III Robert

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Me encontraba frente a la empresa de ese hombre, tomando información sobre él, mientras miraba a mi alrededor atentamente.

El hombre se encontraba fumando junto a sus compañeros en el descanso.
Al terminar de tomar todos mis apuntes volví a lo que se le podría llamar casa.

Bajé al sótano y miré a la chica seriamente. Cogí un bote de pintura y volví a la primera planta, coloqué mi lienzo y puse la sangre en un bote pequeño. Luego empecé a dibujar.

La chica empezó a hacer ruidos, lo que me puso bastante furioso. Bajé y la agarré del cuello.

—Cierra la boca o reventaré tu cabeza contra la lavadora– miré la lavadora de reojo y ella se quedó callada. Acto seguido volví a lo mío.

Un rato más tarde y ya harto de dibujar, dejé mi lienzo junto a los demás y me dispuse a preparar algo de comida.
Decidí ser algo amable y prepararle una misera comida a esa chavala.

Terminé, baje las escaleras y deje su plato cerca de ella.

—Come algo, y procura no hablar o tu cuerpo acabará como los demás-

Tras terminar de hablar volví arriba y miré todos mis apuntes pensando un plan.

La noche se posaba sobre la ciudad donde vivía. Me quedé mirando hacia la ventana observando las estrellas, cuando el chico de máscara azul apareció, abrió la ventana y entró como Pedro por su casa.

—Buenas Helen. Ya sabes a por qué vengo– Dijo mientras éste giraba su bisturí.

—Están donde siempre. Por cierto, te dejé un regalo para que disfrutes– Sonreí de lado y seguí con lo mío.

El enmascarado bajó a la planta baja y miró a la chica, mientras una sonrisa se dibujaba en su grisáceo rostro bajo la máscara.

—No me mires como si te fuera a perdonar la vida

Caminó hacia el montón de cadáveres y empezó a sacar los órganos vitales, incluyendo sus favoritos. Los guardó en una bolsa y agarró a la chavala.

—Camina y procura no decir nada, zorra

Subió las escaleras y caminó hasta la puerta para salir. Se despidió de mí, yo levanté mi mano gesticulando un adiós y continué pensado.

Una vez terminó la noche, cogí mi máscara y mi cuchillo y proseguí a ir al bar que solía frecuentar el empresario.

Cuando salió, lo tomé del cuello y él intentó liberarse de mí, lo cual fue inútil. Le di un golpe con el mango del cuchillo en la cabeza, dejándolo inconsciente. A continuación tomé su sangre.

—Púdrete ahí hasta que el come-entrañas venga.

Me di la vuelta y me dirigí caminando hacía mi casa, pensando quién sería el siguiente.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2017 ⏰

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The Painter| b.p |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora