Retazo del sol naciente

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Este es cuento de hadas. Una historia que no existió ni posiblemente existirá en la realidad, pero incluso entre las líneas de una narración ficticia hay resquicios de verdad. Generalmente todas las historias comienzan y acaban. Habrá algunas excepciones, algunas historias dejan al lector imaginar el final, otras simplemente nunca acaban y no existe un final "oficial" para ellas. Bueno, esta sí tiene un principio, pero ni siquiera yo, mientras escribo estas líneas conozco el final de la historia que estás a punto de leer. La misma historia que estoy a punto de crear.

Esto que me dispongo a narrar ocurrió muy temprano al amanecer. Mientras los reyes, burgueses y nobles aún descansan, aquellos que viven por sus manos están ya labrando sus campos y recogiendo la provechosa cosecha de este ciclo. Entre las calles de la ciudad un hombre con un semblante serio camina buscando al sujeto perfecto para hacer "negocios". Normalmente suele buscar personas que pertenecen a la burguesía, pero esta vez, su punto de mira está buscando a alguien del pueblo llano.

Mientras piensa en sus intereses, se tropieza con una niño pequeño que está jugando con un aro, este cae al suelo y comienza a llorar, pronto la madre del pequeño acude para ayudar, el gesto del hombre cambia a otro más sensible y culpable, simplemente pide disculpas y continúa, avergonzado, su camino. Las calles están llenas de carros hasta arriba de toda clase de cultivos.

Está por darse por vencido, tal vez nadie busque la grandeza en esa ciudad, tal vez las cosas están bien así, tal vez su instinto le ha fallado esta vez y no hay nadie que necesite sus servicios. Mientras piensa en una cosa y la otra comienza a deambular por el extrarradio de la ciudad, entonces una pequeña vivienda sobre una leve meseta en la falda de una montaña logra capturar su vista, así que sube por la ladera. En la meseta hay un hombre labrando la tierra. Este se percata de su presencia y comienzan una conversación:

-¡Hola!¿qué hace usted por aquí?- pregunta curioso el labrador.- Vengo a hacerle una propuesta-Responde interesante nuestro negociante.-¿Jamás ha usted, buen hombre, soñado con el éxito? ¿Nunca ha querido ser recordado por los demás? ¿vivir a cuerpo de rey?-El labrador alza la vista al cielo, tras eso se queda unos segundos quieto, como si estuviese idealizando la vida de un noble.-No, realmente no estoy interesado.- Contesta al fin. El negociante se queda impresionado ante la respuesta-¿Está seguro?- Repone incrédulo- El labrador mira a la puerta de su casa, tras eso, a los campos que él mismo ha sembrado, una cesta descansa cerca del arado, contiene fresas tan rojas como la sangre.-Esta cosecha fue bien ¿quieres comer algo en la casa?-El negociante no rechaza la humildad del campesino, además él quería convencer por todos los medios al labrador, así que al ver otra posible oportunidad, entró en la vivienda pensando en como podría engatusar al que por sus manos vivía. 


Retazos de un reino indeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora