Oráculo.

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Hace como veinte o treinta años atrás cerraron un parque donde habían ocurrido una serie de eventos extraños. Hoy por hoy el recinto ni puede llamarse «parque», ya que lo tienen cercado con mallas policíacas y de construcción, además de escombros. Creo que tratan de olvidar la historia y hacer como que nada ocurrió para construir un edificio o un centro comercial, el hecho es que en ese terreno nada resulta, ya que a los tres o cuatro meses todo se derrumba. Lo único rescatable es que ocurre en ausencia de los trabajadores.

Iré a la raíz del asunto. En mi ciudad (no daré el nombre) hubo un larguísimo tiempo en el que circulaba semanalmente una revista llamada «Oráculo» (no es ninguna que circule actualmente, espero) que registraba casos paranormales que ocurrían dentro y fuera del país, pero más que casos paranormales, eran casos totalmente bizarros. La producción y distribución de esta era totalmente anónima y solo se conseguía por medio de intercambio; tú tenías una y me la intercambiabas por una que tenía yo, o te llegaba una de regalo por ahí y así. Nunca nadie se había preocupado de su procedencia y había ediciones de las que solo había cuatro o cinco copias en toda la ciudad, las que simplemente desaparecían a los seis meses y eran perdidas de toda vista. Era probable que la policía las retirara por medio de informantes, ya que el contenido de esta revista no era precisamente el más agradable para la época en que esto ocurrió, además de que el lugar de donde procedo el solo hecho de ver un dibujito de alguien degollado o masacrado causaba tal espanto que hasta el más insensible se sentía asqueado. Y bueno, a todo esto las imágenes de la revista no eran dibujitos, sino que fotos casi reales, una buena recreación o un desquiciado asesinato.

También diré que el público de esta revista eran jóvenes y adultos jóvenes del sector indeseado en ese tiempo; los marginados sociales, la gente de pocos recursos, por lo que cada vez que llegaba alguna de estas al sector alto, era motivo de polémica y discusión entre las viejas chismosas, quienes iban a llorar a la policía para que fuesen a incautar y a eliminar dichas revistas. Ahí mi teoría de la desaparición de los ejemplares crudos pasados seis meses. Pero es solo una teoría, ya que hay lugares en esta ciudad donde ni el más armado policía podría adentrarse sin salir dañado, y en este lugar es donde había más «tráfico» de estas revistas.

Yo pertenezco a lo que es hoy la clase media, en ese tiempo el sector indeseado que mencioné antes. Mi familia siempre fue ejemplar incluso con más educación que las del barrio alto, pero por el hecho de no tener recursos siempre fue marginada. El colegio al que yo asistía era el segundo mejor de la ciudad, el primero era privado, obviamente, y al mío solo había que pagar una pequeña cuota cada mes. No era obligatorio, pero mi familia se sentía obligada a pagarlo. Bueno, la cosa es que entre todos los chicos de la escuela había uno que distinguía del resto. Ya no me acuerdo de su nombre, pero todos le decían Oráculo. Él era el que repartía la revista en el colegio —de ahí su apodo— y ya todos lo conocían por eso; pero a pesar de que era el proveedor del ocio en la escuela, nadie hablaba con él, solo yo. Siempre me llevé bien con todo el mundo, pero no era una «lame botas». Sólo era amable y cortés con el que se me acercaba. Él solo tenía confianza conmigo, incluso una vez me dijo que la persona que se las facilitaba era cercano a la persona que las publicaba, pero no podía decirme más porque lo matarían. Yo le creí, conmigo era sincero y eso era de agradecerse de una persona como él.

Yo también le pedía revistas, pero le pedía que le cortara las imágenes fuertes o que las rayara con un plumón. Yo era curiosa, pero no me interesaba verlas, solo la leía. Trataba sobre sucesos paranormales y bizarros como decía anteriormente, pero también contaba muchas otras cosas extrañas.

Un día, yendo de camino al colegio, Oráculo me paró y me pasó una de las revistas. Estaba nueva y no le había rayado las imágenes. Me pasó la revista abierta en una página y me dijo que leyera rápido el artículo. Trataba sobre una casona que queda cerca de aquí. Ahí vivía una anciana sola y su única compañía era un viejo gato peludo. Ella no podía levantarse, así que tenía a una empleada. Dicen que era una gran artista, pero la azotó una maldición la cual hizo que su carrera se arruinara y todo el mundo de pronto dejó de tomarle atención. Perdió su chispa, decían.

¤Relatos de TERROR ⊱Japoneses y mas⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora