3. Filtro

290 18 1
                                    

―Fuma.

La severa voz de mi padre taladra mis oídos. Después del asunto del director, él me ha apartado para hablar a solas conmigo. Está sosteniendo un cigarrillo con una mano, y un encendedor en la otra. En sus ojos se refleja el fulgor del desafío. No puedo resistirme a los desafíos, maldita sea. Y menos puedo resistirme a fumar aquel cigarrillo.

Estoy seguro de que es un Phillips Morris... Que delicia. Ni lo pienso. Cojo el encendedor, pongo el cigarrillo en mi boca y lo enciendo. Aun no entiendo el propósito de esto, pero cuando el humo llega a mi boca, lo aspiro profundamente y dejo que llene mis pulmones. A los pocos segundos, suelto la bocanada de humo. Esta es una de las mejores marcas, no sabía que mi padre tenía gustos tan buenos.

—Pues, que mal— Comienza a decir mi padre, mientras su mirada desafiante cambia por una cansada, más bien agotada—... Tenía la esperanza de que fumaras sólo por seguir con el perfil de "chico malo" que es obvio que estás buscando. Pero al parecer fumas por gusto.

—Papá, no entiendo.

De verdad no entiendo. No trato de parecer «chico malo». Eso es estúpido. Yo soy así, no aparento nada.

—No tengo nada en contra de que fumes, pero quiero asegurarme de que puedes dejarlo cuando quieras. Por eso, hagamos un trato.

—Pues... cómo quieras— Todo esto hace que mi cabeza de vueltas.

—Primero, deberás prometer qué nunca más harás esto en el Instituto. Y segundo, quiero que estés un día completo sin sustancias.

Esto debe ser una broma. Ni idea de por qué ha dicho sustancias... Pero bueno.

—Papá, ¿te estás burlando? No soy un dependiente del cigarrillo. Puedo perfectamente pasar un día sin fumar.

Pues, es cierto. Esto no es nada. A demás, si con esto me libro de la estúpida charla y poder irme a mi cuarto, mucho mejor.

...

Mañana es sábado, tengo un acuerdo con mis padres. Supongo que eso es bueno. Yo respeto los tratos, con mi vida. Una promesa es una promesa, y yo nunca rompo mi palabra.

Camino hacia mi armario, donde están mis chicas. Supongo que un poco de marihuana me haría bien ahor... Diablos, no. Nada de sustancias hasta mañana en la noche. Pff, vaya trato, es facilísimo.

Creo que dormiré temprano. Mi móvil no tiene batería, así que lo he dejado cargando.

Descubro las ropas de la cama, y me acuesto en el suave colchón, qué hace qué mis párpados pesen al instante. Adoro esta cama... Es como estar tripeado, pero de sueño.

Mis ojos se cierran, justo cuando oigo un ruido que hubiese pasado desapercibido si no estuviese todo en completo silencio. Venía de mi ventana. Una pequeña piedra, quizá. Mi curiosidad le gana al sentido común de ignorar tal señal, así que me levanto y voy rápidamente hacia la ventana. Otra piedra se estampa contra el cristal, provocando un ruido sordo y limpio.

Abro la ventana para verificar los alrededores, y enterarme de quien es la persona que está perturbando mi tranquilidad. A los pocos segundos de haber abierto la ventana, sin haber hecho el menor ruido, una piedra destinada a darle al cristal se estampa fuertemente en mi ojo.

— ¡JODER, MI OJO! — Grito tratando de controlar el volumen para no alertar a mis padres.

Una suave voz responde a mi sufrimiento casi de inmediato.

—Lo siento...

Saco la cabeza por la ventana, y con mi ojo bueno veo de inmediato a Jane, mi acosadora personal, parada frente a mi casa (lo cual es raro, porque generalmente no puedo ver mucho gracias a mi miopía). Me sonríe de inmediato, son un aire de inocencia, pero muy poco arrepentimiento. Quizá esperaba darme en el ojo.

Vicio Insaciable [Scott]Where stories live. Discover now