Único capítulo - Egoísmo

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Tan pronto como le habían convocado salió disparado hacía el lugar indicado. Los jefes se reunieron esa misma tarde para tratar asuntos de suma importancia. No era un juego, estaban decidiendo el sucesor de Bondone. La salud del viejo no era la mejor manteniendo en ascuas a todos sobre el nuevo en formar parte de la mesa.

Corría tanto como sus piernas se lo permitían, su casa quedaba un poco lejos del lugar donde se encontraba. Varios tuvieron que tomar un avión. Querían que la familia entera se encontrara presente para dar el aviso.

Termino por llegar agotado, el sudor invadía su frente, la respiración que tenía era agitada y el palpito de su corazón estaba desorientado. En la entrada volteo a ver a uno de los guardias, jaló su camisa dejando ver el tatuaje de delfín en su pecho. El señor inmediatamente asintió haciéndose a un lado para dejarlo pasar.

Dentro de la enorme mansión se veía a todos reunidos excepto los asociados. Atiborrados en el gran salón esperaban atentos las palabras de los jefes. El viejo Bondone se paró frente a todos en el medio de las escaleras con una cara poco amigable. En el preciso instante en que lo hizo todo mundo se calló de la nada.

Aclaro su garganta antes de decir con voz clara y fuerte el destino de todos ellos. Ajustó el moño de su corbata dándole más sus pensó a la gente. Lo miraron perplejos aguardando con ansias ese momento.

-Como muchos de ustedes sabrán mi salud se ha ido deteriorando con el tiempo. – Soltó un ligero carraspeo. -, Y es por eso que hoy he decidido nombrar a mi sucesor; será él..., Lysandro. – Detrás de él salió un chico vestido de manera formal para la situación.

Su pelo era blanco verdoso, tenía unos toques de negro en la punta del lado en que lo traía largo. A simple vista se podía notar su heterocromia; uno ojo dorado y el otro verde. Ciertamente se le notaba que era nieto de alguno de los viejos, el porte que llevaba era el mismo que ellos en su época de jóvenes.

Trato de tomar la palabra, pero se remitió a quedarse a un lado de Bondone a que lo presentara. Parecía calmado, los nervios no lo consumían para nada, la serenidad perpetua que uno desea.

-Es nieto de Cavalli, desde que era chico sus ojos nos han traído la riqueza. Tiene grandes habilidades para el engaño. Por esa y más razones lo elegí. – Los presentes se levantaron de las mesas colocadas para la ocasión. Aplaudieron con fervor ante la presentación. Era malo pensar en contradecir a Bondone.

Con los brazos cruzados Dake dejo el gran salón. Había sido un teatro muy interesante para distraerlos de lo que tenían que hacer. Se quedó un rato sentado el patio tratando de pensar en algo. Era más que claro que no lo escogerían, pero haber puesto a alguien recién presentado dentro del clan le parecía un insulto.

- "Así que el nieto de Cavalli. ¡Mierda! Si es un niño mimado y hay que obedecerle no me quedara otra más que acabar con mi vida. Prefiero eso a estar atado a sus órdenes." – pensó dejando caer su cuerpo en una de las columnas.

Podría fumar un cigarrillo para calmarse, pero hace 7 años lo había dejado. ¿Beber? El simple hecho de pensar en el sabor le raspaba la garganta, detestaba el alcohol en cualquiera de sus presentaciones. Acostumbraba a tomar el vino únicamente en eventos, si no la idea le parecía repugnante, asqueante con una clara amargura dentro de su estomago.

Dentro del gran salón la fiesta apenas comenzaba. Los camareros pasaban a servir los platillos en la vajilla más fina de la casa; platos de porcelana, cubiertos de plata y copas de cristal cortado. Los músicos entonaban con alegría las baladas que se tocarían esa noche.

Varias personas se acercaron a felicitar al nuevo jefe, Cavalli lo había mantenido oculto para su seguridad durante todos esos años, menos mal que la vida no había terminado antes con Bondone, así pudo presentar correctamente a su heredero.

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