CIELO
Hay veces en las cuáles me cuestiono porqué todo esto me tiene que suceder a mí. Qué hice mal para que todo lo que está pasando en mi vida ahora, esté sucediendo. Mi respuesta siempre es un "No lo sé". Porque no sé qué hice para merecerme todo este dolor.
Antes, cuando ni siquiera sabía que tenía una enfermedad y era una adolescente normal, trataba de ser la mejor persona que todos hayan conocido. Tenía un futuro, un objetivo, algo a lo cual aferrarme. Tenía una vida, tenía todo por delante, esperaba el momento de graduarme para salir al mundo exterior y enseñarles a todos de lo que estoy hecha. Mis notas eran altas, mi comportamiento perfecto y mi estatus maravilloso. No era popular, no, nunca me gustó tener la atención de todas las personas en mí, pero lo que sí me gustaba era conocer a personas y hacer amistades nuevas. Creí que mi vida era perfecta, que yo era perfecta. Que no tenía de qué preocuparme si tenía a mis padres juntos, tenía un novio y tenía una mejor amiga. Pero como no todo lo bueno dura para siempre, la vida de la cual yo pensaba era mía, se esfumó ese siete de julio.
Aún recuerdo todo lo que sucedió ese siete julio. Todo lo que había sentido ese día.
No sabía que mi vida podía cambiar de un instante a otro. Ya para mí, esa vida que tanto me esforze en construir, se había esfumado. Había desaparacedio, y no para un rato, sino que, para siempre.
- Ya llegamos -abro mis ojos y observo a mamá sentada al frente mío. Respiro profundo y los pensamientos y recuerdos que anteriormente me torturaban, desaparecen.
- Está bien, adiós.
Antes de que me baje del auto, mamá habla.
- Cielo -No la miro, sólo observo hacia fuera, en donde los adolescentes hablan y ríen entre ellos-, creo que deberíamos hablar.
Aprieto mis manos en puños y mi mandíbula se tensa.
- No.
Siento la mirada de mamá en mí, pero ni siquiera la observo.
Después de unos segundos de silencio, decide hablar:
- Larren, cariño, creo que denerias bajarte -propone mamá.
Un suspiro brota de los labios de Larren y este, lanzandome una mirada fugaz, se baja del auto y camina hacia la entrada.
- ¿Por qué te comportas así conmigo, Cielo? -cierro mis ojos y niego con mi cabeza. ¿Es que no se cansa de hacerme preguntas?
- Mamá -hablo con cautela- yo no quiero hablar de eso, ¿si? Ya tengo suficiente con cargar con esta enfermedad para que tú vengas a querer hablar de conmigo sobre eso.
Todo se queda en silencio.
- ¿Algo más? -abro mis ojos y esta vez si observo a mamá a los ojos por el retrovisor. Ella niega- Está bien.
- Antes de que te vayas, quiero que sepas que te amo. Tu padre y yo te amamos y eres lo más importante que tenemos para nosotros. Lo único que queremos es ayudarte.
Una sonrisa sarcástica se hace presente en mis labios.
- ¿Ayudarme? ¿Cómo piensas ayudarme? ¿Eh? A ver, dime. Iluminame con tu sabiduría. ¿Nada? ¿No tienes nada, eh? Y es que no entiendo...¿cómo piensas ayudar a una persona que no quieres ser ayudada?
Y con eso me bajo del auto.
Acomodo la correa de la mochila en mi hombro y avanzo a paso rápido entre los estudiantes. Pronto, me pierdo en el mar de personas.
Me recrimino. Me recrimino por ser tan perra. No sé porqué actuó así con mi mamá. No lo sé.
Llego a mi taquilla y la abro. Meto mis libros ahí, pero me quedo con los que necesito. En la página de la escuela ya nos dieron nuestros horarios así que no tengo que ir a la dirección. Avanzo por los pasillos llenos de adolescentes alegres y efusivos, dispuestos a decir cómo pasaron sus vacaciones y a forzar nuestras amistades. Una punzada de dolor me atraviesa el pecho al saber de que yo también era como ellos.
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La vida de Cielo Collins
Teen FictionCielo es tímida y callada. Prefiere estar tranquila en su habitación sin salir de estas aunque sus padres la obliguen siempre para que haga vida social. Odia las fiestas. No es como sus padres. Que estos fueron los más populares de la escuela y deja...