por su manera de ser. Un hombre justo y simpático, firme y listo, que además poseía un buen sentido del humor. Le encantaba viajar y conocer la cultura de otros lugares. Después de las vacaciones de verano, nos contaba a la clase donde había estado, y yo, después, soñaba con que él me llevaba a conocer lugares, y a admirar monumentos, estatuas y pinturas.

Gracias a él descubrí el arte a lo largo de la historia. Descubrí mi amor por Italia, (sobretodo por Florencia).

Yo me convertí, en la número uno en sus clases, sacaba sobresalientes, y le atiborraba ha preguntas.
Él me decía:

-"Ione... es un nombre precioso ¿que significa?".
-"gracias, significa... 'Violeta', o 'bella como las violetas'". Le decía sin saber que mas decir. Riendome del cumplido, actuando como una niña tonta. Aunque agradecida.
-"a una chica bonita le corresponde un nombre bonito". Entonces me sonreía, y yo enloquecía.

Al llegar a mi casa soñaba con él, con que teníamos una aventura basada en sexo en las mesas del instituto, o que me llevaba a su casa y una vez allí me hacia suya, me besaba y tocaba, y que al amanecer me abrazara, mientras que yo, orgullosa le ignoraba.

Era mi sueño ideal.

Con el tiempo, quise olvidarlo. Creí que todo eso que imaginaba, jamás ocurriría, y que para no sufrir debía de olvidar.

Cuando terminé el instituto escape.

Fui una jovenzuela de 18 años, que compenetraba los estudios y salir. Aunque siempre me saliera algo mal, ya que amaba salir.

Salía varios días, era como un ejercicio para liberarme. Solía salir con amigos de la universidad, conocidos. Nunca salía con las mismas personas, cambiaba. Otros días salía sola, hacia amigos y así es comprensible que conozca a muchas gente. La compañía daba igual, lo importante era que entre copa y copa te lo pasabas bien y desconectaba de todo.

Estudiaba historia y literatura universal en la ciudad. Aprobaba siempre, ya que tengo la teoría de que cuando algo te gusta, y disfrutas con ello, te saldrá bien.

Improvisar es lo mío.
Me dicen que se me da muy bien.

Seguía haciendo teatro con mi compañía de cuando era una adolescente. Hacíamos pequeñas actuaciones de obras clásicas y universales. Interpretaba Shakespeare o Lope de Vega.

La verdad es que amaba mi vida.

IoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora