Camino, siento que todo comienza… Aun así, lo que siento, choca con una realidad, una realidad adversa. Opacos colores me rodean, son tan circunstanciales como todos aquellos recuerdos del ayer… Un ayer que asesino a otro ayer, el cual asesino a otro ayer más, y ese a otro. Así sucesivamente como una ruleta acromática, que gira para siempre terminar en el mismo color, haciéndonos creer que todo lo que estamos viviendo es nuevo, pero la realidad es que todo lo estamos viviendo de nuevo.
Veo, observo que la vejez no existe, ella nunca llegara, al menos no para mí… “Siniestro es todo aquello lo que habita en este mundo, y atroces son sus creaciones” Basta con mirar los ojos de cada uno para desenterrar el más sucio pasado que los conecta, transmitiendo burdas sensaciones que nos guían a una utopía, de la cual me es imposible salir… Es como el laberinto, aquel laberinto que no tiene inicio ni fin, solo naciste en el y morirás en el… Ese es tu inicio, y también es tu fin.
Sonrisas fingidas, son aún más letales que puñalada en el pecho… Muestran felicidad, pero nos ocultan sus verdaderos deseos… Oscuros… Macabros... Viles son los pensamientos que recorren mi mente, maquinan contra mí, y es como si ellos me repelieran, no me toleraran. Corro, intento escapar de ellos, pero ¿Cómo puede uno escapar de los demonios que lleva dentro? No se puede… O al menos yo no lo logro.
Persigo un inexorable deseo de huir, mis pies desfallecen por encontrar aquel sagrado refugio que me esconda de todo esto. Pierdo las fuerzas, mis torpes piernas tropiezan... Caigo, y no me levanto. Me arrastro, débiles son los brazos que hacen el absurdo intento de seguir adelante, impulsado por sueños perdidos en mi subconsciente… Un triste vacío llena mi interior, me guía lentamente hacia un apócrifo final. Impiadoso fue el creer que hoy podía llegar a más… Mi alma se fragmenta… Empiezo a escuchar el desgarrador ruido del silencio, aunque este ya no me conmueve, solo me causa una perversa satisfacción, la cual nunca pude negar.
Me abstengo, ignoro todo aquello que me incita a seguir adelante… Ya no puedo… Ya no quiero… Ya no siento… Solo tengo la esperanza de que todo esto termine como siempre termino…
Llega el ocaso de mi día… Llega la catarsis de mis horrores… El naufragio de mis pensamientos… Llega la cumbre de mis errores… Mi cuerpo cede, se queda quieto para no moverse, y no se mueve… Mis ojos se cierran, para no abrirse, y no se abren… Mi corazón… Mi corazón quiere detenerse, pero este aún no se dio cuenta que nunca latió…