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Escorpio cerró la puerta de casa del castaño después de entrar, mientras observaba atentamente todos los movimientos de Cáncer.

—Voy a ponerme una sudadera más gordita, que estoy helado. Ya sabes dónde está el salón y eso.

—Vale.

Cáncer desapareció por el pasillo y él entró al salón, dispuesto a coger el portatil. Buscó por toda la sala, pero por lo visto aquella vez no se encontraba ahí.

Quiso dejar a su amigo cambiarse tranquilo, así que simplemente esperó curioseando por el lugar.

Pasó sus ojos por las fotos que colgaban por las paredes, encontrándose con una nueva fotografía. No dudó en acercarse ni un segundo.

En aquella imagen se podía ver a un Cáncer con una expresión un poco extraña, rodeado de su familia en lo que parecía ser alguna comida o cena familiar.

—Es de la semana pasada. Fui a ver a mis padres.

Escorpio se giró. Le habían pillado con las manos en la masa... o así se sentía él.

El moreno conocía a Cáncer desde que entró en la universidad, hace cinco años. Después de tanto tiempo había aprendido que para el muchacho, su familia era muy importante... pero algo de lo que no solía hablar.

—Nunca había visto una foto de tu familia.

—Siempre hay primeras veces, ¿no?

—Supongo. Oye, no he encontrado el ordenador en ningún lado.

—Lo tengo en mi cuarto.

—Pues vamos.

—¿Qué? No. Espera, ya lo traigo aquí.

—¿Por qué nunca me has enseñado tu habitación?

Cáncer le miró con un poco de fastidio. Escorpio estaba curioso, aunque quizás fuese normal que sintiese curiosidad por saber más de la persona que le gustaba, ¿no?

—Tú mismo lo dijiste una vez.

—Que la habitación de una persona lo dice todo sobre ella, ¿no?

—Exacto.

Escorpio dio un par de pasos hacia delante, acercándose al castaño, quien se puso un poco nervioso.

—La última vez te enseñé la mía.

—...Vale.

Escorpio siguió con emoción a su amigo hasta la puerta de la habitación. Cuando el más bajo de los dos abrió la puerta, un agradable olor dulzón invadió las fosas nasales del moreno.

—Es bastante diferente a lo que me imaginaba.

Era una habitación de un tamaño medio, con las paredes pintadas de azul claro. Las paredes estaban plagadas de dibujos pegados, cuadros y folios con frases o texto.

La cama de sábanas blancas y negras estaba a un lado, enfrente del escritorio. Aunque costaba darse cuenta de que era un escritorio, porque estaba lleno de papeles, libretas, folios arrugados, velas...

A un lado, en el suelo, habían múltiples cajas apiladas. Eran de colores y tamaños diferentes, algunas dejaban entrever qué tenían dentro.

—A saber qué imaginabas.

—Algo más ordenado, para empezar.

—Habló.

—Ey, ya sé que mi cuarto es una pocilga, pero a mi me da igual.

Escorpio caminó hasta la cama, en donde se dejó caer. Olía a Cáncer y eso le gustaba.

Días De Invierno [Esconcer Yaoi] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora