Prólogo

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Miré a papá y mamá soreirme como maniático esperando a que diga algo; pero me quedo callada. Como siempre. Ya para mí es costumbre que cosas como estas pasen, y ya no me interesa ni me duele así que prefiero callarme antes de perder saliva en hablar estupideces.

Negué con mi cabeza y me levanté del asiento saliendo de la habitación blanca que daba tristeza a los pacientes del hospital. Llegué hasta el baño y me encerre en un cubículo antes de que las lágrimas llenarán mis ojos. Gemi en silencio y me senté en una esquina.

De seguro tener leucemia no estaba en mis planes.

La vida de Cielo CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora